Budapest es una ciudad sorprendente. Se le adivina una importancia histórica por su aspecto monumental, sobre todo en Buda, la parte Oeste de la ciudad y se le nota la influencia en su planificación de urbanistas franceses que diseñaron algo parecido a París en Pest la parte oriental.
Una gran Avenida al estilo de los Campos Elíseos recorre la ciudad que muere en una gran Plaza, con unas imponentes esculturas de los personajes más relevantes de la historia de Hungría.
En la parte de Buda, entre callejuelas empinadas se accede a la Iglesia de Matías y al Castillo que se ve desde cualquier parte de la ciudad. Cuatro puentes de diseño variado, por encima del Danubio, unen las dos ciudades.
En Pest no hay que dejar de visitar el imponente edificio del Parlamento. Tambiíén son impresionantes las Estaciones de tren y algunos mercados que unen a su arquitectura monumental un ambientado bullicio.
Los húngaros son muy aficionados a los baños termales (tienen la misma raíz que los fineses) y
no hay que dejar de ir a alguno de los numerosos SPA de la ciudad. Os recomiendo el del Hotel Gellert en la orilla de la parte de Buda, cerca del puente de las Cadenas, aunque tambiíén hay alguno municipal, que son baratos.
La comida húngara es aceptable, bastante especiada y no es cara sobre todo si os salís de los itinerario turísticos. Hay que probar el vino de Tokay, muy apreciado en todo el mundo y cuidado con los precios. Fijarse en la etiqueta cuantos putonios tiene (aunque suena mal es la cantidad de uva con la que se ha hecho la botella, o sea cuanto más putonios, mas caro).
Saludos
CALOLO