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Autor Tema: Villar Mir cierra la sucesión del imperio que nació de una peseta  (Leído 4337 veces)

Zorro

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Villar Mir cierra la sucesión del imperio que nació de una peseta

Por Ruth Ugalde en El eEconomista

El último dí­a de julio de 1987, mientras media España vaciaba la cuenta corriente para disfrutar de unas merecidas vacaciones, Juan Miguel Villar Mir (Madrid, 1931) sacó del bolsillo una peseta, la puso sobre la mesa, y empezó a crear uno de los mayores holdings empresariales de capital exclusivamente español. Esta pequeña moneda, equivalente a 0,006 cíéntimos de euro, fue toda la inversión que necesitó para adquirir la constructora Obrascón, germen de OHL.

Nada que ver el pasado con el presente, porque apenas veinte años despuíés, es la sexta compañí­a de infraestructuras de España y el último fichaje del selectivo í­ndice Ibex 35, con valor en bolsa de 723 millones de euros (120.297 millones de las antiguas pesetas).

Pero se trata sólo de la punta del iceberg, porque el imperio de Juan Miguel Villar Mir -ingeniero de Caminos, doctor en Derecho, ex ministro de Hacienda, ex vicepresidente económico del Gobierno, ex catedrático por partida doble y siempre empresario- incluye el mayor productor de fertilizantes de Europa (Fertiberia), el lí­der mundial en la producción de silicio metal (Ferroatlántica), e Inmobiliaria Espacio, una de las pocas compañí­as del sector que puede presumir de estar creciendo en plena crisis.

Suma y sigue
Porque, lejos de quedarse quieto, el empresario ha decidido extender las fronteras de su imperio hacia la energí­a, con la creación de GVM Energí­a, cabecera bajo la cual ha aglutinado los activos que ya tení­a en el sector, y que suman unos ingresos de 47 millones de euros; y ha puesto en marcha tres ambiciosos proyectos: una planta de regasificación y dos ciclos combinados en Huelva, un parque eólico off-shore, tres centrales hidroelíéctricas en la región china de Sichuan, además de estar pujando por los activos en venta de Unión Fenosa.

Todo este abanico de empresas permite afirmar que, probablemente, Grupo Villar sea el mayor holding de capital exclusivamente español, con 7.200 millones de facturación y más de 500 millones de beneficio. Controlado por Juan Miguel Villar Mir, el empresario ha movido muchas fichas en el último año para tener atada, y bien atada, la sucesión de su imperio.

En el último año, además de refrendar a su hijo, Juan Villar Mir de Fuentes, como vicepresidente y consejero delegado de Grupo Villar Mir e Inmobiliaria Espacio, principales cabeceras del imperio, le ha concedido el mismo poder ejecutivo en Espacio Activos Financieros, sociedad que en los últimos meses ha ha realizado diversos intercambios de tí­tulos sobre la participación familiar en OHL .

A su yerno, Javier López Madrid, tambiíén le ha sentado en el máximo órgano de administración de Espacio Activos Financieros, como consejero, además de ascenderle al sillón compartido de consejero delegado de Grupo Villar.

Una sucesión pautada
Estos ajustes van cerrando la sucesión ordenada del holding, cuyos primeros puestos se completaron con el nombramiento de Eduardo Montes como presidente de Ferroatlántica, en enero de 2008, mientras que Francisco de la Riva ocupa el primer sillón en Fertiberia.

Sin embargo, esta organización de cargos no significa que Juan Miguel Villar Mir haya soltado las riendas de su imperio, ya que mantiene el cargo de presidente y consejero delegado en todas las sociedades de cabecera (Grupo Villar Mir, Espacio y Espacio Activos Financieros), y en OHL.

Organizar la sucesión del holding era el último fleco que quedaba pendiente en la historia de este grupo. Un holding que Villar Mir asegura haber levantando con dos secretos: trabajo y austeridad. Porque el empresario siempre ha valorado hasta la última peseta tanto como hizo con la primera. Lógico, si se tiene en cuenta que ha construido su grupo sobre las cenizas de empresas en quiebras.

El resurector de empresas
Pero tampoco es justo decir que adquirió Obrascón sólo por una peseta, ya que tambiíén asumió los seis millones de píérdidas de la constructora. Ni que fue el comienzo de su imperio, porque ya estaba en el inmobiliario. Pero sí­ que marca un antes y un despuíés en la configuración del emporio.

En realidad, quien compró esta constructora fue Inmobiliaria Espacio, que tambiíén habí­a sido adquirida por Villar Mir en julio de 1987, es decir, pocos dí­as antes que Obrascón. Otro punto que no puede olvidarse para comprender cómo se ha creado este holding es la figura del vendedor de sendas empresas: Altos Hornos de Vizcaya, un gigante cuya crisis aprovechó Villar Mir para poner las primeras piedras de su imperio.

Todo un reto, pero controlado, porque el empresario conocí­a bien el terreno que pisaba. A finales de la díécada de los 60 presidió el gigante vasco. Por eso, quizás, Villar Mir sabí­a que Obrascón tení­a remedio, como demostró en apenas cuatros años, cuando la constructora pudo volver a cotizar.

Pero el empresario contaba con otro importante as bajo la manga: su experiencia. Una ciencia no sólo valiosa por el número de años que llevaba en activo (cuando empezó a construir su holding ya tení­a 56 años), sino por la calidad de esta trayectoria, ya que su vida abarca todos los frentes: la administración pública, la empresa privada, la universidad y hasta el Gobierno del paí­s. Trampolines sólo aptos para unos pocos elegidos

Historia como polí­tico
Apenas un mes despuíés de la muerte de Franco, Rafael Arias Navarro le nombró vicepresidente económico del Gobierno y ministro de Hacienda. Aunque sólo estuvo seis meses en el puesto, sentó los cimientos del actual IRPF y arrancó una ambiciosa reforma fiscal, dirigida a elevar los impuestos de lujo y las transmisiones patrimoniales.

Su salida del Ejecutivo marcó un punto y aparte en la vida del empresario, que paulatinamente se fue alejando del sector público para concentrarse en la empresa privada. Y eso que llevaba tres díécadas ligado la Administración.

Empezó como funcionario en el Puerto de Cádiz y, el mismo año que estrenaba la treintena, ascendió a la Subdirección General de Puertos. Despuíés vino la Dirección General de Empleo y la presidencia del Fondo Nacional de Protección del Trabajo, sin olvidar la Cátedra de Contabilidad que tení­a en la Escuela Universitaria de Obras Públicas y que abandonó el mismo año que entró en el Gobierno.

"Llegan nuevos tiempos", debió pensar Villar Millar cuando dejó la órbita pública por la privada. Y lo decí­a con la seguridad que confiere haber respirado, desde el poder, los primeros aires de la Transición. De hecho, ya entonces empezó a centrar sus ojos en tres sectores que, treinta años despuíés, siguen protagonizando la vida económica diaria de España: energí­a, construcción y promoción. El esqueleto de su holding actual.

Contactos y compras
Tras salir del Gobierno, con más conocimientos y contactos que dinero (muchos del entorno financiero del actual Grupo Santander), el empresario empezó a adquirir activos, hasta crear Inmobiliaria Villar Mir. Una actividad que compatibilizó con la presidencia de Compañí­a Agrí­cola Inmobiliaria Zaragozana, que a su vez era accionista de Puerto Sotogrande, sociedad que tambiíén presidió.

Mientras iba construyendo su imperio inmobiliario (que coronó con la adquisición de Espacio), asumió la presidencia de Electra de Viesgo y ya nunca pudo desconectarse del kilovatio, una de sus pocas espinitas clavadas, ya que nunca ha conseguido incluir una elíéctrica en su portafolio de empresas. Y lo ha intentado.

La vez que tuvo más cerca conseguirlo fue en 2001, cuando se alió con la holandesa EnBW para lanzar una opa sobre Hidrocantábrico. La oferta salió adelante, pero no así­ las intenciones de Villar Mir de incorporar esta empresa a su holding. Un año despuíés, tras haber llegado incluso a barajar la posibilidad de lanzarse sobre Viesgo, decidió salirse de la compañí­a con una ganancia de 60 millones.

Pero íésa no fue la única batalla que perdió. En Compañí­a Agrí­cola Inmobiliaria Zaragozana, y en alianza con el grupo suizo Regie Michel Turin, tanteó la posibilidad de hacerse con la división inmobiliaria de la intervenida Rumasa y con las Torres de Colón, en Madrid.

Voluntad fíérrea
Lejos de tirar la toalla, Villar Mir continuó rastreando cualquier oportunidad y lo consiguió en 1992, con la compra de Ferroatlántica, otra empresa en problemas, a Carburos Metálicos. A partir de ese momento, se embarcó en una imparable espiral de adquisiciones de empresas en crisis.

Aunque algunas operaciones estuvieron en el ojo del huracán, como Fesa (actual Fertiberia), cuyas raí­ces enlazan con la íépoca de la ahora denostada beautiful people de Javier de la Rosa, que dirigí­a el grupo cuando presentó suspensión de pagos, en 1992. La estadounidense Freeport Mc Moran adquirió la sociedad y diseñó un inviable plan de viabilidad que dejó la supervivencia de la empresa en manos del dinero público. Tres años despuíés, Villar Mir la rescató.

Ya con los cuatro pilares de su imperio asentados y paulatinamente engordados con diversas adquisiciones, el empresario dio el triple salto mortal con dos importantes operaciones. Primero, en 1998, con la absorción de Huarte por parte de Obrascón; y, un año despuíés, con su matrimonio con Laí­n. Acababa de nacer OHL, desde entonces, la sexta constructora del paí­s. Y llegaba en el momento precisa, justo cuando España estaba en el centro de la diana de los fondos comunitarios, que tanto han ayudado a este sector. Unos ingresos que Villar Mir supo aprovechar para crecer internacionalmente.

Consciente de sus limitaciones financieras, el empresario giró sus ojos hacia Latinoamíérica, un mercado con mayor riesgo y, por tanto, con capacidad para ofrecer altas rentabilidades. Y el tiempo le ha dado la razón, como demuestra por ejemplo, su firme apuesta por Brasil y Míéxico cuando eran paí­ses de riesgo. Ahora, en cambio, figuran en la lista de mercados con nota positiva internacional para invertir.