DELFíN MELERO 29/03/09 - 00:00.
España ganó la batalla al ejíército otomano a balón parado. Una falta botada por Xavi, rematada de primeras por Ramos y culminada por Piquíé acabó con los problemas y abrió el telón de otra obra de arte mandando en el marcador. España se encontró con un partido que mide selecciones, el más incómodo en mucho tiempo, y acabó haciendo lo de siempre, ganar.
La costumbre de la victoria es maravillosa en una selección con marca. En el Bernabíéu, superó un duro obstáculo. El impulso para elevarse ante la adversidad surgió en una falta lateral. España no había encontrado su camino, el de los violines de siempre, ante una Turquía inteligente, incómoda. Xavi colgó el cuero al segundo palo y Piquíé firmó el final otomano. El tanto fue el origen del sello de la campeona de Europa que, tras el gol, finiquitó los problemas y encontró su fútbol, sus notas sinfónicas. Turquía, la de la rendición imposible, sacó la bandera blanca ante la conquistadora del Viejo Continente.
Hasta la diana de Piquíé, el problema era una realidad. Turquía encontró el arma para incomodar el fútbol español. Líneas adelantadas y muy juntas, presión asfixiante para esperar un robo y sorprender. Así, pudo adelantarse en La Castellana. Casillas sacó una mano de santo a latigazo de Nihat para evitar el golpe del ejíército de Fatih Terim. La salvación de Iker fue tan milagrosa que ni la vio el línea, que dictaminó saque de puerta.
El ejíército de Fatih Terim
Turquía borró las virtudes de España hasta la segunda mitad. Los turcos, que se toman cada partido como una muestra de amor patrio, se grabaron la lección a fuego. La Roja no encontró huecos para golpear y su primer disparo a puerta lo realizó al borde del descanso, un trallazo de Torres que sacó Volkan. Con Villa acudiendo al rescate en la derecha y Cazorla por el costado del '11', a España le faltó abrir la partitura por las bandas.
Los de Del Bosque pecaron de cierta timidez. A Turquía, además, no le importó saltarse el reglamento. Parar a Xavi era una obsesión, fuese por lo civil o por lo criminal. Paciente, España no vio la luz, confiando en el paso por vestuarios.
Mata, otro añadido
Ya en la segunda parte, los indicios de recuperación se hicieron realidad en la jugada del gol. España encontró premio en uno de sus múltiples caminos. Ahí, se acabó Turquía y la campeona de Europa encontró su fútbol de siempre, una maravilla. Además, debutó Mata, que fue el primer cambio de España. La selección ganó otro gigante bajito.
Las mejores imágenes del encuentro
Atrás, Piquíé y Albiol se agrandaron. La pareja, presente y futuro, acertó en todo lo que hizo. Apareció cuando tuvo que hacerlo, cortó las alas turcas en su momento e inició el fútbol desde atrás. En el lateral, Ramos completó un partido de los que ya no se le recordaban. Un portento, fue siempre una solución por un costado que hizo suyo de portería a portería.
Con el debut de Mata, España inició otro plan igual de efectivo y brillante. Dos bandas personificadas y Torres en punta. La entrada de Silva por Cazorla no cambió el esquema. La Roja, desde la ventaja, fue la de siempre. Circulación y llegada. Volkan y el punto de mira de los nuestros evitaron un segundo golpe.
Disfrutó el Bernabíéu, disfrutó España de otro partido más. 30 encuentros sin perder, 10 partidos seguidos con alegría y un fútbol inigualable. Ganar, ganar y ganar. Luis Aragoníés, el origen de la obra, se lo metió en la cabeza a la campeona de Europa. Del Bosque y el país entero celebran la herencia. Es España, la invencible.
delfín.melero@marca.com