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Autor Tema: Un mundo compuesto de sociedades amuralladas no tiene futuro...  (Leído 171 veces)

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Por... Jorge Majfud


Un mundo compuesto de sociedades amuralladas no tiene futuro...

Es la mejor receta para el conflicto, las guerras y los holocaustos. Si uno se rodea de murallas porque no se entiende con otros pueblos, no es lógico pensar que por esa misma particularidad vamos a poder comunicarnos y entendernos mejor con el resto del mundo, un mundo que ha sido reducido a un pañuelo por la tecnología. Si en la Edad Media algunos reinos menores podían sobrevivir sin mayores contactos con el mundo exterior, si luego los burgos se amurallaron con relativo éxito para su defensa, eso ya no tiene sentido. Una nueva Edad Media es un proyecto imposible, impráctico y peligroso, por lo cual podemos prever que no se trata de un gran ciclo histórico sino de una reacción a una tendencia opuesta y mayor, como lo es la aceptación de la diversidad y el avance de la igualdad a pesar del poder de las élites que siempre se las ingenian para contrarrestar sus pérdidas.
 
El persistente intento de presentar al nacionalismo como la base de un entendimiento universal es una broma de mal gusto. No es un elemento capaz de unir, ni como utopía ni como realidad, a una sociedad global que debe enfrentar verdaderos peligros a su propia existencia, como lo es la catástrofe ecológica en curso, la amenaza nuclear, o la ultra segregación económica, donde 49 individuos, que no han aportado absolutamente nada a la historia de la humanidad, se llevan la mitad de toda la riqueza de la población mundial.
 
Está de más decir que esta idea (de que los promotores de las sociedades amuralladas solo defienden sus derechos a vivir según sus propios valores) es altamente hipócrita. Esa ola nacida en el mundo que colonizó el mundo en los últimos siglos, primero con colonias esclavistas y luego con la fuerza del dinero y los cañones, nunca pensó en el “derecho de cada cultura a vivir según sus propios principios”. Por siglos, a todas las culturas que eran diferentes se las consideró inferiores y se les impuso “nuestros principios”, aparte de explotarlos y masacrarlos por millones y millones.
 
Ahora que unos habitantes de esas excolonias, en un número insignificante en comparación, comienzan a migrar por desesperación al centro económico del mundo, se los criminaliza, se los expulsa y se levantan murallas para mantener al “invasor” lo más lejos posible.
 
Así que, el repetido argumento de que no se trata de odio sino de defender “lo nuestro”, se parece del todo a los racistas que aman a sus perros, pero no pueden vivir con vecinos negros porque son inferiores.
 
Para que no se sientan mal están las leyes justas que siempre se cambian cuando dejan de convenir al poder. Actualmente, la ley de Lotería de Visas para la Diversidad de Estados Unidos que beneficia a pocos pero demasiados no blancos, es atacada por el mismo Partido del Muro. Personalmente estoy de acuerdo que es una ley sin mucho sentido, pero observemos que fue inventada a finales de los 80 para beneficiar a los inmigrantes irlandeses, por entonces asimilados a la idea de “raza blanca”.
 
Claro, los irlandeses no siempre fueron blancos. Durante varias décadas del siglo XIX, fueron el mayor grupo de inmigrantes a Estados Unidos y, porque no eran el tipo de blanco esperado y sus pelos eran de un color horroroso, imperfecto, se los discriminó de formas violentas. Los indios, los mexicanos y los negros ni siquiera contaban como candidatos a ciudadanos (la ley definía ciudadanía en base al color de piel) y en la mayoría de los casos ni siquiera contaban como seres humanos. No era raro leer carteles que aclaraban el derecho de admisión en restaurantes: “Ni perros ni irlandeses”. Hoy el cartel diría: “Perros si, mexicanos no”.
 
El lado positivo es que no se trata de una mayoría, por suerte, aunque sí de una minoría con un poder político desproporcionado, por desgracia y por las razones que podemos discutir en otro artículo. Una minoría con un poder desproporcionado, como la de todo gran poder.


•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...