Principios básicos para invertir bien en deuda pública
Publicado en Expansión por S. Píérez
La preocupación de los inversores por preservar su capital sigue vigente, y las crecientes necesidades de financiación de los estados están proporcionando una solución en bandeja. Se trata de la deuda pública.
La recesión está obligando a los gobiernos de los países desarrollados a poner la máquina de las emisiones a pleno rendimiento. Los bancos Sociíétíé Gíéníérale y Goldman Sachs prevíén una colocación de papel respaldada por los estados cercana al billón de euros durante 2009 en la zona del euro, y de en torno a 2 billones de dólares en EEUU. Con independencia de cómo digerirá el mercado semejante avalancha de bonos soberanos (ver información adjunta), la oferta de estos activos –considerados habitualmente como un refugio– se está ampliando enormemente, abriendo las opciones de inversión para los ahorradores.
¿Quíé plazo es el más interesante? ¿Cuáles son las áreas geográficas con mayor atractivo? ¿En quíé claves hay que fijarse? No hay una respuesta única: depende, como siempre, de las necesidades y objetivos de cada inversor.
Lo primero que conviene distinguir es si la inversión se hace a vencimiento –en cuyo caso se recupera lo invertido más un interíés (el llamado cupón) que se recibe anualmente–, o con intención de deshacerla con anterioridad, lo que supone que se está expuesto a los riesgos de la negociación en el mercado y a la evolución de los tipos de interíés.
Los gestores están incorporando a las carteras pequeños porcentajes de renta fija con riesgo
En el primer supuesto, que sería el más indicado para los ahorradores con aversión al riesgo, los expertos consideran que la rentabilidad de los bonos a largo plazo –a partir de 5 años– es bastante atractiva en algunos países europeos entre los que se incluye España. Las obligaciones españolas a diez años ofrecen un rendimiento del 4,197%. Es cierto que la rentabilidad de los bonos españoles –que se mueve en sentido inverso a los precios– ha aumentado considerablemente por la rebaja del ráting de la deuda del Reino de España (–de AAA a AA+) – por parte de la agencia de calificación de riesgos Standard & Poor’s el pasado 19 de enero.
Poco riesgo
Sin embargo, los profesionales descartan que el Estado español, pese a que vaya a sufrir, tenga problemas para hacer frente en el futuro al pago de su deuda, por lo que no dudan en recomendar estos activos frente a los bonos de otros países europeos que mantienen la máxima calificación crediticia, como Alemania. “El diferencial entre el bono español y el alemán –alrededor de 110 puntos básicos–no lo veíamos desde antes de la puesta en marcha del euro, y estaría indicando más posibilidades de que España no pudiera mantenerse en la moneda única a que ocurriera lo contrarioâ€, explica Josíé Manuel Villamor, director de inversiones de A&G.
Los profesionales “apenas ven valor†en los bonos estadounidenses –el 10 años ofrece un 2,759%– y los alemanes –un 3,087% para el mismo plazo– y apuntan el mayor interíés relativo, despuíés de los activos españoles, de los franceses –un 3,566%– italianos –un 4,325%– y griegos –un 5,722%–. Y descartan la deuda pública de los países expuestos a Europa del Este –área que lo va a pasar mal–, como Austria.
En todo caso, los expertos sostienen que la renta fija a largo plazo “ya no funciona tanto como un activo refugioâ€, como dice Ignacio Victoriano, analista de Renta 4. “Si sales de la renta variable y buscas refugiarte en deuda, es mejor hacerlo en plazos cortosâ€, apunta este experto. Eso pese a que las rentabilidades en estos productos es actualmente exigua. Los bonos estadounidenses a dos años ofrecen un rendimiento del 0,875%; los alemanes, del 1,298%%, y los españoles, del 1,452%.
Optar por una duración corta en la inversión en deuda pública otorga un mayor margen de maniobra respecto a la evolución de los tipos de interíés.
Actualmente, se esperan recortes en el precio oficial del dinero europeo –que se sitúa en el 2%–, con lo que se producirán ajustes a la baja de las rentabilidades de las emisiones vigentes, que vendrán unidas al consiguiente repunte de los precios. “Lo que queda por bajar los tipos en Europa es lo que se puede ganar con la renta fija a corto plazoâ€, comenta Rubíén García Páez, director general de Threadneedle para Iberia, Latinoamíérica e Italia. í‰sta sería una apuesta a la revalorización del título, algo similar a la inversión en bolsa en la que se compra un activo a un precio para venderlo más caro.
A travíés de fondos
Sea cual sea el horizonte temporal que se adecue más a los intereses del ahorrador, y aunque el mercado de deuda pública es perfectamente accesible para el particular (ver información adjunta), la mayoría de los expertos recomienda entrar en renta fija a travíés de los fondos de inversión. Sin embargo, se debe tener en cuenta que los gestores de estos productos apuestan tanto a revalorizaciones en el precio como a ingresos vía cupón, por lo que invertir en deuda pública a travíés de fondos puede acarrear píérdidas.
Con todo, “te permite sacarle partido a los movimientos dentro de la curva de los tipos de interíés, con poco riesgo porque está gestionado por profesionalesâ€, afirma Marián Fernández, gestora de Inversis Banco. La inversión en este tipo de activos a travíés de fondos de inversión permite, además, añadir un porcentaje pequeño de exposición a renta fija con más riesgo, pero tambiíén con mayores expectativas de rentabilidad, como es el caso de la deuda pública de algunos países emergentes.
Eso sí, con “mucho cuidadoâ€, como subraya Villamor. “Hay que ser muy selectivos, pero determinados países emergentes tienen balances más sólidos incluso que sus contrapartes. Lo que está ocurriendo ahora es que, con la aversión al riesgo, sufren más, pero son una interesante opción a largo plazo, en moneda localâ€, sostiene Sasha Evers, director de BNY Mellon AM Iberia.
En este sentido, Brasil es uno de los mercados favoritos de los expertos, y la deuda pública del gigante sudamericano es la que tiene más peso en el BNY Mellon Emerging Markets Debt Local Currency Fund, que incluye además renta fija soberana de otros nueve países emergentes. El fondo acumula unas del ganancias del 3,7% en lo que va de año.
Otra opción que proponen los gestores de fondos es aprovechar las oportunidades que ofrece la renta fija corporativa de alta calidad, incorporando un mínimo porcentaje de estos activos en las carteras de bonos para tratar de arañar pizcas de rentabilidad. Así funciona, por ejemplo, el Threadneedle Target Return Fund, un producto “muy conservador†(gana un 8,26% en los últimos doce meses), compuesto en su mayoría por deuda gubernamental – “hace unos meses era totalmente deuda públicaâ€, apunta García–, de la que el 67% es AAA, a la que se va sumando deuda corporativa con grado de inversión. Hay que precisar que este producto está dirigido a inversores institucionales.
Efectos del papel que viene
¿Quíé va a pasar con todo ese papel que se avecina? “Todo depende del binomio rentabilidad/riesgo. El coste para los gobiernos aumenta simplemente por que haya en circulación una mayor volumen de papel. Pero si se ofrece algo interesante, se compraráâ€, dice Ignacio Victoriano, analista de Renta 4.
Los expertos coinciden en señalar que, teóricamente, con más papel en el mercado, los estados deberían lanzar emisiones a precios más bajos y, en consecuencia, rentabilidades más altas. Pero Marian Fernández, gestora de Inversis Banco, señala que “no conviene llamarse a engaño. Con expectativas de crecimiento de las economías mundiales tan bajas, no debería extrañar que las rentabilidades se mantengan tambiíén bajas. Ya pasó en Japónâ€.
Otros expertos subrayan que las medidas que están adoptando los gobiernos pueden acabar generando inflación, con lo que “aunque vayan a seguir las emisiones, los tipos de interíés tambiíén van a subirâ€, opina Josíé Manuel Villamor, director de inversiones de A&G. Pero tampoco faltan quienes, convencidos de que la recesión será larga y profunda, comienzan a advertir cierto riesgo de que se estíé generando un demanda irracional por la deuda pública que acabe creando una nueva burbuja.