Por... Eric Toussaint
Esto produce dos ventajas para los capitalistas: 1) hace subir el precio de las acciones; 2) permite «remunerar» a las y los accionistas sin consecuencias en el pago de impuestos sobre los beneficios. Además, en numerosos países, las plusvalías sobre las acciones no están gravadas con impuestos o lo están a tasas muy bajas (en comparación con el impuesto sobre la renta o el IVA). Ya en 2014, las recompras de acciones en los Estados Unidos habían alcanzado un montante mensual de entre 40 y 50 millardos de dólares [1]. El fenómeno ha proseguido posteriormente. Subrayemos que ya se había asistido, antes de la precedente crisis, a un aumento muy fuerte de las recompras de acciones a partir de 2003, que había alcanzado un máximo en septiembre de 2007 en plena crisis de las «subprimes». Entre 2010 y 2016, las empresas norteamericanas han comprado sus propias acciones en Bolsa por un montante aproximado de 3 000 millardos de dólares [2]. Como titulaba el diario financiero Les Echos, «las recompras récord de acciones son el motor de Wall Street». Una gran parte de la buena salud de las bolsas, no solo la de los Estados Unidos, es debida a las recompras masivas de acciones. Es pues completamente artificial.
Evolución de las recompras de acciones (en azul) y de los dividendos (en verde) de 1999 a 2019 en millardos de dólares. La curva roja indica la evolución del S&P 500, un índice bursátil basado en 500 grandes sociedades que cotizan en las bolsas americanas. El índice es propiedad y está gestionado por Standard&Poor´s, una de las tres principales sociedades de calificación de crédito.
“En el mundo real, las empresas capitalistas piden prestado capital en los mercados para recomprar sus acciones en Bolsa a fin de aumentar la riqueza de sus accionistas”
En el mundo imaginario del sistema capitalista enseñado en los manuales de economía, las empresas emiten acciones en Bolsa para recaudar capital a fin de invertirlo en la producción. En el mundo real, las empresas capitalistas piden prestado capital en los mercados financieros o a los bancos centrales para recomprar sus acciones en Bolsa a fin de aumentar la riqueza de sus accionistas y dar la impresión de que la salud de la empresa es excelente.
Los dirigentes de empresa que son en parte remunerados en stock options, es decir en acciones que pueden revender, tienen un interés enorme en animar a su empresa a que recompre sus acciones. Quien parte y bien reparte....
Hay igualmente que subrayar que los dirigentes de empresa han sido muy generosos en materia de distribución de dividendos. Entre 2010 y 2016, los dividendos entregados a los accionistas en los estados Unidos han alcanzado los 2 000 millardos de dólares. En total, si se suman las recompras de acciones y los dividendos distribuidos, los accionistas de las firmas estadounidenses han percibido 5 000 millardos de dólares entre 2010 y 2016.
En la cuenta de balance de las empresas, del lado del pasivo, la parte que se refiere a las deudas de la empresa crece mientras disminuye la parte que corresponde a las acciones de la empresa. Si llega a ocurrir que las tasas de interés sobre la deuda de la empresa aumentan, el pago de los intereses corre el riesgo de volverse insostenible y llevar a la quiebra. Además, si el curso de las acciones -que ha sido artificialmente inflado por el efecto combinado de las recompras y de la burbuja bursátil- baja con fuerza, la quiebra esta también a la vuelta de la esquina.
Hay que señalar que la recompra masiva de sus propias acciones, que ha sido muy practicada por grandes empresas norteamericanas como Hewlett Packard (HP), IBM, Motoroloa, Xenox, Symantec o JC Penney, no ha bastado para mejorar su salud.