Por... Simon Lester
Simon Lester dice que aunque EE.UU. ha abandonado su liderazgo en torno a un sistema de libre comercio basado en reglas, el resto del mundo se está moviendo en una dirección distinta.
Si usted fue un negociador comercial de EE.UU. en la década de 1950 o 1960, usted se sorprendería con la agresiva retórica comercial que se utiliza actualmente. ¿China es una amenaza existencial? ¿Nuestros aliados europeos son casi igual de malos? ¿Qué exactamente perjudicó al liderazgo estadounidense en torno a un sistema de comercio basado en reglas?
Es cierto que el estado de la política comercial estadounidense ha sido precario desde hace algún tiempo, y por razones comprensibles; la expansión de las reglas comerciales más allá de las cuestiones tradicionales del proteccionismo; y un poderoso sistema judicial internacional con “dientes” que puede tener un impacto sobre las políticas estadounidenses. No podemos esperar volver a la era posterior a la Segunda Guerra Mundial, cuando ambos partidos respaldaban los acuerdos comerciales.
Pero gracias al Presidente Donald Trump, la situación ha pasado de ser precaria a una en la cual parece que nos lanzamos del precipicio. Los aranceles han proliferado, conforme la administración ha aumentado el uso de algunas leyes comerciales y desempolvado algunas que habían sido prácticamente olvidadas. Para la sorpresa de muy pocas personas, los socios comerciales de EE.UU. han respondido con sus propios aranceles.
La relación entre China y EE.UU. puede que se haya amargado para el futuro previsible. Las personas en ambos lados del espectro político tienen razones para que les desagrade China estos días —violaciones de derechos humanos, amenazas a la seguridad— y eso dificultará que se aborde el desastre comercial heredado de la administración de Trump.
Es tentador buscar alivio en algunos de los muchos Demócratas compitiendo por la presidencia. Pero el nacionalismo económico está vivo y con fuerza en la izquierda. Mientras que los electores respaldan la apertura comercial más que nunca antes, estos no suelen tener sentimientos tan fuertes acerca de este asunto.
Por supuesto, todo lo anterior se relaciona únicamente con la política comercial de EE.UU. El resto del mundo se está moviendo en una dirección distinta. La Unión Europea y Japón acaban de implementar un nuevo acuerdo comercial; Canadá, México, Japón, y otros ocho países son parte del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (del cual Trump se salió); y China y Nueva Zelanda están actualizando su acuerdo comercial.
En EE.UU., alguna administración en el futuro casi seguro volverá a introducir al país al juego, pero esto puede que no suceda hasta que nos quedemos tan atrasados que el dolor económico obligue a la gente a darse cuenta de lo que está pasando.