VÉRTIGOS Y MAREOS: EL ARTÍCULO (ACTUALIZADO)
http://www.arieljoselovsky.es/index.php/descargas.html...
Pude ser sorprendente plantear como una epidemia oculta los vértigos y mareos crónicos sin diagnóstico aparente o demostrable ni comprobable, pero sin dudas las personas sienten a diario esa tan desagradable sensación vertiginosa que incapacita una vida normal o plena, bien saben que es así.
En los últimos años aumentan día a día las consultas de personas que padecen vértigos y mareos en una proporción muy marcada con una clara tendencia hacia una progresión incierta y preocupante.
En realidad, nadie debería sorprenderse si se tiene en cuenta que el incremento se produce fundamentalmente en los centros de salud de las grandes ciudades y también en las de pequeña población.
Aunque no existen estadísticas ciertas, pues todavía nadie las hizo en los establecimientos estatales o privados, el crecimiento es innegable y la falta de diagnóstico certero también; si bien es cierto que la ansiedad está socialmente aceptada como un mal de nuestro tiempo y está relacionado con el estrés que se vive en los gigantes de cemento, los vértigos también ocurren en pequeñas poblaciones y la angustia se suma como otro factor del origen real del problema.
El motivo fundamental de la epidemia oculta es que en un principio el paciente se resiste a contar lo que siente. Cuando se atreve, recibe la solidaridad de la gente que lo rodea, pero cuando la situación se prolonga en el tiempo, inmediatamente puede observarse el fastidio y luego la incredulidad de quienes en el comienzo lo apoyaban, como consecuencia el paciente se retrae y la soledad del problema comienza a ser parte de la patología.
Teniendo siempre en cuenta que las emociones son la causa principal (a esto me refiero más extensamente en las próximas líneas), no sólo la soledad que vive el paciente es parte del problema, se le suma además la dificultad de dar con un correcto diagnóstico. Es muy común ver a través del tiempo el peregrinaje por especialistas y que los sofisticados estudios sean interminables, especialmente cuando en apariencia todo está bien y no hay ninguna patología visible, situación que lleva al paciente a su propia incredulidad, “equivocadamente cree estar perdiendo el propio juicio sobre lo que sucede”, manifestando que ya no entiende ni a su propio cuerpo, ni a el mismo en su padecer, ¿qué me sucede? es la gran cuestión.
Es evidente que la ansiedad va en aumento, si algo caracteriza a todos los pacientes vertiginosos, es su personalidad ansiosa que por supuesto data desde antes que se produjeran los síntomas de mareos, pero frente a éstos la ansiedad llega a su máxima expresión y por supuesto, agrava el síntoma.
Tratando de unir el concepto biológico con el psicológico, nunca un síntoma como el vértigo y los mareos, traduce en una sensación física de forma tan parecida la misma situación que se vive emocionalmente en la realidad cotidiana, cuerpo y sentimientos se unifican en inestabilidad.
El paciente en general está atravesando una etapa de cambio emocional significativo, esto convierte el cuadro no solo en ansiedad sino que se suma la angustia, un sentimiento característico de los seres humanos frente a las decisiones que pueden cambiar su forma de vivir frente a los avatares de la vida misma.
Por ejemplo, frente a una boda, la pérdida del trabajo, la llegada de un hijo, al finalizar los estudios o comenzar una carrera profesional; la inestabilidad de la nueva situación se transforma concretamente en una inestabilidad física expresada por su cuerpo a través de los mareos.....esta sería una explicación muy teórica si no la sustentamos con el proceso biológico subyacente.
La situación descrita que refiere como “no perder la cabeza” ante una situación emocional desconocida, es precisamente la de los músculos del cuello que son los “anclajes” de mantener el equilibrio de la cabeza.
En esta, nuestra cabeza, se encuentran nuestras principales fuentes de recepción de la comunicación con el medio externo: la mirada y los oídos. Ver y escuchar el mundo que nos rodea y demanda.
Los músculos del cuello son los únicos en todo el cuerpo que se conectan con el sistema regulador de equilibrio en forma doble. Todos los demás músculos poseen una conexión simple.
El sistema regulador del equilibrio utiliza la información de los músculos del cuerpo en general, para procesarla del resto de la información proveniente de oídos, visión y sensibilidad profunda de las articulaciones, conformar así la ubicación del cuerpo en el espacio.
Como una suerte de preponderancia biológica, el doble sistema de conexión de los músculos cervicales nos está marcando la importancia de éstos en la regulación del equilibrio. Cuando una persona se encuentra emocionalmente ansiosa tiende a contraer los músculos que unen la cabeza con los hombros y tensiona toda la musculatura que va desde la nuca hasta la parte más elevada de los hombros…..esta es la clara actitud de agresividad (igual que la de algunos animales que erizan el pelo de su lomo para intimidar en forma agresiva a su posible rival), por supuesto contenida en el individuo moderno. Este gesto que hacemos los seres humanos de acercar los hombros a la cabeza y tensionar la nuca, es un resabio del gesto que usaba el hombre primitivo durante sus actos de caza. La tensión de hombros y nuca, servía en aquel entonces, para dar punto de apoyo a su poderosa mandíbula que estaba mucho más desarrollada que la que poseemos hoy y que se constituía en su principal arma.
Es sabido que la memoria ancestral de la historia filogenética está guardada en la parte más primitiva de nuestro cerebro, conocida como lóbulo límbico. Seguramente hoy son otros los motivos por los cuales una persona quisiera morder, pero afortunadamente entre los adultos eso ya no se hace y se suprime, por supuesto que con mucha más tensión, en la zona crítica. Pero en los niños, en los cuales la educación social aún no se ha producido de forma total, es común ver estos mordiscos que a veces producen en sus juegos o cuando se enojan. No hay duda de que el hombre o mujer de “la vida moderna” y que se precie de serlo, varias veces en la semana se queja de su tensión cervical, todos sabemos de la agresividad que se vive en las urbes de alta densidad de población como también en las de pequeña población. Esta tensión cervical excesiva se transforma en un incesante flujo eléctrico conducido a través de los nervios, que en el caso de los músculos cervicales es un doble sistema nervioso que lo conecta con el sistema regulador del equilibrio corporal, fundamentalmente el cerebelo. Este va a obtener tanta y tan excesiva información que las señales de corrección que va a realizar a posteriori, se traducen en sensaciones equivocadas es entonces cuando se producen los vértigos y mareos. La situación se va a ver potenciada por la presión que los músculos cervicales ejercen en el cuello, sobre las arterias que van hacia el cerebro, fundamentalmente las arterias vertebrales que se hallan en la región de la nuca y que son responsables del cuarenta por ciento de la irrigación total del cerebro, pero que además, son las que esencialmente irrigan todos los elementos que participan en la regulación del equilibrio. Cuando la irrigación o el flujo sanguíneo se ven disminuidos, la sintomatología de vértigos y mareos se acompaña con molestos zumbidos y una disminución de la capacidad auditiva.
Es cierto que a esta sintomatología se le agrega el dolor cervical que es otro signo que casi siempre aparece en estos cuadros, pero tampoco sería extraño que esté ausente, hecho que no invalida la existencia de mareos. Puede haber tensión cervical sin dolor pero con mareos. Esta situación de ansiedad-tensión-mareos- aumento de ansiedad, forma un círculo vicioso que no remite con facilidad. La persona comienza a convivir con el cuadro soportando esta situación de forma crónica a veces durante años y su vida comienza a restringirse especialmente en lo social, ya que suelen ocurrir verdaderos ataques de pánico cuando un episodio sucede en público, cosa que es bastante común. El paciente refiere situaciones en las que creyó que iba a perder el conocimiento o como dicen sus protagonistas “sentí que me desmayaba”. Los lugares comunes son los grandes almacenes o supermercados, estos espacios poseen excesivos estímulos sensoriales como por ejemplo, luces, sonidos y un altísimo tránsito humano en distintas direcciones que produce una verdadera irritación sensorial. Lo primero que siente el sujeto es la sensación de estar desorientado, luego le sobreviene aturdimiento con sensación de inestabilidad, la persona comienza a ponerse virtualmente fóbica y produce una descarga de adrenalina que genera transpiración, palpitación, ahogo y aumento de la frecuencia respiratoria que culmina con una insoportable sensación de claustrofobia, si no se retirase del lugar sin duda la persona entraría en pánico. Paralelamente, siente primero que su cuerpo se pone muy tenso y luego una sensación de flojedad a la que podría sobrevenir la sensación de desmayo, hecho que paradójicamente casi nunca ocurre. Los aeropuertos y cines son otros lugares en los que se suelen experimentar incidentes de este tipo, también lo son los mismos ligares de trabajo. Es importante explicar a quien padece estos síntomas, que la tensión de los músculos cervicales a través de los mecanismos de confusión sensorial e hipoflujo sanguíneo transitorio, provoca mareos, pero los síntomas similares al desmayo que se caracteriza por la flojedad y la sensación de ahogo, son provocados en forma secundaria por el temor e inseguridad suscitados por la aparición repentina del mareo. En este momento hay una fuerte descarga de adrenalina, sustancia que es segregada por las glándulas suprarrenales y que produce sudoración, palpitaciones y aumento de la frecuencia respiratoria preparando al cuerpo para un estado de alerta o gran estrés. Inmediatamente sobreviene la descarga de otra hormona conocida como noradrenalina, que es segregada por la misma glándula pero con el efecto contrario, es vasodilatador y tiende a disminuir toda la tensión provocada antes, y es entonces cuando aparece esa sensación de flojedad y desmayo.
Cuando el paciente entra en esta etapa de gran miedo tiende a no salir de su casa y prefiere estar siempre en la cama, pues la considera un lugar seguro. Si sale a la calle suele hacerlo acompañado, pero a pesar de esto se encuentra temeroso. Esto es mucho más común de lo que uno cree, pero no tan conocido, ya que tanto el paciente como la familia tienden a no divulgar esta penosa situación. La depresión suele acompañar inmediatamente a esta sintomatología, y es precisamente a partir de aquella cuando comienzan a aflorar los verdaderos y profundos síntomas emocionales que habían generado tanta ansiedad. Cuando la depresión se hace más intensa el paciente siente que su cuerpo ya no responde con energías suficientes. Existe un virtual estado de desconexión entre la intención y el cuerpo, la persona aumenta entonces su preocupación, ya que no puede cumplir con sus demandas laborales y hogareñas. La ayuda psicológica es imprescindible para superar este estado. Desde el enfoque de la solución a nivel músculo fascial, está basado primero en la disminución de la tensión muscular, luego en la limpieza del tejido fibroso que se produce entre los músculos, y por último, en la alineación de los ejes de la columna cervical y de ésta con respecto al resto de los segmentos corporales.
Todos sabemos que tenemos un ojo dominante sobre el otro, esto significa que un ojo hace foco y el otro se acomoda, pero cuando esto se dificulta se produce una patología conocida como astigmatismo. Concretamente, los problemas en la acomodación visual frente a un punto determinado del campo visual. Es común que el paciente vertiginoso sufra de astigmatismo con anterioridad a la aparición de los síntomas. Recordemos que los músculos cervicales toman como referencia para acomodar la cabeza en el plano vertical que la mirada tenga un plano horizontal paralelo al suelo, por lo que cualquier alteración en el campo visual, y fundamentalmente en la acomodación, será compensada con ajustes en los músculos del cuello. De ninguna manera se debe esperar de aquel que sufre vértigos, que tenga necesariamente problemas de acomodación visual, pero sí es un dato para tener en cuenta. Otro elemento a considerar, desde el punto de vista biológico, es la tensión de los músculos que se ve aumentada cuando sentimos frío en forma intensa, y particularmente con los primeros fríos del año cuando aún el cuerpo no se encuentra adaptado a las bajas temperaturas. Si bien estas circunstancias provocan un aumento de la sintomatología, es imposible que produzcan vértigos por sí solas.
Las líneas precedentes tratan de dar una explicación biológica y psicológica, pero nos falta aún acomodar toda esta sintomatología en un contexto social, que fue en realidad con lo que habíamos empezado este libro.
Desde el punto de vista de la transmisión cultural, la idea de bajar la cabeza significa humillación o humildad, mientras que la idea de levantarla comunica dignidad. Todas las religiones proponen bajar la cabeza ante Dios como muestra de humildad y así reconocerlo como un ser superior. Desde que el poder existe entre los hombres, bajar la cabeza ante el que lo sustenta ha sido un signo de dominio y humillación, por el contrario mantener la cabeza firme y erguida como los soldados en su formación es un signo de dignidad. “Esconder la cabeza” o “llevar la frente bien alta” son dos conceptos que han tenido un claro sentido y vigencia desde siempre. Sin querer, la cultura popular ha dado un trabajo extra a los músculos cervicales y fundamentalmente a los de la nuca. En nuestros días, donde priva el individualismo, un cuello rígido a pesar de ser causante de dolor es un símbolo de éxito, y una cabeza caída es una expresión de fracaso. Claro que esto no es casualidad, los primeros músculos que aprendemos a mover en forma voluntaria son precisamente los músculos del cuello, y esto ocurre generalmente en los tres primeros meses de vida. Pero ya de adultos siguen siendo los músculos del cuello los responsables de mostrar nuestra voluntad ante la sociedad.
El vértigo y el mareo se definen como sensaciones subjetivas donde la persona siente que los objetos se mueven a pesar de tener conciencia de que esto no ocurre, por lo tanto es un problema de percepción. La percepción es precisamente un paso intermedio entre las sensaciones y emociones antes del pensamiento conciente; como ya sabemos, son muchos los elementos que pueden influir en este paso intermedio. Siempre desde la subjetividad estará presente, pero igual de forma concreta y objetiva el malestar existe, y de la misma forma se debería actuar frente a él, pero en tiempos actuales hay una realidad en la objetividad de medir la biología del ser humano solo en números y todo aquello que escapa a sus parámetros científicamente-tecnológicos aceptados es: enfermedad, esa realidad científica se auto-descalifica constantemente con la renovada tecnología que busca mas precisión en sus mediciones, a tal punto que los parámetros sanos se patologizan cíclicamente con el correr del tiempo.
Por “decreto científico” hasta el próximo número exacto, aun no demostrado y así sucesivamente, la ciencia crea nuevas enfermedades en el ser humano sano, por ejemplo la ternura no es medible científicamente, ni existe elemento tecnológico que demuestre de forma científica su existencia, pero la ternura existe y es inherente a la condición humana, esta solo se entiende en la realidad subjetiva de cada ser humano y su historia de vida.
No es necesario explicar que la falta de ternura en el desarrollo de la personalidad de un niño, llevará consigo una forma muy distinta de entender la vida cuando sea adulto y enfrente realidades subjetivas, a la de aquel que recibió adecuadamente la ternura necesaria y entendió la subjetividad de las emociones y sentimientos.
Sí es bueno recordar que el contacto corporal del bebé con su madre o los sustitutos lazos familiares son determinantes en el desarrollo y maduración del sistema nervioso, en particular con la parte conocida como glia (el tejido sostén y nutricio del SNC) la maduración incompleta de la glia traerá insuficiencia individualidad inmunológicas mas inmadurez enzimática.
Como es natural, “la ciencia hipertecnológica” no puede ni sabe medir la relación afectiva del recién nacido y su madre, pero una madre sí sabe de la necesidad de contacto y calor humano con su hijo/a.
Todo buen sanitario dedicado a la pediatría en su especialidad correspondiente, es un gran observador de este hecho de forma subjetiva, por eso nadie desprecia la experiencia del observador.
Las actitudes frente a la vida serán distintas entre la forma de resolver solo desde la lógica objetiva irrestrictita y medible en números, con la que acepta la lógica pero entiende los matices de la subjetividad de la realidad circundante y afecta al individuo como persona.
Personas inteligentes y muy lógicas frente a los síntomas se desesperan si no encuentran el diagnóstico lógico y medible, pero cuando la medicina de la evidencia lógica medible les devuelve: un “no hay diagnóstico-no hay enfermedad”, el síntoma suele agravarse por el desconcierto de la falta de objetividad, trayendo consigo la obsesión; esta es la que articula la vida del ser humano estrictamente lógico y su síntoma subjetivo sin diagnóstico claro.
La obsesión por el síntoma y su falta de diagnóstico biológico medible es mayor que la necesidad de entender qué refiere el síntoma desde la subjetividad de su reclamo.