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Autor Tema: La indefensión aprendida: un pozo profundo y sin esperanza  (Leído 1217 veces)

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La indefensión aprendida: un pozo profundo y sin esperanza
« en: Junio 11, 2020, 08:06:10 pm »
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La indefensión aprendida: un pozo profundo y sin esperanza

La indefensión aprendida es uno de los estados más angustiosos en los que podemos caer. Es el perfecto caldo de cultivo para desarrollar síntomas de ansiedad y depresión. Además, es consecuencia y al mismo tiempo causa de la falta de asertividad («¿Para qué causar un conflicto expresando nuestra opinión o nuestros gustos si no va a servir para nada?»), convirtiéndonos en cuerpos vacíos con un alma apagada para luchar.

Esta condición la podríamos resumir en un «hagas lo que hagas, estará mal». O hagas lo que hagas, da igual, no solucionarás nada. El resultado será siempre el mismo. Y es aquí donde surge la indefensión aprendida. Indefensión que hemos aprendido como consecuencia de haber probado diferentes maneras de actuar y comprobar que estas no guardan ningún tipo de asociación con el resultado que obtenemos. Así, no solo se termina extinguiendo un conjunto de respuestas, sino que también termina desapareciendo la propia iniciativa por responder.

Quizá te hayas visto en este tipo de situación. En el trabajo, con una pareja, o en algún entorno en el que convives. En este entorno hay una persona que es la que juzga si lo que haces es correcto o no. No hay sentido común. No hay congruencia. Lo que haces, sea como sea, casi siempre estará mal y las veces que está bien no tienes ni idea de cómo o por qué está bien, de manera que no puedes repetirlo, por mucho que te esfuerces.

La indefensión aprendida hace que terminemos cediendo el control
De alguna manera, detrás de esta actitud incongruente, estamos escuchando algo así como «Yo soy el que juzgo lo que haces. Yo dictamino mis propias leyes. Ahora sí, ahora no. Porque yo lo digo así». Las personas que causan indefensión aprendida son aquellas que, teniendo influencia sobre la persona que la causan, realizan un juicio de valor (está bien o está mal), sin explicarlo.

Mujer con una jaula

Así que… ¿qué lectura hace una persona cuando recibe todo esto? Que no vale la pena realizar un esfuerzo por un resultado que a sus ojos es prácticamente aleatorio. La sensación es la de que haga lo que haga, no puede incrementar el control sobre lo que sucede.

Esa ausencia de control sobre lo que nos acontece es angustiante y muy limitante. Ya que, aparentemente, no podemos revertirla. Por ejemplo, este es el germen de muchos maltratos emocionales. «Yo decido cómo te vas a sentir. No lo decides tú. Tú no tienes control, lo tengo yo.»

Aunque la solución sea huir, la indefensión aprendida nos lo impide

Martin Seligman ya destapó este fenómeno en los años 70. En un experimento que hoy no se podría realizar por sus implicaciones éticas (como muchos otros en la historia de la psicología), demostró que los perros, al ser sometidos a descargas con independencia de sus intentos de escapar, terminaban adoptando una actitud pasiva frente a ellas y «resignándose» a sufrirlas en silencio.

Rápidamente se vio en este fenómeno un paralelismo con las causas y la actitud de muchas de las personas que caen en el pozo de la depresión. La ansiedad, la depresión, la falta absoluta de motivación terminan por controlar la actitud y el comportamiento de la persona, hasta llevarla a la pasividad más absoluta.

Así, si aparece una oportunidad de cambiar el rumbo de la situación no la verán o pasará de ella. Su fe y su esperanza han desaparecido porque sienten que hagan lo que hagan con el timón, elijan la dirección que elijan, siguen sin avistar tierra.

Este fenómeno psicológico es muy potente ya que secuestra totalmente nuestra capacidad de acción. Secuestra nuestra creatividad para generar otras alternativas y solucionar los problemas. Nos vuelve incapaces de ver soluciones a nuestro problema. Aunque ya sean soluciones evidentes, como la de intentar escapar de un «lugar» en el que nos hacen daño.

La indefensión se apodera de nuestros pensamientos, conductas y emociones
De ahí que tantas personas se sientan incapaces de salir de una situación que les está perjudicando. Porque están totalmente condicionados por esta indefensión que han aprendido. Indefensión que se apodera de los pensamientos, conductas, emociones de aquellos que la han interiorizado.

Para romper esta espiral que cada vez es más grande y profunda en muchas ocasiones hay que acudir a la raíz de esta. No podemos quedarnos en la superficie, y limar las pequeñas consecuencias de este fenómeno. Decirle a alguien que busque alternativas, que salga de esa cárcel en la que ha entrado, que…»¿cómo no lo ves?» No ayuda. Nada de ello ayuda.

Mujer intentando salir de una jaula

Ya que la persona no quiere sentirse así. No ha buscado sentirse así. Por ello, esta persona ha de entender qué es lo que le ha llevado a pensar así, cómo ha terminado entregando el control de lo que le sucedía. El objetivo será empoderarla, devolverle el control sobre su propia vida.

Un control que perdió hace tiempo. Que donó al destino o a quien la maltrató, con sus dobles mensajes cargados de incongruencia y falta de sentido común. Pero ese control sobre su propia vida es suyo, y hemos de trabajar por devolvérselo. Entender lo que le ha pasado y aceptarlo es el primer paso de este camino. Un camino en el que uno se vuelve a apropiar de lo suyo, de lo que algún día dejó en unas manos que no eran las suyas.





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Algunos consejos sobre la felicidad según Gurdjieff
« Respuesta #1 en: Junio 17, 2020, 07:09:37 pm »
https://evolucionconsciente.org/algunos-consejos-sobre-la-felicidad-segun-gurdjieff/?fbclid=IwAR2qxzHQ4wphByzgBJdd8cgHJGlRK9LPwqFAl23HgfHWNWlgWfmJ5MAqDD0

Algunos consejos sobre la felicidad según Gurdjieff



Gurdjieff fue un compositor, escritor y pensador espiritual de origen armenio que se interesó por los temas relacionados con el despertar espiritual. Él viajó por diversos países orientales para estudiar las sabídurias ancestrales. Su gran aportación fue integrar la sabiduría de Oriente con la energía de Occidente. Él influyé a Osho, Castaneda, Crowley, entre otros.

Gurdjieff era muy crítico y consideraba que el ser humano vive en un estado de perpetua somnolencia.
En este artículo os dejamos con una serie de consejos que escribió para su hija:

Fija tu atención en ti mismo, sé consciente en cada instante de lo que piensas, sientes, deseas y haces.
Termina siempre lo que comenzaste.
Haz lo que estás haciendo lo mejor posible.
No te encadenes a nada que a la larga te destruya.

Desarrolla tu generosidad sin testigos.
Trata a cada persona como si fuera un pariente cercano.
Ordena lo que has desordenado.
Aprende a recibir, agradece cada don.

Cesa de autodefinirte.
No mientas ni robes, si lo haces te mientes y te robas a ti mismo.
Ayuda a tu prójimo sin hacerlo dependiente.
No desees ser imitado.

Haz planes de trabajo y cúmplelos.
No ocupes demasiado espacio.
No hagas ruidos ni gestos innecesarios.
Si no la tienes, imita la fe.

No te dejes impresionar por personalidades fuertes.
No te apropies de nada ni de nadie.
Reparte equitativamente.
No seduzcas.

Come y duerme lo estrictamente necesario.
No hables de tus problemas personales.
No emitas juicios ni críticas cuando desconozcas la mayor parte de los hechos.
No establezcas amistades inútiles.

No sigas modas.
No te vendas.
Respeta los contratos que has firmado.
Sé puntual.

No envidies los bienes o los éxitos del prójimo.
Habla sólo lo necesario.
No pienses en los beneficios que te va a prosanar tu obra.
Nunca amenaces.

Realiza tus promesas.
En una discusión ponte en el lugar del otro.
Admite que alguien te supere.
No elimines, sino transforma.

Vence tus miedos, cada uno de ellos es un deseo que se camufla.
Ayuda al otro a ayudarse a sí mismo.
Vence tus antipatías y acércate a las personas que deseas rechazar.
No actúes por reacción a lo que digan bueno o malo de ti.

Transforma tu orgullo en dignidad.
Transforma tu cólera en creatividad.
Transforma tu avaricia en respeto por la belleza.

Transforma tu envidia en admiración por los valores del otro.
Transforma tu odio en caridad.
No te alabes ni te insultes.


Trata lo que no te pertenece como si te perteneciera.
No te quejes.
Desarrolla tu imaginación.
No des órdenes sólo por el bienestar de ser obedecido.

Paga los servicios que te dan.
No hagas propaganda de tus obras o ideas.
No trates de despertar en los otros emociones hacia ti como piedad, admiración, simpatía, complicidad.
No trates de distinguirte por tu apariencia.

Nunca contradigas, sólo calla.
No contraigas deudas, adquiere y paga en seguida.
Si ofendes a alguien, pídele perdón.
Si lo has ofendido públicamente, excúsate en público.

Si te das cuenta de que has dicho algo erróneo, no insistas por orgullo en ese error y desiste de inmediato de tus propósitos.
No defiendas tus ideas antiguas sólo por el hecho de que fuiste tú quien las enunció.
No conserves objetos inútiles.
No te adornes con ideas ajenas.

No te fotografíes junto a personajes famosos.
No rindas cuentas a nadie, sé tu propio juez.
Nunca te definas por lo que posees.
Nunca hables de ti sin concederte la posibilidad de cambiar.

Acepta que nada es tuyo.
Cuando te pregunten tu opinión sobre algo o alguien, di sólo sus cualidades.
Cuando te enfermes, en lugar de odiar ese mal considéralo tu maestro.
No mires con disimulo, mira fijamente.

No olvides a tus idos, pero dales un sitio limitado que les impida invadir toda tu vida.
En el lugar en que habites consagra siempre un sitio a lo sagrado.
Cuando realices un servicio no resaltes tus esfuerzos.
Si decides trabajar para los otros, hazlo con bienestar.

Si dudas entre hacer y no hacer, arriésgate y haz.
No trates de ser todo para tu pareja; admite que busque en otros lo que tú no puedes darle.
Cuando alguien tenga su público, no acudas para contradecirlo y robarle la audiencia.
Vive de un dinero ganado por ti mismo.


No te jactes de aventuras amorosas.
No te vanaglories de tus debilidades.
Nunca visites a alguien sólo por llenar tu tiempo.
Obtén para repartir.