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Autor Tema: “Cada cinco años cambiamos por completo todos los átomos de nuestro cuerpo”  (Leído 531 veces)

Scientia

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“Cada cinco años cambiamos por completo todos los átomos de nuestro cuerpo”


Este doctor en Ingeniería Electrónica defiende que lo material es “perecedero” y que lo “duradero” hay que buscarlo en un nivel superior


Gracias a la ciencia, el ser humano ha conseguido conocer mejor el mundo que le rodea. Pero ésta, lamentablemente, tiene sus limitaciones. Y es que hay cosas que se escapan a la observación y la razón. Ya lo dijo Albert Einstein: “Ni todo lo que existe se puede demostrar, ni todo lo que se puede demostrar existe”. Félix Torán (Valencia, 1973) no puede estar más de acuerdo con la célebre sentencia del físico alemán. Desde pequeño, este doctor en Ingeniería Electrónica, que trabaja como ingeniero en la Agencia Espacial Europea, no ha dejado de hacerse preguntas. En su trayectoria como investigador, ha encontrado alguna explicación en el campo de la ciencia. Pero no es ahí donde entiende que reside la mayoría de las respuestas. Cree que éstas hay que buscarlas en otro plano, al que él llama superior. Los resultados de su incesante búsqueda los comparte, cuando su trabajo se lo permite, a través de innumerables conferencias y libros. Esta pasada semana, Torán, que reside en Francia, estuvo impartiendo una charla en el auditorio de la escuela de La Salle Bonanova (Barcelona). Y La Vanguardia aprovechó la ocasión para hablar con él.


Usted dedica parte de su último libro –‘Consciencia cuántica’ (Ediciones Carena)- a explicar qué es la ley de la atracción. ¿De qué se trata?

Se trata de una ley universal que está ahí, operando. Pero no es una ley universal de tipo físico, sino metafísico, está más allá de la ciencia. Si alguna vez alguien dice que esta ley ha sido probada por la ciencia, estaría haciendo falsa ciencia, porque no es verdad. Esta ley funciona más allá de la materia, es una ley que, bien utilizada, nos puede ayudar a pasar de la creación de la mente a la creación de la materia. Es decir, a convertir nuestro deseo en realidad.

Y es infalible?

No es una garantía de éxito, en absoluto. No es incompatible con el fracaso. Es una ley que si se aprende a utilizar correctamente nos puede ayudar a alcanzar nuestros objetivos por la vía más rápida.

¿Y eso cómo se hace?

El primer paso consiste en ver ese deseo en nuestra mente. Pero no sólo se trata de imaginarlo, sino de sostenerlo a través de nuestra concentración mental, y eso requiere de entrenamiento. Cuando eso lo has conseguido, tu deseo ya es real en el plano mental. Luego tenemos que impregnarlo de emociones. Cuando lo visualizamos, tenemos que sentir que nuestro deseo es realidad, esto es algo fundamental. Luego se trata de soltarlo.

Soltarlo?

Visualizarlo está bien, pero luego hay que pasarlo a la vida cotidiana. Después estarían las señales.

Señales…

Van a aparecer señales que te van a dejar ver el camino a seguir. Si soltamos correctamente, llegarán señales, y si estamos listos para verlas, las detectaremos. Lo que vamos a crear es un camino para llegar al objetivo, no creamos el objetivo directamente. Y ese camino está marcado por señales.

¿Y cómo son?

Pueden ser en forma de sueño, o un momento de inspiración, de intuición. Son esas famosas sincronicidades de las que hablaba el psiquiatra Carl Gustav Jung. Una sincronicidad es una coincidencia de sucesos no-causal, en la cual uno o varios pensamientos se hallan incluidos.


Ante una sincronicidad, cualquier intento de explicación lógica es una pérdida de tiempo
Entiendo.

Cuando nos encontramos ante una sincronicidad, intentamos usar la lógica para explicarla. Cuando no podemos, decimos que es ‘casualidad’, un término que carece de sentido y que es imposible de definir de forma directa y clara, ya que se trata de una especie de saco donde echamos todo lo que no sabemos explicar mediante cadenas lógicas de razonamiento. Cuando estamos ante una sincronicidad, cualquier intento de explicación lógica es una pérdida de tiempo.

¿Y después de las señales?

Después hay que pasar al siguiente paso, que es andar. Hay que ser no solamente activo, sino proactivo. Hay que estar siempre listo para actuar, no esperar a que lleguen las señales para hacerlo, sino moverse antes.

La física cuántica no quiere saber nada de la ley de la atracción ni de nada metafísico
¿Algún paso más?

Una última cosa, nuestras resistencias. Nosotros mismos nos boicoteamos y nos llenamos de resistencias, y nadie se salva de ello. Hay que detectar esos patrones negativos para intentar invertirlos. Es un trabajo complicado, pero es como todo en la vida: nada es fácil ni difícil. Las cosas requieren un esfuerzo, y la cuestión es si estamos dispuestos a hacerlo. Yo creo que vale la pena.

¿Y qué tiene que ver la ley de la atracción con la física cuántica?

Tienen que ver en el plano filosófico, pero hay que tener en cuenta que son dos cosas diferentes, no hay que mezclarlas. Hay gente que piensa que la física cuántica ha demostrado la ley de la atracción, algo que es totalmente falso. Hay quien le añade el calificativo de ‘cuántica’ a la ley de la atracción, y es otra falsedad. La física cuántica no quiere saber nada de la ley de la atracción ni de nada metafísico. Pero si tomamos los resultados de la física cuántica y los llevamos al terreno filosófico, y se deja a la ciencia aparte, ahí sí se puede ver que esos resultados encajan perfectamente con la mencionada ley.

Para la ciencia sólo existe la materia
¿Se puede establecer una analogía entre la ley de la atracción y la superposición cuántica? Lo digo por eso de reducir un mundo de potencialidades al terreno material…

La superposición cuántica es una cuestión matemática, física, que no tiene nada de esotérico ni mágico. La superposición cuántica es algo que se comprueba cada día en laboratorios muy complejos, es una ley con la que los físicos cuánticos trabajan. Por misteriosa que nos pueda parecer, tiene una base matemática detrás, en la que se sustenta la computación cuántica, que ya es una realidad. Sin embargo, si nos olvidamos de la ciencia y nos situamos en el terreno filosófico, ahí podemos ver que hay una cierta analogía respecto a lo que los místicos llevan años diciéndonos.

Explíquemelo.

Lo que hacemos cuando creamos en el mundo material es, a través de la mente, pasar de la potencialidad infinita que hay en el plano superior a la concreción de algo determinado, limitado en el espacio y el tiempo, en el plano material. Pasamos de un plano donde hay infinitas posibilidades superpuestas, a una posibilidad finita. Como decía, se pueden hacer analogías, pero lo que no se puede hacer son mezclas, porque son cosas diferentes. La física cuántica sólo estudia la rama de la materia.

Max Planck creía que ciencia y metafísica eran dos caras de la misma moneda
En este sentido, usted defiende que la realidad se divide en dos planos: el material y el superior. En el primero estaría la ciencia, mientras que en el segundo encontraríamos las leyes metafísicas…

Exacto. La ciencia no ve una división en dos planos. Para la ciencia sólo existe la materia, es materialista por definición. Yo, cuando hago ciencia, me olvido del nivel superior, porque no estaría haciendo ciencia. No obstante, eso no impide que una persona de ciencia pueda ver realidades que van más allá de la materia.

Claro.

Conozco a muchos científicos, personas brillantes, que hacen su trabajo con el máximo rigor y que, por ejemplo, son creyentes. También conozco a personas de ciencia que siguen corrientes esotéricas, o que son aficionadas al tarot. Max Planck, considerado como el fundador de la física cuántica, era un ferviente creyente y creía en el plano superior. Ya no se trata de creer, y es que esa realidad actúa por experiencia directa. Si tú has tenido experiencia directa de ese plano no necesitas que nadie te cuente nada.

El plano superior hay que buscarlo dentro de nosotros, y no a través de la razón

Es evidente.

Planck creía que ciencia y metafísica eran dos caras de la misma moneda. Decía: ‘Creo en la existencia de otro mundo exaltado por encima de éste, donde podemos tener un refugio en cualquier momento’.

Usted sostiene que el plano material sólo explica el 1% de la realidad. ¿Cómo conocer el 99% restante?

Lo del 1% es una cuestión simbólica, lo que quiero decir es que el plano material es una fracción muy pequeña de la realidad. Nosotros tenemos tendencia a convertirla en un todo, pero en realidad no lo es. A esta pequeña fracción de la realidad se accede a través de los sentidos físicos y de la mente consciente. O sea, a través de la observación y la razón, como hace la ciencia. Pero si tú quieres acceder al plano superior, no puedes hacerlo como si quisieras entrar en el plano material.

Hay una realidad que no se puede demostrar científicamente
Es otra vía de acceso…

El plano superior hay que buscarlo dentro de nosotros, y no a través de la observación y la razón, sino de la experiencia directa. Esa experiencia directa necesita de una vía introspectiva que te permita mirar hacia dentro, y esa vía es la meditación.

Dice usted que ese plano superior no se puede ver, ni observar, sólo se puede sentir. ¿Qué ha sentido usted en ese nivel?

Si lo pudiera contar lo contaría, pero, por propia definición, es imposible contar con palabras lo que se ha sentido cuando se ha tenido una experiencia directa con el plano superior. En el plano material, el conocimiento se puede transmitir a través de palabras, de conceptos. Es un plano racional y objetivo, por eso la ciencia es racional y objetiva. El plano superior es un plano irracional, intangible, invisible, así que ahí no hay nada que ver, que observar, que tocar, ni nada que mostrar ni demostrar, porque no se puede.

Experimentar para comprender…

Si quieres conocer más allá de la materia hace falta algo más. Tienes que entender que hay una realidad que no se puede demostrar científicamente, ni con los sentidos ni con la mente consciente, pero sin embargo existe y es muy real. Para los místicos de todos los tiempos, el plano material es la cara visible del plano superior. No es otra realidad diferente, ambas forman parte de la misma, solo que son niveles vibratorios diferentes.

La afirmación de que todo es energía es ampliamente conocida. ¿Los pensamientos también lo son? ¿Son energía en vibración?

Si miramos meramente el plano material, claro que los pensamientos son vibración. Si vas a comprar un electroencefalógrafo, ahora ya los venden hasta para casa para practicar la meditación, verás en la pantalla las ondas cerebrales. Son un ejemplo de que los pensamientos, a nivel cerebral, generan vibraciones que se pueden medir en el plano material. Pero esos pensamientos también generan vibraciones en el plano superior de tipo espiritual. Y de la misma manera que en el plano material las vibraciones similares se atraen entre sí, lo mismo ocurre en el plano superior.

Así piensas, así vibras
Y de eso va la ley de la atracción entiendo…

Así piensas, así vibras. Así vibras, así atraes vibraciones similares.

Y en el vacío, ¿hay energía?

Efectivamente, lo que llamamos vacío está lleno de energía. Es una realidad medible. Normalmente, nosotros vemos el vacío como algo que despreciamos. Somos materialistas, damos sólo existencia a la materia, que es en realidad lo que menos hay en el Universo. Y de lo que hay más, que es vacío, lo vemos como lo que sobra entre materia y materia. ¿Pero no será al revés? ¿No será que la materia es lo que sobra entre vacío y vacío?

El vacío está lleno de energía
Curiosa reflexión.

Mi postura es que ni una cosa ni la otra. Pienso que materia y vacío son dos partes de una misma cosa. Creo que en la materia está el secreto del mundo material, que la ciencia nos está ayudando a desvelar, y que en lo que llamamos vacío se encuentran los secretos del plano superior.

Se puede decir que nosotros estamos repletos de energía porque, en esencia, somos vacío, teniendo en cuenta que estamos hechos de átomos y que éstos están en un 99% vacíos…

El campo de punto cero de la física cuántica demuestra, como decía, que en el vacío hay energía. Pero yo no estoy diciendo que en la materia no la haya, que sí la hay, por supuesto. Fíjate en la fórmula de Albert Einstein e=mc2, para mí es una equivalencia entre materia y energía. Así es que nosotros estamos todos hechos de energía al 100%, no a un 99%.

Estamos todos hechos de energía al 100%
Le he escuchado decir que cada cinco años cambiamos por completo todos los átomos de nuestro cuerpo. ¿Eso es así?

Sí, son estimaciones. Continuamente en nuestro cuerpo hay átomos que van y otros que vienen. Efectivamente, cada cierto número de años nuestro cuerpo está renovado a nivel material.

Curioso.

Me inspiran compasión, sinceramente, aquellas personas que son tan extremadamente materialistas hasta el punto de decir que nosotros no somos otra cosa más que materia, cuando cada entre cinco y siete años somos una persona nueva. Lo que sí es cierto es que el mundo material es, por definición, un mundo cambiante, perecedero y transitorio. Todo está continuamente cambiando, y además hacia peor.

Si tú quieres buscar algo permanente, no lo busques en el mundo de la materia
Al final, la moraleja es que no hay nada permanente.

Nada es permanente. Si tú quieres buscar algo permanente, no lo busques en el mundo de la materia. En él jamás vas a encontrar nada para siempre. La física cuántica sabe que todo está cambiando constantemente y, además, todo degenera. Todo material es por definición transitorio, cambiante, corruptible y temporal. Lo duradero, lo que no perece, lo infinito, tienes que buscarlo en el plano superior. Vive en el plano material pero no pierdas la conexión con el superior, porque así tendrás una vida material mucho más feliz.