Hay dos paradigmas sostenibles pero diametralmente opuestos para entender la correspondencia entre las matemáticas y la física, una dicotomía discutida desde Platón y Aristóteles. Según el paradigma aristotíélico, la realidad física es fundamental y el lenguaje matemático es apenas una aproximación útil a ella. Según el platónico, la estructura matemática es la realidad autíéntica y los observadores la perciben de manera imperfecta. En otras palabras, los dos paradigmas difieren sobre quíé cosa es más básica, si la perspectiva de rana del observador o la de ave de las leyes físicas. El paradigma aristotíélico prefiere la de la rana, mientras que el platónico opta por la del ave.
Cuando niños, mucho antes de saber que las matemáticas existían, fuimos adoctrinados en el paradigma aristotíélico. La visión platónica es un gusto adquirido. Los físicos teóricos modernos tienden a ser platónicos, sospechan que las matemáticas son tan buenas para describir el Universo porque íéste es inherentemente matemático. Entonces, toda la física es, en resumidas cuentas, un conjunto de problemas matemáticos: en principio, un matemático con inteligencia ilimitada y recursos podría en principio calcular la perspectiva de la rana; es decir, calcular quíé observadores conscientes hay en el Universo, quíé perciben, y quíé lenguajes inventan para comunicar sus percepciones.
Una estructura matemática es una entidad abstracta e inmutable que está fuera del espacio y del tiempo. Si la historia fuera un filme, la estructura correspondería no a un cuadro, sino a todo el rollo de película. Consideremos, por ejemplo, un mundo formado por partículas puntuales que se mueven en un espacio tridimensional. En un espacio-tiempo tetradimensional (la perspectiva del ave) las trayectorias de esas partículas semejan una maraña de fideos. Si la rana ve una partícula que se mueve a velocidad constante, el ave percibe una fibra recta de fideo. Si la rana ve un par de partículas en órbita mutua, el ave percibe dos tramos de fideo trenzados, como una doble híélice. Para la rana, el mundo se describe mediante las leyes del movimiento y gravitación de Newton. Para el ave, se describe mediante la geometría de la pasta: una estructura matemática. La propia rana es simplemente un conjunto de fideos, cuyo complejo trenzado corresponde a un aglutinamiento de partículas que almacenan y procesan información. Nuestro universo es bastante más complicado que ese ejemplo, y los científicos todavía no saben a quíé estructura matemática corresponde, si es que corresponde a alguna.