https://www.ahorainformacion.es/blog/la-perversa-agenda-2030-y-los-siniestros-planes-mundialistas-que-amenazan-a-la-humanidad/?fbclid=IwAR1ZZh_ADJgMRKVaFHq5_uQ4CGTuYgLn0KteXzH7RnHhzGzYJcjs_81uS2ILa perversa agenda 2030 y los siniestros planes mundialistas que amenazan a la humanidad
Una entrevista de Javier Navascués). –
Antonio Peña es doctor en Historia por la Universidad Autónoma de Barcelona y lleva años estudiando en profundidad todo lo concerniente a las agendas 2030 y 2045, temas de los que ha impartido varias conferencias y que ponen los pelos de punta al conocer los planes que, en su opinión, los poderes mundialistas tienen diseñados para someter a la humanidad e implantar un siniestro nuevo orden mundial que nada tendrá que ver con la realidad que hemos conocido hasta ahora.
¿Qué son realmente las agendas 2030 y 2045?
Las Agendas 2030 y Avatar 2045 son proyectos que pretenden transformar a gran escala la naturaleza y la humanidad, fusionándolas. La transformación de la humanidad es política, económica, social, cultural, religiosa e incluso física llevada a nivel genómico, lo que hace del transhumanismo el eje de la Agenda.
¿Cuáles son sus orígenes?
Hay que distinguir entre el plano intelectual o ideológico y el de acción y gestión. En ámbito de la acción y gestión me centraré en los orígenes más próximos: la reorganización del mundo tras la segunda guerra mundial.
La guerra fría no fue más que la disputa entre los Estados Unidos (USA) y la Unión Soviética (URSS) por dirigir el mundo lo que llevaba adjunto controlarlo directa e indirectamente, de tal manera que se formasen círculos en diverso grado de sumisión. Cada uno de estos dos contendientes tenía un modelo de organizar el sometimiento y gobernación del mundo.
En la década de 1980 esta dualidad entre USA-URSS se rompe. Primero, porque entra China en el “juego” y, después, porque la balanza se inclina a favor de la primera por el hundimiento de la URSS, lo que sorprende a China en pleno proceso de reformas económicas. El modelo USA parecía triunfar e imponerse. Los partidos y organizaciones socialistas tuvieron que adaptarse a la nueva situación. La respuesta del cosmos socialista fue denunciar que ese modelo triunfante no era la panacea de paz, desarrollo y bienestar del mundo. Sostenían que los problemas continuaban y se incrementaban: ricos y pobres, las guerras, la contaminación… Por lo tanto el mundo debía ir a una confluencia.
Uno de los primeros que lanzó públicamente la idea de confluencia fue Gorbachov con su “casa común”. La década de 1990 no fue más que un tiempo de “impasse” en el cual estas tres potencias se estaban poniendo de acuerdo sobre cómo gobernar y administrar el mundo en el nuevo siglo. Y este fue el acuerdo: tender hacia un mismo sistema económico, un mismo sistema político, un mismo sistema social y cultural, una única religión mundial.
¿Y en el plano intelectual o ideológico?
Gran parte del pensamiento originario lo podemos encontrar en las órbitas de la Escuela de Frankfurt. De aquí surge la Teoría Critica. Es decir, el conflicto debe continuar bajo nuevas formas (ricos-pobres, padres-hijos, hombres-mujeres…) como medio de construir un único sistema mundial.
Desde el campo liberal y partiendo de las ideas de la escuela de Chicago y el centro de pensamiento del Instituto Tecnológico de Massachussetts, se dio forma al Consenso de Washington para establecer un conjunto de “formulas” comunes que llevasen a equiparar a todas las naciones-estados y que las encaminase por la misma senda de construcción de un único sistema mundial mediante dos ejecuciones de métodos de disolución de las naciones y fusión de los Estados.
¿Cómo se fue expresando este pacto o consenso?
En aquellas décadas de 1980 y 1990 los estados de democracia liberal eran los que más auspiciaban el globalismo vendiéndolo como difusión de la libertad, la democracia y el libre mercado. Pero fíjese en quiénes acogieron y aplicaron el Consenso de Washington hasta entrado el nuevo siglo, las organizaciones mundiales más intervencionistas: el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o la Organización Mundial del Comercio. Por su parte las potencias más destacadas marcaban la agenda de aplicación en las Cumbres del G7/G8 o en el Club Bilderberg, mientras que la ONU –con sus organizaciones- se convertía en el brazo gerente que expedía las ordenes que los gobiernos tenían que aplicar a nivel regional y local. Por su parte, los partidos de derecha defendían estas reuniones de organismos internacionales y magnates.
En la otra orilla, en contra -aparentemente- del globalismo, se situaba toda la izquierda socialista, comunista y anarquista que movilizaban a sus hordas cada vez que en alguna ciudad tenían lugar las reuniones de estos organismos internacionales. Además, desde la orilla izquierdista se constituyeron organizaciones y foros internacionales paralelos a los citados OMC, BM, FMI… por ejemplo: Foro Sao Paulo, Foro Económico Mundial (Foro Davos), Grupo Puebla, Foro Social Mundial, América Business Forum…
Los años finales del siglo XX y primeros del siglo XXI fueron el período del resurgir de Rusia al tiempo que China finalizó sus reformas económicas. De nuevo los tres grandes estaban en escena, luego era necesario ir a un nuevo pacto internacional. Estamos en 2001-2008.
Era necesario cancelar el Consenso de Washington y levantar un nuevo acuerdo internacional. Las élites tiránicas que estaban –y están- detrás de este entramado, no podían hacerlo por las bravas. Debían fabricar una situación que justificase el cambio. Un “terremoto”. Y qué casualidad, entre 2006 y 2008 se incuba la crisis que estalla ese mismo año y se extendería hasta entrada la segunda década del siglo XXI. Y qué casualidad el 15 de noviembre de 2008 el G20 se reunió en Washington.
¿En qué consistió el nuevo pacto?
El nuevo acuerdo consistió en que: por un lado, China consolidaría su capitalismo de Estado (modelo de mercado donde el Estado desempeña un papel predominante -directamente o mediante- empresas públicas y privadas) y se le permitiría una acción preponderante en los mercados internacionales.
Por otro lado, los estados de economía y democracia liberal introducirían las modificaciones necesarias para acercar sus economías hacia el capitalismo de Estado. Al mismo tiempo alterarían sus sistemas políticos para ir debilitando (primero) y restringiendo (seguidamente) las libertades clásicas, tanto las políticas como las personales. El objetivo es que los sistemas mundiales tiendan a la confluencia y se parezcan cada vez más al régimen político chino. Para que esta reforma fuese aceptada por los estados y pueblos occidentales se debía reiterar que la culpa de la crisis iniciada en 2008 era de las políticas liberales llevadas hasta ese momento por los estados occidentales. El resultado fue la proliferación de gobiernos de izquierdas como manos ejecutoras de las reformas.
Esto es, en resumen, confluencia económica y política con China como espejo. Y este es el punto en el que estamos. No es de extrañar que, ahora, tanto las derechas como las izquierdas políticas y sociológicas defiendan el globalismo.
¿Pero usted plantea que la transformación es mucho mayor y más profunda que una conjunción mundial en un único sistema político y económico?
Sí. La transformación no es ya sólo global, es Total: incluye no sólo los sistemas económicos y políticos y culturales sino también los religiosos, y la naturaleza y al propio ser humano.
Aquí entra la acción cultural desde las escuelas y los medios de comunicación. Por ejemplo la difusión del postecologismo, que propone que todo debe ser integrado en una conciencia global, Pachamama. Ya ha entrando en las conciencias occidentales que el ser humano es una simple pieza de este entramado Pachamama. Y para hacer efectiva la integración del ser humano en la Totalidad es necesario transformar al ser humano, hacerlo “evolucionar”.
Aquí entran los biólogos y genetistas diciendo que es necesario introducir cambios genéticos que mejoren la especie humana. Cambio que sean irreversibles y se transmitan a las siguientes generaciones. Es decir, el surgimiento de una nueva especie resultante de una evolución diseñada y controlada.
¿En qué consiste esta transformación del ser humano y cuál es el objetivo último?
Consiste en transformar a gran escala la humanidad y la naturaleza fusionándolas, tomando como eje la tecnología NBIC (fusión de la ingeniería genética, la nanotecnología y cognotecnología). Es a esto a lo que se llama “convergencia tecnológica”: unir las tecnologías de la información y comunicación con la inteligencia artificial, con las tecnologías cognitivas y de transferencia mental, con la nanotecnología, con la biotecnología e la ingeniería genética y la farmacología.
Esto supone la destrucción del ser humano y la fabricación de un nuevo ser que ya no es humano.
Efectivamente, es transhumanismo o más propiamente posthumanismo y sus símbolos los estamos viendo cada vez más a menudoen muchas compañías y proyectos de todo tipo: el H+ (el transhumano), el HH++ y el H∞ del poshumanismo.
¿Y técnicamente es posible?
La técnica utilizada es la CRISPR, mediante la cual se puede modificar, eliminar, cortar o replicar ADN. De hecho esto se consiguió en la década de 1990. El resultado fueron los seres modificados genéticamente. Se les llamaba transgénicos. Y se puede hacer lo mismo con óvulos, espermatozoides e incluso embriones.
Desde el Instituto Tecnológico de Masachusets Eric Drexler -uno de los ideólogos del transhumanismo- desarrolló nano ensambladores moleculares que podían unirse a la molécula de ARN, el resultado fue el ARN mensajero, ¿le suena?
Me suena a la llamada vacuna covid, que es de ARNm.
Efectivamente. Y actualmente la nanotecnología molecular permite utilizar ensambladores sintéticos, nanosensores sintéticos que se autorepliquen como en un enjambre.
¿La función de estos ensambladores sintéticos se limita a dar ordenes transformando al ser humano a nivel genético o hay algo más?
No sólo pueden dar ordenes, también recibir información y dar nuevas ordenes. Incluso se les podría enviar un virus. Esto se puede hacer con las tecnologías RFID (Radio Frequency Identification) y NFC (Near Field Communication).
Estos nanosensores pueden ser sencillos implantes que integran toda la información genética y personal del individuo y puedan dar ordenes a nivel molecular. Mediante el implante se puede interactuar con todo tipo de dispositivos.
Algunas de las empresas que están implicadas en esta “convergencia tecnológica” son: Google que está llevando a cabo el proyecto Cálicopara desarrollar químicos (fármacos) o mecanismos nanotécnicos que inyectados actúen como mensajeros. Vamos inyectables de ARN-mensajero. De hecho, como muy bien dice usted, la llamada vacuna COVID es un inyectable de ARN-mensajero.
Incluso hay compañías que trabajan en el desarrollo de cromosomas artificiales injertados en la célula. Aquí destaca el Future of Humanity Institute de Nick Bostrom, otro de los ideólogos del transhumanismo.
Otra de las principales compañías que están trabajando en este mundillo es el Battelle Memorial Institute, que invierte en diversas áreas conectadas como ecología y medioambiente (trasnformación del clima, vamos los famosos chemtrails), las energías renovables e investigan en nanotecnología genómica y biología cibernética así como en biodefensa y enfermedades infecciosas (como el llamado COVID).
El implante -desarrollado por empresas como Biohax o DSruptive- es una cápsula hecha de borosilicato, de 16 mm de largo y 2 mm de ancho. Incluso TMB (Transportes Metropolitanos de Barcelona) está considerando esta tecnología para implantar la T-Mobilidad.
También ya está disponible el interfaz neuronal cerebro-ordenador: las ondas neuronales son procesadas e interpretadas por el ordenador. Es decir, se puede decodificar el pensamiento y almacenarlo en un ordenador. Algunas de las empresas punteras en estos implantes son Neuralink y NeuroLife o la antes citada Battelle.
Google con Facebook (Mark Zuckerberg, transhumanista) y Paypal (Elon Musk, transhumanista) son los principales inversores de Vicarious, una compañía que se centra en el desarrollo de nanosensores aplicados al cortex cerebral,
Las compañías que se dedican a estos desarrollos también plantean crear una “nube útil” -lo llaman- de nanosensores en los individuos. Estos nanosensores podrían conectarse a una red y, por medio de comandos software, transmitir instrucciones mediante ondas, ¿transmitidas por antenas 5G? Es una casualidad que nos encierren a todos, nos quieran poner un inyectable de ARN-mensajero y que entre tanto florezcan antenas G5 como flores en el mes de mayo. Y digo yo que las casualidades no existen.
¿Podríamos llegar a estar todos conectados formando un único organismo?
Esta es la intención. Un gran cerebro cuántico dirigiría todo el operativo tanto individualmente como de cualquier grupo social, incluso la naturaleza. Este ordenador global integraría y controlaría el ecosistema o Pachamama- natural y artificial en el que nos desenvolveríamos. Nosotros sólo seremos una pieza al servicio de la Pachamama.
De hecho ya existe algo de esta red de superordenadores. Por ejemplo Watson Health de IBM ya tiene en funcionamiento superordenadores como Sumit y Sierra que, curiosamente, dicen que están implicados en la investigación COVID. Asimismo tenemos a Fujitsucon su superordenador Fugaku, a Lenovo con Marenostrum, Dell con HPC5 y a los chinos con Tianhe-2.
Si consiguiesen implantar a la mayoría de la población y montar esta red de superordenadores estaríamos ante la globalización y control total…
¿A caso no estamos recorriendo este camino de globalización y control total? Y la mayoría de la gente lo está aceptando sin rechistar. Aceptan que les quiten sus derechos y libertades más básicas y no protestan. Y se nos dice a la cara que ya siempre vamos a tener que convivir así y todo porque hay un “bicho”. Es decir, no vamos a recuperar nunca nuestros derechos y libertades. Y esto es a nivel mundial.