Por... Wim Dierckxsens, Walter Formento
La crisis financiera global ya está en marcha como hemos señalado en nuestros artículos de diciembre de 2018 (El probable fracaso del proyecto globalista en 2019 y Colapso global y ¿después que?). El impacto será mucho más grande que la crisis de 2008 y 2009. La crisis será mucho más profunda debido a los excesos de seis años de expansión monetaria programada (QE) que han transformado al Bono del Tesoro de EEUU en un nuevo bono ´subprime´ (bono-basura).
La deuda externa gubernamental de EEUU crece sin ningún control. Alcanzaría los 22 billones (millones de millones) de dólares, que aumentan a razón de un billón de dólares al año sin perspectiva de repago y en medio de un masivo ´dumping´ actual a dichos bonos por China, Rusia y también por Japón. La demanda principal de bonos del Tesoro viene actualmente de la Reserva Federal y de Wall Street, y ya no de China y Japón que se están deshaciendo de los mismos. La legitimidad y el papel del dólar americano, como moneda de referencia internacional y global, ha sido ya dañada en tiempos recientes y con la nueva crisis la moneda recibirá su golpe de gracia.
Los grandes e importantes bancos occidentales SiFi[3] (tales como Citygroup, Goldman Sachs, JP Morgan, HSBC, Deutsche Bank, Santander, Banco de Paris, etc.), todos con enormes deudas por haber sido beneficiarias exclusivas del crédito flexibilizado por la Reserva Federal de Clinton/Obama a tasas de cero intereses con el objetivo de comprar su propias acciones. Hoy se encuentran insolventes y muy vulnerables ante las alzas de las tasas de interés que llevo adelante la Reserva Federal a partir del triunfo electoral de Trump como presidente.
Si alguno de estos megabancos se hunde, todos se hundirán. Mucho se ha mencionado al Deutsche Bank como el primer banco que podría colapsar al no poder manejar ya los 50 millones de millones de dólares en derivados (particularmente Credit Default Swaps o seguros contra el riesgo de impago de un préstamo). Pero también otros bancos de Wall Street, y consorcios como General Electric, corren este riesgo. Los bancos franceses, como el Banco de Paris (BP-Paribas), bien podrían quebrar si el ya frágil sistema bancario de Italia colapsa. Los fondos de derivados financieros, en primer lugar los Credit Default Swaps (seguros contra bancarrotas), no alcanzan ya para protegerse contra las bancarrotas en cascada.
En un eventual próximo escenario de colapso del sistema bancario nacional de Italia y la destrucción de unas cinco corporaciones occidentales como General Electric, se abrirá nuevamente la discusión en torno a las deudas impagables y de las bancarrotas tal como en 2007. Pronto también podremos ver el anuncio de incapacidad de pago de la deuda de unos 10 billones de dólares de países emergentes. Los bonos de las corporaciones en Occidente también adquirirán el estatus de bonos chatarra (basura) e inversionistas institucionales, como los Fondos de Pensiones, se desharán de ellos en forma masiva provocando con todo ello una crisis en cascada de bancarrotas que incluirá también a los grandes bancos.
Esta vez los grandes bancos “SiFi” tampoco podrán ser rescatados por intervenciones de los gobiernos ya que son demasiados los que se encuentran insolventes. Las deudas gubernamentales de hoy no tienen precedentes en la historia del capitalismo. La reputación global del Bono del Tesoro de EEUU, como tradicional ´puerto seguro´ para fugarse-a-refugio-seguro con sus capitales, hoy ya está en entredicho su capacidad.
El petro-dólar, utilizado desde 1973 por todos los países al comprar petróleo, ha perdido mucho terreno. Son Rusia y China quienes tienen cada vez más el control sobre el mercado de la energía fósil (petroleo-y-gas). El Petro-Yuan-Oro está desplazando al Petro-Dólar-Papel. En el contexto de una crisis monetaria surge la demanda de un nuevo sistema de pago que brinde mayor seguridad como el oro o los certificados de oro. Este bien podrá ser el paso decisivo para el regreso del patrón oro en el comercio mundial, como China y los países de las Nuevas Rutas de Seda tienen en proyecto.
Esta opción está en oposición al proyecto de lanzar una moneda mundial manejada por los globalistas y sus corporaciones a lo que nos referimos ya en los artículos de diciembre de 2018.[4] En el contexto de la crisis surge la demanda de un nuevo sistema monetario global que brinde mayor seguridad. Este bien podría estar basado en el patrón oro como China y los países de las Nuevas Rutas de Seda tienen en proyecto. Esta opción está en oposición a una moneda global manejada por los globalistas y sus redes financieras transnacionales.
Los grandes bancos globalistas en Occidente han perdido poder en los últimos años. Con el Brexit, los bancos globalistas de la City de Londres (HSBC, Lloyds, Barclays, etc.) han perdido el ´control financiero´ sobre la Unión Europea; la elección del presidente Trump abrió un frente antiglobalista en los propios EEUU y en contra de los bancos globalistas, algunos de los cuales ya hicieron caer en 2008, como el Lehman Brothers/Citygroup.
Con su política hacia el interés nacional (America First) de la administración Trump, Estados Unidos empezó a dejar de jugar el papel de gendarme del mundo y prioritariamente allí donde están los principales intereses de los globalistas. Su retiro de Siria, de la península de Corea y la reducción del apoyo a la OTAN (el brazo armado de las fuerzas globalistas) son claros ejemplos de ello. A nivel de liderazgo, los globalistas han perdido incluso la figura de Rothschild que ya partió de este mundo. Jim Willie considera que los capitanes globalistas de nivel medio no tienen la fuerza para imponer su agenda al mundo. Mientras China, junto a otros países que integran el proyecto de Las Nuevas Rutas de Seda, se posicionan mejor para presentar el Nuevo Sistema Monetario Internacional. Las increíbles reservas en oro y plata que China, Rusia, la India, con otros países de la Ruta de Seda han acumulado en los últimos diez años, son significativas ventajas para respaldar el poder optar por un nuevo patrón oro.