Por... Manuel Suárez-Mier
Manuel Suárez-Mier comenta la Política Monetaria Moderna (PMM), la cual permitiría al gobierno de EE.UU. gastar todo lo que quiera imprimiendo dinero.
Prometí atender la pieza clave que permitirá elevar el gasto público sin límite para adoptar el Nuevo Trato Verde, que analicé la semana pasada, y que según sus autores revolucionará la ciencia económica: la Política Monetaria Moderna (PMM) permitiría al gobierno gastar todo lo que quiera imprimiendo dinero.
¿En qué consiste este hallazgo fabuloso, que hace palidecer de envidia a los alquimistas que fracasaron en convertir metal ordinario en oro? Muy fácil, se imprime todo el dinero requerido para que el gobierno gaste sin límite alguno, y ante los primeros signos de inflación se alzan los impuestos a los ricos.
De esta forma, nunca hay que elevar las tasas de interés por lo que seguirse endeudando no representa ningún problema pues el costo de darle servicio a la deuda, esto es pagar intereses y el principal que se vaya venciendo, seguirá siendo bajo y la inflación se neutraliza con el menor gasto de los consumidores.
¿Quiénes son los nuevos alquimistas que han hecho obsoleta la economía –que no tiene razón de ser al no haber ya recursos escasos– y han encontrado la fórmula para la felicidad pecuniaria sin límite? Académicos de medio pelo asociados con el neo-keynesianismo y con agendas políticas socialistas.
Inclusive hay economistas que solían ser serios, como Larry Summers y Paul Krugman, que sin llegar al extremo de adoptar la PMM, sustentan que no sólo es posible sino deseable que el gobierno de EE.UU. gaste lo que sea necesario para reconstruir su caduca infraestructura con mayor endeudamiento barato.
El problema de tales propuestas es que se sustentan en premisas falsas. Es cierto que la expansión del crédito del Fed para enfrentar las secuelas de la Gran Recesión de 2007, de la mano de un enorme endeudamiento público, no han causado presiones inflacionarias hasta ahora, pero esto tiene un límite.
Sus autores ignoran los trabajos de Jan Tinbergen, primer Premio Nobel de economía, y de mi maestro en Chicago Robert Mundell, quien también obtuvo en 1999 el Nobel, sobre el “principio de clasificación efectiva de mercado” (PCEM) aplicado a los instrumentos y objetivos de política económica.
El PCEM sustenta que cada objetivo de política económica independiente, como son la inflación, por una parte, y el crecimiento/empleo, por la otra, requieren de igual número de instrumentos, también independientes entre sí, de política económica, como son la monetaria y la fiscal.
El PCEM va más allá al definir las condiciones en las que cada instrumento de política es más efectivo para alcanzar los objetivos elegidos. Una enorme y robusta evidencia empírica muestra que la política monetaria es más poderosa para combatir la inflación que para promover el crecimiento/empleo.
Los bancos centrales sólo cuentan en su haber con la política monetaria, por lo que tanto el Banco de México como el Fed, sólo pueden cumplir un mandato y no dos, como algunos proponen, y mucho menos utilizarlo para acicatear más crecimiento económico, en lo que la política fiscal tiene ventaja comparativa.
El error que cometió el Congreso de EE.UU. en 1977 al imponerle el doble mandato al Fed, lo generó el elevado desempleo e inflación sufridos al mismo tiempo, a pesar que los seguidores de Keynes creían que tal cosa era imposible, que se debió al enorme gasto deficitario financiado con impresión de dinero del Fed.
La mejor contribución que puede hacer un banco central para acelerar el crecimiento y la consecuente creación de empleo, es mantener la estabilidad de la moneda con una política monetaria prudente, como la seguida por el Banco de México en los últimos 25 años, que da certidumbre a la inversión.
Proponer una expansión monetaria ilimitada y la eventual alza de impuestos para bajar la demanda y evitar inflación, como hace el PMM, es una sandez.