Los países ricos, especialmente aquellos con baby boomers jubilados y tasas de natalidad en descenso, necesitan mayores fuentes de trabajadores para llenar los vacíos laborales y aliviar la inflación.
Esto es especialmente cierto en áreas de la economía estadounidense como la construcción, la manufactura, la agricultura y el transporte, que generalmente registran niveles más bajos de participación de la población nativa.
Si bien muchos países más ricos, como Japón, Corea del Sur, Alemania y España, están modificando sus leyes para incorporar mano de obra extranjera, es un problema menor en Estados Unidos, que está experimentando miles de cruces de inmigrantes al día en su frontera sur.
En 2023, los nacidos en el extranjero representaban el 18,6% de la fuerza laboral civil estadounidense, según el Departamento de Trabajo de Estados Unidos, que incluye en sus cifras a inmigrantes legales, refugiados, residentes temporales como estudiantes y trabajadores temporales, y inmigrantes indocumentados.
Esas cifras han sido sacadas a la luz por defensores de la inmigración ilegal, que han advertido que los estadounidenses están perdiendo empleos a manos de extranjeros que están dispuestos a trabajar por menos dinero.
También se han emitido advertencias sobre el costo de los servicios públicos para los inmigrantes, como la atención médica y la educación, especialmente si pagan pocos o ningún impuesto.