Durante la Guerra, el gobierno de Oliveira Salazar, facilitó pasaporte y estancia a familias europeas como la del Archiduque Otto o a su tía la Gran Duquesa Carlota de Luxemburgo, perseguidos como sospechosos por el régimen alemán. Portugal también se convirtió en refugio de judíos en su huida hacia América. Por este tipo de movimientos, proliferaron allí espías de todo tipo: los alemanes se refugiaban en el Hotel Atlántico y en Villa Tamariz, los aliados lo hacían en el Hotel Palacio. Todos convivían en las animadas mesas del casino, que reunían más espías de los que se podían encontrar en el resto de Europa. Hubo algunos muy famosos, como el triple espía yugoslavo Popov, o el británico Ian Fleming –quien luego escribiría sus series de James Bond–, o el español Juan Pujol García, alias «Arabel» para los alemanes y «Garbo» para los británicos, que fue el responsable de que los alemanes creyeran que el desembarco se efectuaría en Calais, en lugar de en Normandía.
Otra visión
Con los años muchos de estos lugares de encuentro han cambiado en apariencia, pero mantienen sus recuerdos con fotos o algún trofeo. La famosa heladería Santini, cuyo propietario tenía la mejor receta de helados italianos, ha renovado su decoración, pero sigue siendo el punto de referencia en la elegante villa de Cascais. El restaurante Muchaxo en el Gunixo, hoy es cuartel de surfistas. La Villa Italia, el hogar de los Saboya frente al mar, es un hotel que ha ampliado y mejorado sus instalaciones, que mantiene hasta el nombre y muchos recuerdos. Villa Tamariz, estado mayor de los nazis en Estoril, es hoy una terraza de moda con un restaurante que mantiene su estilo y fachadas intactas.
Villa Santa Marta, propiedad de los Espirito Santo, grandes banqueros y amigos del gobierno de Salazar, se puede visitar. Allí se retuvo a los duques de Windsor, pues parece ser que estaban coqueteando con agentes alemanes para favorecer la postura británica ante ellos. Enterado Churchill de esta maniobra, les embarcó bien lejos durante aquellos años. Mientras se solucionaba su traslado a las Bahamas, vivieron durante semanas en esa preciosa casa junto a la playa de Cascais, «vigilados muy de cerca».
Lo que no ha cambiado nada es el Hotel Seteais, de Sintra, uno de los lugares favoritos de todas estas familias, por su tranquilidad y su entorno. El hotel sigue conservando sus jardines, pistas de tenis y los salones con frescos de Pillement, que tanto influyeron en los azulejos portugueses. El Hotel Palacio de Estoril tampoco ha experimentado cambios. Escenario de recepciones, fiestas y bodas de estas familias, en su «Bar de Espías» –cuenta a ABC su jefe de Conserjería, Joao Diago–, el Conde de Barcelona tenía su mesa reservada todos los días. Dicen que durante la Guerra, los agentes secretos aliados y alemanes tramaron durante años importantes maniobras de espionaje desde aquí. Solo con ver quien pedía el champagne más caro se sabía antes que nadie, quien había obtenido una victoria en la batalla. Se le llamaba el champagne news service y sucedía todo entre estas mesas que no han cambiado ni en su disposición.