NUEVA YORK (AP) —
A medida que se acerca el invierno, las naciones europeas, desesperadas por reemplazar el gas natural que una vez le compraron a Rusia, adoptaron una solución a corto plazo: una serie de aproximadamente 20 terminales flotantes que recibirían gas natural licuado de otros países y convertirlo en combustible para calefacción.
Sin embargo, el plan, con las primeras terminales flotantes preparadas para entregar gas natural a finales de año, ha despertado las alarmas entre los científicos que temen las consecuencias a largo plazo para el medio ambiente. Advierten que estas terminales perpetuarían la dependencia de Europa del gas natural, que libera metano y dióxido de carbono que calientan el clima cuando se produce, transporta y quema.
Algunos científicos dicen que les preocupa que las terminales flotantes terminen convirtiéndose en un proveedor a largo plazo de las vastas necesidades energéticas de Europa que podrían durar años, si no décadas. Tal tendencia podría hacer retroceder los esfuerzos de reducción de emisiones que, según los expertos, no se han movido lo suficientemente rápido como para frenar el daño que se está causando al medio ambiente global.