Bryan Walsh
El futuro en el que viviremos dependerá en gran medida de equilibrar los beneficios que aporta la nueva tecnología con los riesgos y las desventajas que inevitablemente provoca.
Por qué es importante: la pandemia ha demostrado tanto el valor de la tecnología acelerada como la penalización cuando se ve frenada por la burocracia y la regulación, lecciones que sería inteligente tomar para un futuro que exige innovación.
Pero cada innovación tiene su lado oscuro y dependerá de nosotros gestionar ese campo minado.
El panorama general: en mi primer artículo de mi primer boletín hace casi dos años, escribí, "si aprovechamos adecuadamente las tecnologías amenazadoras y maduramos como especie, no solo podríamos sobrevivir al siglo XXI, sino prosperar en él".
Sigo creyendo eso, y la experiencia de la pandemia solo ha profundizado esa convicción.
Si bien ahora nos obsesionamos con la disminución de la eficacia de nuestras vacunas contra la nueva variante de Omicron, no debemos olvidar la maravilla científica que representan. Al comienzo de la pandemia, un cronograma optimista para el desarrollo de una nueva vacuna era de cuatro años , pero tuvimos las primeras inyecciones de ARNm en brazos en apenas un año.
Entre líneas: en todo caso, he llegado a creer que desde las pandemias hasta el cambio climático y el desarrollo humano, lo que necesitamos, en palabras del analista de política económica James Pethokoukis, es innovación "¡más rápido, por favor!"
La innovación, tanto de productos como de ideas, es principalmente lo que ha sacado a gran parte de la humanidad de la pobreza extrema y el estancamiento que fue nuestro estado de referencia durante la mayor parte de la historia de la humanidad .
Para luchar contra el cambio climático, para extender la prosperidad y la energía a los miles de millones que aún carecen de ella, debemos concentrarnos enérgicamente en acelerar la innovación y desmantelar los obstáculos políticos que se interponen en su camino.
En otras palabras, necesitamos más de todo , y lo necesitamos ahora.
Sí, pero: si he llegado a apreciar mejor los beneficios de una innovación más rápida, no he olvidado los peligros que presenta, tanto en la disrupción social que puede causar como en la posibilidad de que se utilice nueva tecnología, intencionada o accidentalmente. - con fines malignos.
Todavía no sabemos si la pandemia de COVID-19 fue el resultado de la fuga accidental en el laboratorio de un patógeno diseñado, como alegan algunos científicos , pero sí sabemos que las nuevas herramientas biológicas harán que sea cada vez más fácil crear insectos peligrosos .
La inteligencia artificial está preparada para despegar y podría ser un contribuyente vital al crecimiento de la productividad en el futuro, pero sus usos actuales ya conllevan la amenaza de vigilancia intrusiva y desempleo forzado, y a medida que madura, podría conducir a armas autónomas peligrosas o algo peor .
La geoingeniería podría representar nuestra última opción para evitar un cambio climático catastrófico, pero al precio de jugar con un sistema natural increíblemente complejo.
El otro lado: puede ser fácil ver a las personas que están en contra de construir más viviendas o construir nuevos proyectos de energía renovable o expandir los alimentos genéticamente modificados como enemigos del progreso , pero la innovación acelerada tiene un costo que va más allá de los riesgos de mal uso.
Los seres humanos a menudo tienen un interés personal en cómo son las cosas, y las innovaciones que podrían mejorarnos en conjunto, como viviendas más densas en las ciudades, aún pueden empeorar la situación a nivel individual.
La lucha continua para vacunar a decenas de millones de estadounidenses contra el COVID-19 demuestra los límites de incluso los mejores arreglos técnicos si no van acompañados de una política social que aborde esos temores.
Lo que sigue: Un futuro mejor, con suerte.
Mi burbuja de pensamiento: Para mí, eso requeriría reclamar la idea del progreso en sí mismo como algo bueno, un concepto que ha caído en desgracia en las últimas décadas debido a que los efectos secundarios ambientales, económicos y sociales de la tecnología se han vuelto más difíciles de ignorar.
Pero el progreso es una carrera que no podemos dejar de correr, tanto porque muchos aún no han tenido la oportunidad de participar en la competición como porque todavía tenemos que superar las amenazas que se avecinan.
