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Autor Tema: El Zorro y el artillero sueco  (Leído 3383 veces)

Zorro

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El Zorro y el artillero sueco
« en: Diciembre 05, 2007, 10:37:28 am »

El Zorro y el artillero sueco

El verano es una íépoca ideal para la siesta debajo de un árbol, para la lectura informal de alguna historia real o imaginaria que nos haga soñar o simplemente que nos ayude a entrar en esa somnolencia tan agradable y gratificante despuíés de una buena comida, amparados bajo la sombra de un viejo roble o un gran castaño. El Zorro estaba decidido a llevar tan estupenda creencia a la practica. Con la comida, una gorda y hermosa gallina, habí­a disfrutado intensamente y ahora le tocaba el turno a la digestión y que mejor ayuda que un buen sueñecito. Habí­a elegido el árbol a conciencia, su favorito, un viejo roble de casi cien años y ya estaban sus ojos casi cerrados y su cerebro a punto de conectar con el inconsciente, cuando....

- ¡Zorro!,  ¡Zorro!......................................................
 
El astuto habitante del Bosque se quiso hacer el sueco y trato de no hacer caso a las voces de quiíén lo reclamaba, sus prioridades estaban planificadas de antemano y no querí­a desviarse ni un ápice de tan estratíégico plan.:

- ¡Zorro!, ¡Zorro!......................................................
 
Como un pequeño pí­caro el Zorro no habrí­a los ojos, esperaba que quien lo reclamaba se diese por vencido y lo dejase disfrutar de aquella tan deseada siesta. Pero no fue así­, el raposo tuvo que claudicar, primero abrió un ojo, luego el otro y por fin pudo fijar la mirada y comprobar quiíén habí­a osado fastidiarle aquella planificada tarde de Domingo: ¡el Lince!.

- ¡Vaya que me costó despertarte Zorro!. ¡Dormí­as profundamente, eh! – le decí­a el Lince-.
- Si, estaba disfrutando como un Lirón, no sabes como me fastidia que me chafen la siesta. ¿Quíé es eso tan urgente, Lince?.
- Una sorpresa Zorro, una grata sorpresa.
- No estoy para sorpresas viejo amigo y mucho menos para adivinanzas. ¡Habla, o calla para siempre!.
- Me han tocado dos billetes en la Casa del Bolsa del Topo, para viajar a Estocolmo y participar en un seminario de Erik Penser, el artillero sueco.
- ¿Quiíén dices viejo amigo?
- Erik Penser, famoso inversor sueco que hizo su fortuna en los años 70/80 invirtiendo en Bofors el famoso constructor de cañones y otras empresas suecas.
- No lo conocí­a Lince, ¿y ganó mucho dinero?
- Si Zorro, está es una oportunidad única para conocer a un fuera de serie europeo. ¿Te gustarí­a acompañarme a Estocolmo?.

El raposo aún tení­a presente aquel sentimiento entre frustración y odio contra el Lince por interrumpirle la siesta y se hacia el interesante. Si el Lince querí­a que lo acompañase, que rogara un poco. Todo por la siesta, ¡que caray!

- No se Lince, dicen que en Suecia hace mucho frí­o, a decir verdad no me apetece mucho amigo.
- ¡Aní­mate Zorro!, te conviene viajar, conocer otros mundos, otros habitantes, el viajar es grato, amplia los horizontes y la forma de entender el Universo.
- Acabo de llegar con el Búho de Estados Unidos, donde conocimos al Warren Buffett ese y no te creas...
- ¿A quíé te refieres Zorro? – preguntaba el Lince-
- Que no síé si estas experiencias enriquecen e ilusionan o deprimen. Cuando los oyes crees que todo es fácil y caes en la trampa de que si íél lo hizo, por que yo no. Despuíés, los innumerables problemas cotidianos, el trabajo, el cansancio que produce la torpeza de los polí­ticos que nos gobiernan y los compromisos y obligaciones: la hipoteca, la familia, etc. etc., te lo hacen ver todo tan cuesta arriba que te decepcionas y abandonas o sientes esa necesidad.
- Te entiendo Zorro, te entiendo –le contestaba el compresivo Lince-, pero ten en cuenta que aparte de las charlas haremos algo de turismo y conoceremos de cerca a las Zorras suecas son casi todas rubias y dicen que están cañón.

Al oí­r lo de las Zorras suecas, los ojos del astuto habitante de los bosques hicieron chiribitas –creo que azules y rosas-, y algo en su interior contestó si al Lince. Sin embargo, se hizo de rogar un poco más. El Lince tení­a que pagar con intereses aquella siesta.

A la semana un avión los trasladó desde los Bosques del centro de España a Estocolmo. Un taxi los llevó al Hotel en el centro de la ciudad a las pocas horas.
Al otro dí­a, apenas doce horas despuíés de su llegada, otro taxi los acercó a  la Bolsa de Estocolmo donde se celebraba el seminario.

Erik Penser llegó puntual a la cita y despuíés de una breve introducción, el presentador comenzó a narrar su vida y experiencias bursátiles:
Nacido el 22 de Agosto de 1942 en Slí¶v (Suecia). A los catorce años, cuando sus compañeros de colegio y amigos compraban discos, Erik Penser realizaba su primera compra de acciones con 24 euros. Años despuíés en la universidad de Lund, lugar en el que el padre espera que se licencie en derecho, hace todo menos estudiar. Apuesta en las carreras y crea un grupo de estudiantes para invertir en Bolsa. Logran unas buenas ganancias, pero acaba dejando la universidad aquello no era lo que el espí­ritu de Erik necesitaba para estar realizado. Entra a trabajar en el banco Svenka Handesbaken de Malmí¶, y logra que lo destinen a la sección de valores, pronto abandonarí­a el puesto para trabajar como agente de cambio y bolsa en 1969, cargo que tambiíén dejarí­a para  trabajar con el grupo Carníégie.

En 1972 y con solo 30 años da el paso más importante de su carrera como inversor, despuíés de estudiar muy profundamente todas las compañí­as cotizadas en la Bolsa de Estocolmo, elige Bofors, el famoso constructor de cañones sueco. En principio Eric compra pequeños paquetes de acciones y se endeuda al máximo para comprar más y más. En 1978 su paquete alcaza tal dimensión, que Bofors lo invita a entrar en el consejo de administración, un buen premio a seis largos años de sacrificio. Luego -1979- vendrí­a su asalto a Asken, una pequeña sociedad de inversión con una participación en Bofors. Meses más tarde, ocurre lo largamente esperado por el inversor sueco, al Bolsa de Estocolmo tras largos años de quietud comienza a subir con impresionantes efectos sobre la cartera de Eric Penser, es su consagración, ya nunca más será un pequeño inversor habí­a entrado por la puerta grande en la constelación de los grandes magnates de Suecia. Pero el nuevo millonario sigue pensando que su incipiente imperio es aún vulnerable y para diversificar lanza una opa sobre Kema Nobel empresa quí­mica controlada por los todopoderosos Wallenberg, estos se dejan tentar por una prima del 30% y nuevamente el artillero sueco se sale con la suya.  A partir de aquí­, las empresas son engullidas con gran rapidez: Saba (tercer grupo de distribución),  participaciones en empresas de ordenadores, productos farmacíéuticos, inmobiliarias, construcción...............

Llegando a ser a los 44 años, y gracias a su astucia y una gran pirámide crediticia, una de las más grandes fortunas de Suecia. Su holding llamado Yggdrasil, -en la mitologí­a escandinava el árbol que extiende sus ramas hasta el cielo y sus raices se hunden en la tierra-,  se mete en todo, sus raí­ces se enganchan en cualquier cosa que pueda ser negocio y sus ramas se expanden hacia el infinito financiero.
Su lado oscuro son sus eternos problemas con el fisco sueco, sus implicaciones en el trafico de armas y sus poco ortodoxas practicas, que lo tienen siempre en primera plana. Recientemente Fondkommission, su Mutua de Fondos, fue severamente criticada por el equivalente sueco de la SEC, en este año 2006, estando cerca de revocarle la licencia. Pero este intríépido de las finanzas sabe bien como deslizarse por el peligroso filo de la navaja legal y sigue con sus modos, a veces muy oscuros y criticables, haciendo fortuna. Actualmente sus buques insignia son Yggdrasil y Nordea/Nordbanken.
Los oyentes estaban cautivados oyendo las experiencias del magnate sueco y como un suspiro se acabó el seminario comenzando el turno de preguntas.
El primero en preguntar fue el Lince:

- Sr. Penser, ¿quíé lo incitó a independizarse tan temprano?
- En 1970  -28 años- pensíé que trabajar para otros estaba muy bien, pero se obtení­a una miseria.

Un lobo sueco preguntó de segundo:

- Sr. Penser ¿por quíé Bofors?
- En aquellos tiempos pensaba que las acciones en la Bolsa de Estocolmo estaban infravaloradas y Bofors era lo más atractivo dentro de mis posibilidades.

Está vez fue el turno del Zorro:

- Sr. Penser, ¿cuál es sus estrategia a la hora de elegir una empresa para invertir?
- Yo solo compro las más subvaloradas, sin ocuparme de los beneficios. Con buenos gestores las empresas mejoran notablemente en un corto espacio de tiempo. Las empresas deben tambiíén ser competitivas en los mercados internacionales ya que el mercado sueco es muy pequeño.

Un gran Oso pardo tambiíén lanzó su pregunta:

- Sr. Penser, ¿no cree que aparte de su incuestionable talento, ha tenido suerte con sus inversiones?
- Si, pero no se lo diga a nadie. – risas generales-

El Zorro hizo la última pregunta:

- Sr. Penser existen compañí­as cotizando en la Bolsa española que están escandalosamente infravaloradas, ¿invertirí­a en ellas?
- ¿Cuáles son sus nombres?, -respondió el sueco-

Risas generales......................

Despuíés del seminario una vuelta por los mejores sitios de Estocolmo dejó perplejos a los habitantes del Bosque español: ¡ni todas las Zorras suecas eran rubias, ni todas estaban cañón!. ¡Quíé decepción!.
Ya en el avión, de vuelta a los Bosques de España, el Lince iba excitado con la experiencia, plenamente feliz, planeando invertir en esta y en aquella empresa. El Zorro iba pensando lo que tendrí­a que hacer al dí­a siguiente, el tema de Eric Penser no era nuevo para el astuto inversor del Bosque. Habí­a hecho sus pinitos invirtiendo en los 90 en CONINSA, empresa de la que llegó a tener el 1´10 % y que quebró causándole una píérdida de unos 7000 euros; en PRIM, en la que pudo haber comprado en el año 1997 el 4 % y hoy tener más de 6 millones de euros y ahora mismo con INBESí“S, de la que tiene un 0´11 %, pero la vida a veces va por un lado y las inversiones por otro. El Lince miró a su amigo y el Zorro sonriendo le dijo:

- ¡Ay amigo!, si tuviese la suerte del Penser ese, unos cuantos cañonazos a la INBESí“S y a la NATRACEUTICAL y .......................¡asunto arreglado!. Por cierto, lo de las Zorras rubias suecas no se si te lo perdonaríé algún dí­a.
- Pero Zorro, ¿que culpa tengo yo de los mitos?, ¡ya sabes como es eso!.....

El Zorro habí­a cerrado los ojos y sonreí­a interiormente, ¡como le gustaba guerrear con su gran amigo!.

Reservados todos los derechos.


Estoy inmerso en la nueva fiebre del oro.