La investigación indica que la Biblia Hebrea, lejos de ser un texto histórico infalible creado por un Ser Supremo, resulta ser una gran revisión compilada de por lo menos dos trabajos completamente separados.
Reunidos en el Libro del Gíénesis existen dos trabajos separados conocidos por los acadíémicos como las tradiciones del Norte "E" y las del Sur "J", las cuales son complementadas por revisiones e inserciones adicionales.
En la "E" (que contiene los pasajes referentes a los Elohim) reside la tradición pre-Judaica de la gente del Norte, quienes exaltaban a Elyón, el Más Elevado Dios y a los demás Elohim. Los pasajes correspondientes a "J", o Jehovistas, describen una entidad totalmente foránea, el malvado Jehová (YHWH), el "Señor".
De acuerdo a Max. J. Dimont, en "Jews, God and History": "En el siglo quinto A.C. los sacerdotes Judíos combinaron porciones de los documentos 'J' y 'E', añadiendo un pequeño aporte personal (conocido como el fraude piadoso); los documentos resultantes se conocen como 'JE', ya que “Diosâ€, en estos pasajes, es nombrado como 'Jehová Elohim' (traducido como 'Señor Dios')."
A esto se debe que encontremos, dentro de la Biblia, imágenes contradictorias y conflictivas del Supremo Dios. Encontramos a Jehová, un dios tribal, enmascarando al Ser Supremo.
Los primeros capítulos del Gíénesis describen un combate impresionante entre dos poderes rivales. Por un lado está Elyón, el Eloah que “crea†mediante su propio espíritu manifestado; y por el otro lado está el malíévolo Señor Dios, Jehová, quien creó a un ser sintíético compuesto de 'barro'. Jehová resulta ser Satanael, un Eloah que se levantó en rebelión contra los otros Elohim. Aunque posteriormente nombrado el íšnico Dios, inicialmente los Hebreos conocían a Jehová solo como uno más de los muchos Elohim.
Ellos citan el Canto de Moisíés para distinguir entre Elyón, el Más Elevado y el Jehová usurpador:
Cuando el Altísimo Elyón repartió las naciones, cuando distribuyó a los hijos de Adán, fijó las fronteras de los pueblos, según el número de los hijos de Dios; más la porción de Jehová que fuíé su pueblo, Jacob, su parte de heredad. (Deuteronomio 32:8-9) .
Los Cristianos Gnósticos de los primeros siglos, quienes preservaron las enseñanzas originales de Jesús, hacían una distinción entre el Padre Celestial (aquí ya hablamos del Absoluto) y el dios de la Biblia Hebrea.