El doctor Olivier Banchard escribe, en su libro Macroeconomía, que una manera directa de formular el primer argumento a favor de la imposición de restricciones a la política económica es que los que saben poco deben hacer poco. Afirma que el argumento tiene dos partes: en primer lugar, los macroeconomistas y, por implicación, los responsables de la política económica que se basan en sus consejos saben poco; y en segundo lugar, por lo tanto, deben hacer poco.
Tajante, asevera que los macroeconomistas se parecen a los oncólogos: saben mucho, pero también hay mucho de lo que no saben. A través de gráficas y recuadros, Banchard analiza la economía de mercado de Estados Unidos, Europa, Asia y España, con rigor y acierto. Según Banchard, existe un grado considerable de incertidumbre sobre los efectos de la política macroeconómica, que debería llevar a las autoridades macroeconómicas a ser más cautas y a recurrir menos a las políticas activas. Éstas deberían destinarse, en términos generales, a evitar las recesiones prolongadas, a frenar las expansiones y evitar las presiones inflacionistas.
Agrega que cuanto más alto sea el nivel de desempleo o de inflación, más activas deben ser las medidas. Pero no deben intentar ni mucho menos acercarse al ajuste perfecto, que consiste en tratar de conseguir un desempleo constante o un crecimiento constante de la producción. Concluye que si los responsables de la política económica comprenden las implicaciones de la incertidumbre, adoptarán por su cuenta políticas menos activas; pues no hay razón alguna para imponer mayores restricciones, como la condición de que el crecimiento de la cantidad de dinero sea constante o de que el presupuesto esté equilibrado.