El optimismo puede volver al mercado en el segundo semestre
Por Tania Juanes en Cinco Días
Hochman admite que esta crisis es diferente a otras precedentes, pero cree que el comportamiento de los inversores repetirá los pasos seguidos en otras etapas negativas anteriores. Desde su punto de vista tíécnico, cree que el optimismo volverá en la segunda parte del año de la mano de los inversores institucionales.
Con una crisis como la actual, que desborda lo sucedido en etapas bajistas anteriores, ¿quedan parámetros válidos que permitan indicar quíé puede ocurrir en los mercados en un horizonte no demasiado lejano?
Lo más importante en mi trabajo es ser objetivo, en lo que enfocó mis análisis y en donde me centro es en la evolución del sentimiento del mercado. A pesar de que los problemas actuales tienen razones muy distintas y orígenes muy diferentes al de otras crisis, la tendencia del comportamiento de los inversores es muy parecida. Lo que mueve el mercado es prácticamente lo mismo. Pero en esta etapa, el sentimiento es peor porque los mercados han caído muy rápidamente, por eso ha aumentado la angustia. Además, la subida de todos los activos en los últimos años nos metió en una atmósfera falsa de seguridad. Hay una cosa que se debe aprender: que no hay almuerzo gratis para todo el mundo en todo momento. Eso no existe.
¿Cuándo va a volver el optimismo al mercado?
En todos los mercados se produce el mismo proceso: al optimismo y la euforia le suceden la ansiedad, la depresión, el miedo, el pánico... Pero en el punto máximo de declive, que es donde ahora estamos, es cuando se presentan mejores oportunidades financieras porque los mercados están muy bajos. El problema es que en general se compra cuando están en la parte alta de la curva. ¿Quíé está sucediendo? Pues que la moral sube un poco, pero enseguida vuelve a bajar. Pese a esto, creo que en la segunda parte del año podemos recuperar otra vez algo del optimismo. Ahora es demasiado pronto.
Tambiíén es importante recordar que los mercados suben unos seis meses antes de la recuperación del sentimiento de los consumidores y de los pequeños inversores, más influidos por datos como el paro, que para los institucionales es un indicador retrasado. Lo mismo pasó en 2003.
Pero ¿no van a saltar algunas de las pautas de actuación hasta ahora admitidas?
Creo que definitivamente se va volver a la simplicidad en las inversiones, sin estructuras raras o cócteles de productos. Los inversores van a estar muy pendientes de comprender quíé compran. Creo que sí habrá un espacio para los fondos de gestión alternativa, para los que sean transparentes. Los reguladores van a poner mucha atención en etiquetar esos activos, fijando un perfil específico de riesgo. Antes no hicieron su trabajo adecuadamente.
Quizá sea un buen momento para invertir, pero ¿no es más prudente huir de algunas áreas?
Un principio en el que sigo creyendo es que lo mejor para un inversor es tener una cartera bien diversificada. Contar con una amplia gama de activos: renta variable, renta fija pública, corporativa... Tambiíén es positivo constituir una cartera a largo plazo, estable, en la que se introduzcan cambios de asignación con objetivos temporales.
¿Dónde se divisará antes esa luz que muestra los últimos kilómetros del túnel?
En los últimos años, la correlación entre las Bolsas de Europa, Amíérica y Asia ha sido muy fuertes. Hay un consenso entre los expertos en que la primera economía en entrar en el crisis -Estados Unidos- va a ser la primera en salir. Pero creo que, aunque Europa tarde más en superar los problemas macroeconómicos, los mercados europeos se recuperarán al mismo tiempo que los de Estados Unidos. Será global, tambiíén para Asia, a excepción de Japón, que ha mostrado un fuerte dinamismo.
Pero la correlación no se está produciendo en los BRIC -Brasil, Rusia, India y China-, ¿hay ahora un sentimiento diferente para estos mercados?
De los emergentes, Brasil y China son los que están en mejor situación y con perspectivas más optimistas. En el caso de China, el mercado ha mejorado antes que otros, y esta evolución tiene que ver con las medidas del Gobierno encaminadas a reactivar la economía, como la inversión en infraestructuras, que ha sido muy positivo para las empresas locales. Brasil está muy bien posicionado, en parte porque las finanzas del estado son más saludables que la de otros emergentes. Por el contrario, Rusia depende demasiado del petróleo.
¿Cuáles son los sectores empresariales más idóneos en una etapa tan difícil como la actual?
Hay un principio de inversión que se ha mantenido en los últimos años: en las etapas bajistas, los inversores apuestan por sectores defensivos, y en las alcistas, por cíclicos. Lo que estamos viendo es que no siempre los defensivos lo hacen mejor. Pienso que en la segunda mitad del año, despuíés de la próxima corrección, vamos a ver muchas oportunidades en los cíclicos -consumo, tecnología, industriales o materias primas- y que son ellos los que van a introducir el rally alcista de las Bolsas. Y lo harán con un crecimiento sostenido.
El atractivo de la alta rentabilidad
Actuar con cautela no es un obstáculo para incluir en las carteras activos con más riesgo, que cuentan con el atractivo de la elevada rentabilidad. í‰sta es una posibilidad que defiende Jeffrey Hochman, quien cita en ese colectivo a los bonos high yield. 'Tienen más riesgo, pero esa deuda es una oportunidad muy interesante, aunque no conviene tener un porcentaje muy elevado y es mejor entrar a travíés de fondos para diversificar', afirma. Y recuerda que la renta fija se ha comportado últimamente mejor que la renta variable. 'Lo que puede ocurrir más adelante es que se produzca una fuerte reversión de ese comportamiento, porque la gente empiece a comprar renta variable en detrimento de la fija. Esto no sería particularmente bueno y creo que no va a suceder todavía, pero es necesario estar atentos', subraya. En esta línea añade que, hoy por hoy, el mercado de bonos, especialmente los soberanos, se está viendo como el activo más seguro, pero que en algún momento los inversores se darán cuenta que puede que no sea siempre así. Y concluye que no todas las finanzas de los Gobiernos son suficientemente sólidas por la elevada cantidad de deuda que están emitiendo.