Por... Manuel Díaz Aponte
Casi siempre cuando se reúnen los líderes más poderosos del mundo hay un conflicto en evolución o por surgir. Parecería que no podemos vivir en paz.
La dinámica de la sociedad es cambiante, activa, renovadora y frecuentemente conflictiva.
Sin embargo, en muchas ocasiones nos preguntamos ¿será que la humanidad nunca vivirá en armonía y alejada de las guerras?
Estados Unidos e Irán nuevamente están al filo de una confrontación armada de consecuencias inciertas para la estabilidad mundial. Tal vez, el escenario de la Cumbre del G20, a efectuarse en Osaka, Japón, evite una posible catástrofe.
Allí estarán presentes los principales líderes del planeta que dirigen y controlan la política, la economía, las estructuras armamentistas y hasta el ciberespacio.
Por primera vez Japón ostenta la presidencia del G20 y por esa razón, la ciudad de Osaka, recibirá entre el 28 y 29 de junio a los mandatarios de las principales economías mundiales.
Estamos a tiempo todavía de evitar que la región del Medio Oriente arda en llamas ante los mortíferos misiles que tienen Irán, Israel, Paquistán, Irak, Turquía, Palestina, Arabia Saudita, Egipto, Siria y Jordania entre otros.
Si finalmente Donald Trump, presidente de Estados Unidos, aprueba disparar contra el territorio de Irán habrá una respuesta de China y Rusia, dos poderosos aliados y defensores del régimen Iraní.
El gobierno chino es el principal comprador de petróleo que tiene Irán y desde hace tiempo Washington viene presionando para que cese ese intercambio comercial.
En cambio, el presidente Xi Jinping ha defendido los vínculos comerciales y políticos que mantiene su país con las autoridades iraníes.
En marzo pasado las importaciones chinas de petróleo iraní alcanzaron 2,3 millones de toneladas métricas de petróleo, la cifra más alta desde agosto de 2018, según datos revelados por la Administración General de Aduanas de China.
También se ha incrementado en 6,2 por ciento el volumen de barriles de crudo iraní importados por el gigante asiático, cifras dadas a conocer días después de que la Casa Blanca amenazara a los compradores de petróleo iraní con sanciones sino detenían sus compras antes del primero de mayo.
Otros países que compran petróleo iraní son Italia; Turquía, Corea del Sur, Japón, Grecia, La India y Taiwán. A todos ellos, Washington ha tratado de “convencer” para que dejen de comercializar con Irán.
China se opone radicalmente a sanciones unilaterales por parte de EE.UU. contra el régimen de Teherán y ha sugerido buscar una salida a través de los organismos internacionales, especialmente en lo relativo al retorno al Tratado de Control de Armas Nucleares.
En citada cumbre del G20 a realizarse en Osaka se estrecharán las manos los presidentes de Estados Unidos, Donald Trump; de Rusia, Vladimir Putin y de China, Xi Jinping, las tres potencias que dominan el escenario mundial.
Trump y Putin de seguro que hablaran entre otros temas de la situación venezolana, que cada día genera mayores inquietudes por lo que podría generar en el futuro inmediato.
Washington busca afanosamente que los rusos decidan persuadir a Nicolás Maduro para que salga del poder antes de que allí se produzca una eventual intervención armada de tropas estadounidenses.
Por otro lado, ha “disminuido” la intensidad de la discordia entre Estados Unidos y Corea del Norte, aunque recientemente el gobierno de Kim Jong-un lanzó nuevos misiles en los mares asiáticos.
Se espera una tercera cumbre entre Trump y Kim, que todavía no tiene fecha ni lugar para su posible materialización.
Guerra comercial
La disputa comercial entre EE.UU. y la República Popular de China será prioridad en la plática entre Trump y Jinping dada la dimensión mundial del conflicto que ya está perjudicando las principales actividades comerciales.
Estados Unidos impuso nuevos gravámenes a las importaciones chinas por un valor de unos 36 mil millones de dólares, y de inmediato Beijing ripostó con igual volumen de aranceles contra Washington.
Se aplicó tasa de aranceles por un valor de un 25 por ciento a cerca de 800 productos provenientes de China hacia el mercado estadounidense.
Incluso en América Latina los mercados están siendo afectados por el impasse entre las dos principales superpotencias económicas.
Las bolsas comerciales alrededor del mundo sienten los efectos negativos de esa controversia, y se comienza a analizar en los ámbitos políticos hasta qué punto ese diferendo entre ambas potencias podría crear las condiciones para un conflicto armado.
Tanto EE.UU. como China tienen una incidencia de primera magnitud en las principales actividades comerciales de Latinoamérica, y por supuesto en el mundo.