Por... Rodolfo Koé Gutiérrez
En enero de este año el total de depósitos de ciudadanos y empresas de América Latina –sin incluir el Caribe– en el sistema bancario estadounidense alcanzó 246 mil 200 millones de dólares. La cantidad superó en 16.000 millones de dólares a la registrada en diciembre de 2019 y 3. 650 millones de dólares más que en enero de 2019.
Uno de cada tres dólares de ciudadanos y empresas latinoamericanas depositados en bancos de Estados Unidos corresponde a mexicanos, indican los datos de la Reserva Federal (Fed), banco central (privado) de aquel país. El monto de los recursos transferidos por mexicanos a cuentas bancarias en EU sumó 76.166 millones de dólares.
La cantidad de dinero fugada solo a EEUU –sin considerar la “desaparecida” en paraísos fiscales- contrasta con los llamados de algunos empresarios y de sus personeros para que los gobiernos de sus países les realice transferencias de recursos públicos, ya sea de manera directa o por la vía de condonaciones, exenciones o créditos fiscales, como única manera de evitar una quiebra masiva en el contexto de la pandemia del Covid-19.
Como se ve, hay en el ámbito corporativo de la región una liquidez más que sobrada para afrontar la crisis y, si su compromiso con sus países fuera real, más que exigir el uso de recursos públicos para procurarse un alivio que no necesitan, deberían echar mano de una parte de sus capitales para impulsar la reactivación económica que los beneficiará y será la primera urgencia nacional tras la emergencia sanitaria.
Después de México, los países latinoamericanos que más depósitos tienen en bancos estadounidenses, en enero pasado, son Brasil, con 29 mil 239 millones de dólares; Chile, 29 mil 41 millones; Argentina, 22 mil 277 millones; Panamá, 17 mil 199 millones, y Perú, 17 mil 136 millones de dólares, señalan los datos de la Fed.
El valor actual de los depósitos a nombre de mexicanos en bancos estadounidenses multiplica por 3,3 veces el flujo de inversión extranjera directa (IED) que llegó a México el año pasado (22 mil 695 millones de dólares) y es más del doble del ingreso de divisas por remesas.
Un editorial del diario mexicano La Jornada señala que la cuantía de esos recursos y la velocidad con que se incrementan deja al descubierto que el compromiso de los dueños del dinero con el desarrollo nacional, y es para muchos de ellos una mera estrategia propagandística para presentarse ante la opinión pública como aliados de la sociedad en el cumplimiento de los grandes pendientes nacionales, mientras en los hechos practican una brutal descapitalización del país que lastra los esfuerzos de mejora de las mayorías.
Esta fuga de capitales, añade, no necesariamente responde a una supuesta falta de condiciones para invertir en el país, sino que parece un ataque deliberado a la economía nacional, destinado a obligar a las autoridades a recular en su empeño por poner fin a la corrupción y los negocios privados a expensas de las arcas públicas: mientras la inversión realizada por el sector privado se contrajo en 2019, la inversión extranjera aumentó en 4.2 por ciento.
De no darse una reorientación en el uso y destino de la riqueza acumulada por un diminuto sector de mexicanos quedará clara de nueva cuenta la veracidad de uno de los axiomas fundamentales del sistema económico vigente: el capital no tiene patria, señala La Jornada.
Según el Instituto Internacional de Finanzas, Chile enfrenta uno de los principales problemas debido a la alta participación de tenencias de inversores extranjeros tanto en acciones como en bonos, en busca de mayores rendimientos. En 2010 representaban cerca del 10 por ciento del PIB mientras que el año pasado la cifra había subido hasta el 30 por ciento.
Pero también en Estados Unidos se observa un freno casi total de actividades productivas no esenciales y un aumento exponencial del desempleo: en las últimas semanas se perdieron más puestos de trabajo que en toda la gran recesión provocada por el estallido de las hipotecas basura de 2008, lo que podría afectar a 50 millones de estadounidenses.
No solo en Latinoamérica
La salida de capitales de países emergentes alcanzó los 83 mil millones de dólares, según el Instituto Internacional de Finanzas, que señaló que existe un freno repentino en el ingreso de fondos al mundo emergente y una salida de capitales sin precedentes, que supera ampliamente los registros de otros eventos como la crisis de 2008”. El temor es una segunda ola de retiro de divisas en el segundo trimestre.
La salida de divisas en la última semana de marzo llegó a picos de más de 3.000 millones de dólares diarios. En los últimos ocho años no hubo ni un día con salidas de más de 750 millones de dólares.
Buena parte de la salida hasta marzo se explica por capitales –unos 52 mil millones de dólares- que estaban invertidos en acciones y otros 31 mil millones vinculados a inversiones en títulos de deuda (bonos soberanos y emisiones corporativas). Este comportamiento de pánico de los grandes inversores fue el desplome tanto en el precio de los bonos como en los mercados bursátiles.
“Es posible que los inversores se estén enfocando ahora en las consecuencias del coronavirus en la producción de los países no desarrollados (emergentes y fronterizos). Esto genera riesgos de una segunda ola de salida de capital incluso después del retiro masivo del primer trimestre”, aseguraron los expertos del IIF.