Por... Daniel J. Ikenson
Daniel J. Ikenson señala que a pesar de los aranceles a las importaciones chinas, el déficit comercial bilateral para EE.UU. con esa nación ha llegado a un nivel sin precedentes de $323.000 millones.
Según el Presidente Donald Trump, el comercio internacional es un juego de suma cero con distintos ganadores y perdedores. Las exportaciones son los puntos del Equipo EE.UU. Las importaciones son los puntos el equipo extranjero. La balanza comercial es el marcador, y el déficit en ese marcador demuestra que el equipo doméstico está perdiendo en el juego del comercio. Por eso, el presidente considera bloquear las importaciones y promover las exportaciones como una parte integral de su política comercial eficaz.
En 2018, Trump puso esa teoría a prueba. Por varias razones, incluyendo un deseo de reducir el déficit comercial, Trump impuso aranceles sobre $250.000 millones de importaciones de China.
Según los últimos datos oficiales de China, el resultado fue un déficit comercial bilateral para EE.UU. sin precedentes de $323.000 millones. Y, ¿entonces? ¿qué pasó?
Primero, a pesar de la existencia de aranceles ampliamente aplicados, el valor de las importaciones de EE.UU. de China todavía incrementaron en un 11,3 por ciento en 2018. Aunque uno esperaría que los aranceles eleven los precios en EE.UU. y que estos a su vez alentaran a los consumidores, empresas y al sector público de comprar menos de China, una conjugación de factores estaban en juego, de tal manera que estos mitigaron el impacto.
Por ejemplo, la dinámica economía estadounidense, producto un significativo crecimiento de los salarios en 2018, probablemente compensó en algo los efectos de precio de los aranceles. Con ingresos crecientes, podemos soportar precios más altos.
Mientras tanto, para muchos productores estadounidenses cuyas cadenas de suministro recorren China, los costos a corto plazo de encontrar nuevas fuentes en otros países o de repatriar la producción a EE.UU. fueron probablemente demasiado altos en muchos casos como para provocar en la mayoría de los casos un gran cambio en los patrones de consumo en 2018. En otras palabras, soportar los aranceles podría costar menos que las inversiones requeridas para evitar pagarlos.
Otro factor que debe ser considerado es que una economía en desaceleración en China, marcada por precios domésticos en declive y una moneda china debilitada, podría estar presionando los precios (pre-aranceles) de las exportaciones chinas a la baja, borrando todavía más los efectos disuasivos de los aranceles de Trump. Por supuesto, la economía china en desaceleración también ayuda a explicar otro gran contribuyente al creciente déficit comercial: las exportaciones estancadas de EE.UU.
Mientras que las importaciones estadounidenses de China aumentaron en un 11,3 por ciento, las exportaciones estadounidenses a China, que estaban sujetas a aranceles chinos comparables a modo de retaliación, registraron un aumento de un mero 0,7 por ciento. Cuando las economías crecen, la demanda de productos y servicios domésticos e importados suele aumentar. Cuando las economías se contraen, o cuando el crecimiento se desacelera, la demanda de ambos suele bajar. Más allá de la economía china en desaceleración, hay varias explicaciones alternativas de por qué el crecimiento de las exportaciones estadounidenses ha estado estancado.
Entre los principales objetivos comerciales en EE.UU. de los aranceles en retaliación de China se encuentran las industrias en los sectores agrícola y energético. Productos como la soja, el arroz, el trigo, el petróleo y el gas natural son materias primas. Están ampliamente disponibles en otros países. Por esta razón, los costos de rediseñar las cadenas de suministro que podrían estar desalentando a las empresas estadounidenses de dejar de usar proveedores chinos son una consideración mucho menos importante para las empresas chinas, incluso para las empresas estatales, las cuales pueden reemplazar a los proveedores estadounidenses con relativamente poco dolor.
Además, un principio duradero en la economía conocido como el Teorema de Simetría de Lerner sostiene que un impuesto sobre las importaciones es un impuesto sobre las exportaciones. Al inflar los costos de las importaciones para reducir la demanda doméstica, los aranceles también incrementan los costos de las exportaciones estadounidenses al reducir la capacidad de los extranjeros de pagar por ellas. Si los extranjeros van a comprar productos y servicios estadounidenses, ellos necesitan ser capaces de vender sus propios productos y servicios a los estadounidenses.
De esta manera sucede que los aranceles tienen un efecto negativo sobre el comercio en general, las importaciones y las exportaciones, pero no tienen un efecto predecible sobre el déficit comercial. El déficit comercial no es una tarea de la política comercial, lo cual está bien porque tampoco el déficit comercial estadounidense es un problema que hay que resolver. Simplemente es una estadística benigna.
Los estadounidenses son capaces de comprar más bienes y servicios de los extranjeros que lo que nosotros les podemos vender porque los extranjeros compran muchos más activos de los estadounidenses de lo que nosotros compramos de ellos. Hay un flujo entrante positivo de dólares en la cuenta de capitales. Los extranjeros no solo compran productos y servicios de los estadounidenses. Ellos compran activos en EE.UU. (acciones, propiedades, fábricas, centros de servicios, centros comerciales, máquinas, otros activos físicos, deuda corporativa y deuda pública) de los estadounidenses. De igual forma, los estadounidenses no solo compran productos y servicios de los extranjeros —nosotros compramos activos de los extranjeros también.
Si algo es cierto es que el déficit comercial, que es un lujo que es posible gracias a que los extranjeros invierten más en EE.UU. de lo que los estadounidenses invertimos en el extranjero, muestra que los extranjeros tienen fe en la economía de EE.UU. como un destino seguro y potencialmente lucrativo para sus ahorros. Esa es una ventaja económica enorme de la cual goza EE.UU. y una que está siendo arriesgada porque Trump no logra apreciarla.