Brasil mantendrá firmes sus cuantiosas inversiones en petróleo y gas para encarar el frenazo de la economía global, mientras busca convertirse en una nueva potencia petrolera regional y elevar la tajada del Estado en esta riqueza.
A pesar de los desafíos tecnológicos y financieros y la tendencia bajista del crudo, las autoridades brasileñas consideran que los campos del llamado “presal†bien valen el esfuerzo y convertirán al país en uno de los ocho mayores productores mundiales en el mediano plazo.
Hasta ahora la petrolera estatal Petrobrás y sus socios privados han identificado 12.000 millones de barriles de crudo y gas en tres nuevos campos marinos ultraprofundos en la cuenca de Santos que han duplicado las reservas probadas de Brasil.
Pero el organismo regulador Agencia Nacional del Petróleo (ANP) estima que debe haber hasta entre 50.000 y 80.000 millones de barriles en una faja que se extiende a lo largo de 800 kilómetros y con hasta 200 kilómetros de espesor.
Cuando Petrobrás comenzó a finales de 2007 sus anuncios de descubrimientos, el precio del petróleo estaba por encima de $120 y el financiamiento internacional era abundante. Ahora se cotiza en torno a $50, lo que para algunos analistas pone en duda la rentabilidad de los yacimientos en un nuevo escenario de menos demanda mundial.
Pero el presidente Luiz Inácio Lula da Silva y su ministra de la Casa Civil (Presidencia), Dilma Rousseff, han recalcado que pese y justamente por la crisis actual esas riquezas serán explotadas aceleradamente.
Petrobrás tiene previsto invertir $43.000 millones hasta 2016 en nuevas refinerías en el noreste del país, para procesar casi medio millón de barriles por día de ese nuevo petróleo y exportarlo a Europa y EEUU.
Para Rousseff, el presal es “uno de los principales factores anticrisis en Brasilâ€, es decir, será usado para crear un ciclo positivo de inversiones. “Nuestra decisión es mantener las inversiones, y más que eso estamos posibilitando que Brasil aproveche la oportunidad de la crisis para salir bien libradoâ€.
El presal “está mudando la historia energíética de Brasil y su inserción como actor muy importante, que tendrá en el mediano plazo una gran cantidad de petróleo para exportarâ€, estimó el director de la estatal Empresa de Pesquisa Energíética, Mauricio Tolmasquim. A los precios actuales del crudo “el presal es viable, es una actividad para los próximos 50 añosâ€.
El director general de la ANP, Haroldo Lima, ha dicho que Brasil debe migrar su legislación para el modelo de ganancias compartidas, usado por los productores cuando el riesgo exploratorio es cercano a cero, y abandonar el de concesiones. Dice que para consolidarse como un importante exportador Brasil deberá invertir unos $400.000 millones en los próximos 10 años sólo en esos yacimientos.
Mientras Brasil evalúa el presal y los nuevos modelos de explotación, Petrobrás sigue elevando su producción convencional, que alcanzaría a 1,9 millones de barriles por día al cierre de 2008, con un aumento de 3,74% respecto a 2007, según estimaciones de la ANP.
Según el profesor Edgar de Almeida, de la Universidad de Río de Janeiro, la producción de petróleo de Petrobrás para 2020 ascenderá a 3,8 millones de bpd, a los que se sumarán otros 1,7 millones de bpd que serán extraídos por firmas como ExxonMobil, BG, Galp, Shell, Partex, Hess y Repsol, que ya perforan bloques en el presal.
Para 2020, señaló el director de Exploración y Producción de Petrobrás, Josíé Guilherme Estrella, la demanda mundial diaria de petróleo llegará a 110 millones de barriles, de los cuales 60 millones provendrán de proyectos todavía no existentes.
La enfermedad holandesa Economistas, empresarios y políticos advierten que Brasil debe buscar un mecanismo sabio para explotar esa riqueza y evitar caer en la “enfermedad holandesaâ€. Este concepto define los estragos potenciales causados por enormes y repentinos ingresos externos provenientes de la explotación de un recurso natural, que pasa a ofuscar la industria de un país y aumentar su dependencia económica.
La economista del Banco Mundial, Nina Budina, y el venezolano Roberto Rigobon, profesor del Instituto de Tecnología de Massachusetts, señalan la experiencia de países en desarrollo favorecidos por grandes yacimientos petroleros y la inyección masiva de recursos que ha resultado negativa.
Budina destacó que en esos países la excesiva entrada de moneda extranjera por las exportaciones de hidrocarburos eleva los precios de productos nacionales, haciendo inviables las exportaciones e incentivando las importaciones, lo que termina generando un proceso de desindustrialización.
Otros problemas ya probados en otras naciones petroleras incluyen aumento de las oportunidades de “hurto y corrupciónâ€, lo que bloquea las inversiones.