¿Hasta dónde podemos caer?
Por ELISABETH NOGALES.
Cada vez estoy más convencido de que los economistas nos parecemos mucho a los míédicos. Nuestra capacidad de diagnóstico es bastante buena; pero nos cuesta determinar con precisión cuál puede ser la evolución de una enfermedad, sea íésta una infección o un desequilibrio en el mercado de trabajo. Si a un míédico le resulta difícil, por lo general, saber cómo estará un enfermo con una dolencia grave dentro de un año, los economistas tenemos serios problemas para predecir, por ejemplo, la tasa de paro en la economía española al final de año.
Como muchos enfermos, los gobiernos mienten con respecto a su salud y cuentan historias falsas. Los datos oficiales de paro referidos al pasado mes de marzo muestran una cifra de 3,6 millones de desempleados. Todo el mundo sabe, sin embargo, que esto no es verdad y que se está sacando de las estadísticas a unos trescientos mil parados; lo que supone que la cifra real alcanza ya los cuatro millones. Hace apenas un año, Solbes afirmaba que, en el peor de los casos, la cifra de paro alcanzaría un nivel cercano al 10%. ¿Ineptitud o mentira? Seguramente ambas cosas. El Gobierno se ha equivocado en sus estimaciones de una forma lamentable; pero todo indica que el error ha ido acompañado de una clara idea de ocultar la realidad a la opinión pública. Primero, porque nos acercábamos a unas elecciones generales; más tarde, porque siempre resulta difícil reconocer que se ha mentido a los votantes.
No tenemos capacidad para predecir hasta dónde puede llegar el paro Esto no tiene ya solución. Pero lo grave es que el deterioro de las cifras no se reduce. Esta crisis presenta en España la peculiaridad de que las estimaciones llevan ya muchos meses empeorando de forma sistemática. Cada nueva predicción es notablemente peor que la anterior; y presenta cifras que sólo unos meses antes se habrían considerados catastrofistas. La Comisión Europea acaba de hacer pública una estimación sobre el desempleo en España, de acuerdo con la cual cabe esperar una pequeña mejora de carácter estacional a partir mercado de los meses de abril o mayo; pero añade que, si no se adoptan medidas serias, el deterioro del mercado de trabajo continuará a o largo de los meses siguientes. Hasta el punto de que la opinión pública se está planteando ya si existe alguna cifra de desempleados que pueda considerarse un techo más allá de la cual no sea posible subir.
La respuesta, por desgracia, no puede ser afirmativa. No tenemos capacidad para predecir hasta dónde puede llegar el paro, como no podemos saber cuánto puede reducirse en 2009 y 2010 la renta nacional. El número de variables es demasiado elevado para poder hacer una predicción fiable. Sabemos que la economía española está, en todo lo que se refiere al tema del paro, en una situación mucho peor que la de otros países europeos; y somos capaces de explicar las razones por las que esto sucede. Pero mucho me temo que nadie puede decir dónde está el límite.
Lo único sensato que puede hacerse en estos momentos es tratar de reformar una regulación obsoleta que, perjudicial en los momentos de bonanza, ha sido letal para el empleo desde que empezó la crisis. Hoy yo no me preocuparía tanto en tratar de acertar en las cifras como de cambiar su evolución. Y en este tema sí existe un consenso entre los economistas con respecto a lo que debería hacer…que es, justamente, lo que no se está haciendo.
Francisco Cabrillo es catedrático de Economía.