El número de inversores en terrenos agrícolas se ha multiplicado por 10 en los últimos años. Se trata de un activo refugio que ofrece una rentabilidad segura y estable. Además, su revalorización supera tradicionalmente a la inflación.
Las fincas rústicas se han convertido en objeto de deseo por parte de los fondos de capital riesgo y de las empresas inmobiliarias. Se ha desatado una auténtica fiebre por el agrobusiness. Los inversores buscan en la tierra la rentabilidad duradera.