Por... Clifford Krauss
Venezuela estaba por perder el control de su refinadora de petróleo. Con una maniobra del gobierno de Donald Trump, la acción fue bloqueada.
El 24 de octubre, el gobierno de Donald Trump se movilizó para proteger de los acreedores a Citgo, una empresa refinadora de petróleo propiedad de Venezuela. Lo consiguió al resolver un tecnicismo menor sobre las sanciones que Estados Unidos ideó e impuso para derrocar al gobierno venezolano.
Citgo iba a desmembrarse si PDVSA, la petrolera estatal de Venezuela, no saldaba 913 millones de dólares en sus pagos de los bonos de 2020, que vencieron el 21 de octubre. Ahora, todas las transacciones en bonos quedarán bloqueadas durante noventa días.
La maniobra del gobierno de Trump le da una victoria a Juan Guaidó, el líder de la oposición venezolana. Guaidó se proclamó presidente encargado después de las elecciones de 2018 que, pese a ser ampliamente cuestionadas, mantuvieron en el poder al presidente Nicolás Maduro.
En meses recientes, Guaidó logró tomar el control del consejo de Citgo, una filial de PDVSA. No obstante, su posición en Venezuela se ha debilitado después de varios intentos fallidos que buscaban promover un levantamiento militar en contra de Maduro, quien cuenta con el apoyo de Cuba y Rusia.
La decisión —que los tenedores de bonos consideraron una medida provisional—, produjo pocas reacciones en el mercado de bonos.
“Parece una pequeña victoria para el equipo de Guaidó”, dijo Ajata Mediratta, socio gerente, presidente y gerente de cartera de Greylock Capital Management, uno de los líderes de un comité de tenedores de bonos venezolanos.
Un incumplimiento de pago podría provocar la subasta de los activos de Citgo y, a final de cuentas, eso ocasionaría que Venezuela deje de ser dueña de la refinadora. Al ser el activo más valioso de Venezuela en el extranjero, Citgo es considerada como un elemento crucial para la futura recuperación de la economía del país, que sufre una profunda crisis.
Las sanciones del Departamento del Tesoro de Estados Unidos al gobierno de Maduro prohíben que las empresas estadounidenses realicen transacciones que involucren activos venezolanos. Sin embargo, se puso en práctica una excepción para los tenedores de bonos de 2020 de PDVSA con el fin de evitar que Venezuela culpe a las sanciones estadounidenses de no pagarles a los tenedores de bonos.
Los senadores republicanos Marco Rubio, de Florida, y Ted Cruz, de Texas, así como otros miembros del congreso estadounidense argumentaron que la excepción, que estaba diseñada originalmente para perjudicar a Maduro, iba a afectar más a Guaidó y pondría en peligro los trabajos de miles de estadounidenses.
Crystallex International, una minera canadiense de oro cuya participación en un proyecto fue nacionalizada por el gobierno de Venezuela, estaba lista para reclamar algunos activos de Citgo, entre los que se encuentran tres refinerías, redes de oleoductos y una cadena de gasolineras valoradas en más de 10.000 millones de dólares.
La decisión sobre Citgo sucedió tres días después de que el gobierno de Estados Unidos renovó las licencias de Chevron y varias empresas de servicios petroleros, con lo cual les permitió trabajar en Venezuela durante tres meses más, una medida para proteger las inversiones estadounidenses y ayudar a una futura recuperación venezolana.
Desde hace tiempo, Citgo ha sido la entrada a Estados Unidos para el crudo venezolano, así como una productora de combustibles refinados que se envían de vuelta a Venezuela. Sin embargo, desde que entraron en vigor las sanciones para detener el comercio petrolero venezolano, Citgo se ha visto obligada a alejarse de Venezuela y comprar el crudo de otros países latinoamericanos y africanos.
Citgo es una empresa rentable que no tiene ningún problema para cumplir sus propios pagos de deuda. Pero Venezuela tiene 150.000 millones de dólares en deuda y, virtualmente, está incumpliendo sus pagos, salvo por los pagos de petróleo para saldar sus deudas con China y Rusia. Aunque Venezuela tiene las mayores reservas de petróleo en el mundo, su producción está por debajo de medio millón de barriles al día, lo que convierte al país en un actor marginal en los mercados energéticos mundiales.