PARIS, siempre PARIS
Esta vez Paris. Teníamos la duda de si se exageraba, si nos gustaría o no la capital francesa. Todo esto pronto se aclaró.
Llegamos al aeropuerto de Orly sobre las 11´30 de la mañana y a las 12´30 ya estábamos en el Hotel. El Saint James-Albany en el 202 de la Rue de Rivoli. Establecimiento de 4 estrellas, con piscina, spa y gimnasio. Muy bien situado y algo falto de mejoras, pero suficiente para nuestros 8 días de estancia.
Enfrente el famoso jardín de las Tullerias y a la derecha el famoso Museo del Louvre.
A pocos pasos, la afamada plaza de Vendome, con el Hotel Ritz y las famosas boutiques de lujo y joyerías: Cartier, Bvlgari, Van Cleef, Guerlain, Dior, Patek Phillipe, etc. etc. A pocos metros una sucursal de la famosa joyería Tiffanys de New York. Todo lujo y precios de mareo. Vale la pena mirar los escaparates y contemplar aquellas maravillas.
La primera visita, ¡como no!, fue a la Torre Eifell. No esta mal el monumento de hierro. Hay que procurar llegar temprano si se quiere acceder a uno de los cuatro ascensores que llevarán a sus alturas. Hay cola, ¡mucha cola!. Especialmente si ya han llegado los grupos organizados, en ese caso se te ponen delante 20 ó 30 de un golpe. Para el Restaurante Jules Verne situado en sus alturas y no especialmente caro, hay que realizar reserva por telíéfono.
El Campo de Marte es muy bonito y Los Inválidos con la tumba de Napoleón, queda a unos cuantos cientos de metros.
Los edificios o monumentos de Paris son una constante. Si el Palacio de la Opera realmente nos impresionó por su belleza, otros como Notre Dame, San Lázaro, La Madeleine, Sacre Coeur. El Arco del Triunfo, la Plaza de la Concordia...., o simplemente el barrio latino con los Jardines y el Palacio de Luxemburgo en el Boulevard de Saint Michel nos gustaron especialmente. Los puentes que atraviesan en Sena pueden recordar a otras ciudades como Praga o Londres, pero distintos, con ese aire francíés.........¡especial!.
Al Arco de Triunfo se puede subir para contemplar la panorámica y a Notre Dame, lo mismo.
El transporte público –metro y bus- no es especialmente caro. Los taxis tampoco se desmadran. La hostelería si, especialmente en los lugares más cíéntricos o turísticos. Se llega a pagar 7´20 euros por una Coca-Cola en una terraza. Y hasta 119 euros por un tentempie para tres en el Cafe du La Paix enfrente al Palacio de la Opera. En unos días vas localizando los sitios y la factura baja hasta niveles “razonablesâ€.
El Centro Pompidou se ve algo rancio. Su fachada, -de finales de los años setenta- se antoja menos atrevida y vanguardista. Aún así vale la pena verlo y sus calles cercanas. Con buen sabor parisino y plazas encantadoras-.
Muy cercana está Notre Dame. Ubicada en una pequeña isla en medio del Sena y conectada por medio de puentes con el barrio latino, la edificación es bonita y para verla hay que armarse de paciencia e ir temprano. Los excursionistas que van en grupo lo bloquean todo.
El barrio latino es una preciosidad, gustándonos especialmente. La hostelería no es cara –similar a la española- y la zona tiene su sabor. La frecuentan pocos orientales, más amantes de los monumentos de renombre y los lugares de inevitable fotografía.
La obligada visita a Disney Word la realizamos un sábado. Muchísima gente, y entre esta pocos orientales. El sitio cumple con el guión y aunque previsible es digno de ver. Se puede disfrutar de la mayoría de las atracciones sin pagar adicionalmente. Los más jóvenes tendrán un día mágico. La hostelería es más barata que en Paris: Existen menús por 9´90 euros y un cafíé y un donuts valen unos 3´40 euros. Los recuerdos: camisetas etc., aunque caros, no lo son en exceso. El castillo del a Bella Durmiente al final del calle de entrada impresiona. Si se quiere ver casi todo, se necesita la jornada completa.
Muy cercano al parque Disney se encuentra el parque Studios Disney dedicado al mundo del cine de adultos, igualmente interesante y para el que tambiíén se necesita otra jornada.
No debemos volver de la capital sin ver algún Cabaret. El más famoso el Mouleng Rouge inmortalzado en los cuadros de Touluse Lautrec, pero hay otros de casi igual renombre como EL Lido y el Folies Bergers. No especialmente caro.
Los alrededores nos ofrecen atractivas ofertas de interíés como el Palacio de Versalles y los Bosques de Bolonia,
En el 186 de la Rue de Rivoli un oriental vende camisetas bordadas a 5 euros. ¡Las más baratas de Paris o casi!. Muy cerca de este, pañuelos de poliíéster y de seda a precios atractivos, ¡ideales para regalar!. Poco peso y máxima belleza.
Los Starbucks Coffee, Mcdonalds, Hard Rock Cafíé, Planet Hollywood tambiíén están presentes en la capital francesa. Concretamente de los Starbucks y Mcdonals pudimos contar unos 10. En ellos los precios son, aunque caros, previsibles. Todo ello forma parte de la aldea global que poco a poco va unificando gustos, preferencias y tendencias. Llegando en ocasiones, a no saber si estás realmente en el extranjero o es el extranjero el que está en ti.
Un paseo por el Sena en el Baute Bouche. Una especie de taxi acuático que te permite bajarte en donde quieras y coger el próximo. Es un autentico placer. Tambiíén existe la opción de cenar en un barco recorriendo el Sena.
En los grandes almacenes y perfumerías se estaba promocionando Dí‰LICES el nuevo perfume de Cartier. Fragancia de grato aroma y de precio “razonableâ€: 72 euros el frasco de 100ml. Probablemente saldrá más caro en España.
Los afamados almacenes Galeries Lafayette están detrás del Palacio de la Opera al igual que Printemps, en el Boulevard Haussmann
Lafayette se asemeja a los Harrods de Londres o al Corte Ingles español. Los Printemps son un poco más flojos.
En el número 2 del Boulevard Rochechouart está TATI, algo así como un baratillo de ropa en el que se encuentran autenticas gangas. Compríé una cazadora por 15 euros y una camisa blanca italiana por 5´50 euros, una muy parecida con la marca Hugo Boss costaba en una boutique 125 euros. Confieso que no me placen mucho las compras, pero aquí los precios son irresistibles. Hasta había bikinis por 3´50 euros. Vale la pena pasar un par de horas en sus varios locales.
Cuando toca la vuelta te vas familiarizando con las calles, tienes localizados los sitos para comer y comprar. Pero esto es una constante en cada nueva experiencia turística.
Las mil y una opciones que ofrece la ciudad la visitante se resumen viendo pasar a la multitud racial sentado en una terraza en los Campos Eliseos, bajando por su lado izquierdo. Dejarse llevar por los sentidos y comprobar que pese a quien pese, los franceses tienen una gran capital.
Una visita imprescindible para la mañana del domingo es el mercado callejero de Marchíé aux Puces de Saint-Ouen -Mercado de las Pulgas- de unas 7 hectáreas en las que cientos de pequeñas tiendas ofrecen lo más inimaginable.
Definitivamente Paris es una ciudad preciosa, cosmopolita, en la que la gente no es tan desagradable como dicen –hay de todo- y está muy cuidada. Más que Londres, por ejemplo. Y bien se merece una visita...........¡por lo menos!.
Eso si, hay que llevar una buena cantidad de euros o la Visa con aumento de disponibilidad. ¡El dinero vuela en Paris!.
¡Todo eso está muy bien! pero..............¿volverías a Paris?. Oui Monsieur, oui, oui.