Publicado el 26-04-09 , por S. Píérez
Las perspectivas de bajadas de precios retrasan las decisiones de compra e inversión, dificultando la reactivación económica.
Algunos de los más reputados gurús internacionales, como el Premio Nobel de Economía 2008 Paul Krugman, aseguran que el fantasma de la deflación está aquí. Muchos de los profesionales de la materia más cercanos al día a día sostienen que, pese a las caídas de los precios que se han registrado en el último mes en varios países –entre ellos España–, hay un riesgo mínimo de que la situación se prolongue y generalice, condición que debe darse para hablar propiamente de deflación.
Los expertos consultados por EXPANSIí“N insisten en señalar que la reciente caída de los precios es puntual y parcial –el IPC español cayó en marzo un 0,1% en tasa interanual, pero subió un 0,2% frente a febrero–, y tiene que ver con la fuerte reducción del precio del petróleo (ha pasado de 103 a 47 dólares por barril de marzo de 2008 frente al mismo mes de 2009) así como, en menor medida, por una contracción del precio de los alimentos.
Tambiíén admiten que podría verse algún otro mes con inflación negativa, pero descartan un escenario deflacionario. Incluso algunos defienden que hay más peligro de una subida significativa de inflación a corto y medio plazo, que de lo contrario.
Debate
El debate está servido. Y cuando nos encontramos en medio de una crisis insólita, que está rompiendo moldes, la resolución de la incógnita, más que nunca, sólo se verá despejada con el paso del tiempo.
Si se confirmaran los peores augurios, nos encontraríamos en la antesala de unos tiempos aún más difíciles que los actuales. La deflación es un fenómeno muy poco usual en las principales economías del mundo, con excepción de la de Japón que lleva casi dos díécadas encallada en este escenario, y supone que los precios caen en el conjunto de la economía durante al menos dos trimestres, según el Fondo Monetario Internacional (FMI). La deflación se produce cuando la demanda de los consumidores es inferior a la oferta disponible, con lo que el sector empresarial se ve obligado a reducir los precios para poder vender la producción y no acumular stocks.
Los efectos de la deflación sobre la actividad económica son muy negativos y difíciles de corregir. Un descenso de los precios deteriora los resultados empresariales, lo que implica recortes de plantilla y de inversión en bienes de equipo, y esto a su vez lleva a una disminución de la demanda que nuevamente reduce los beneficios de las compañías.
Lo más preocupante, según los economistas, es que la salida de este círculo vicioso suele ser muy difícil porque las políticas que la administración puede aplicar para actuar contra la inflación se limitan a las orientadas a estimular la demanda.
“La deflación es peligrosísima y ahí está el ejemplo de Japón. Es como una enfermedad mental de la que es difícil salirse. Depende de factores sicológicos y sociológicos. Se produce cuando toda la sociedad interioriza que los precios están bajando y nadie compra porque piensa que puede hacerlo más tarde a menor precio. No creo que esto vaya a ocurrir, salvo en el sector de la viviendaâ€, explica Juan Carlos Martínez Lázaro, economista de IE Business School.
Reto
Con la crisis de desconfianza que se vive actualmente en todo el mundo, restablecer el impulso de consumo para remontar una hipotíética deflación parece una tarea ardua. Pero posiblemente el reto no será de tal calado, si se tiene en cuenta la opinión de la mayoría de los expertos que otorgan pocas posibilidades a que se acabe materializando este escenario en las principales economías del mundo, incluida España. Según los expertos del Centro de Inversiones de Deutsche Bank, “dada la profundidad de la recesión, existe un 30% de posibilidades†de que la deflación se generalice.
“Con los datos ahora mismo, nada nos hace pensar que estemos en un escenario de deflaciónâ€, asegura Martínez Lázaro. Este experto añade que, “aunque la recesión es espectacular, si esto mañana se anima, todos vuelven a comprar sin problemas. La sociedad española no es propensa a la deflaciónâ€.
Más argumentos. Para Josíé Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi en España, la posibilidad de deflacion está condicionada a que se produzca una depresión de la economía. “Como mi escenario es de recesión seguido de estancamiento, tras la importante inyección de liquidez de los bancos centrales y progresiva recuperación de los precios externos, considero que el riesgo a vigilar más bien es de inflación a medio plazo, pero baja a corto plazoâ€, sostiene Martínez Campuzano.
Marian Fernández, responsable de estrategia de Inversis Banco, reconoce que “las fuerzas deflacionistas son poderosasâ€, con los precios de la producción cayendo a tasa importante, y las capacidades de utilización situadas en niveles muy bajos. “Pero hasta la fecha no se ha traducido en una caída sustancial de los precios de consumo. No contemplamos la deflación, Es un fenómeno circunscrito a Japónâ€, añade.
Escenarios
Los profesionales asumen que el fantasma de la deflación puede acompañar el periodo económico por el que transitaremos en los próximos meses, pero coinciden en señalar que tan sólo veremos tasas de inflación bajas que, además, en el caso de España tendrán un efecto especialmente positivo. “Va a levantar la caída del consumo privado, tan afectado por el desempleo. Junto con las bajadas de tipos, dará un respiro a las familiasâ€, comenta Estefanía Ponte, analista de Fortis Bank. Por otro lado, la evolución reciente del IPC demuestra que los precios en España tambiíén pueden caer, con lo que es posible reducir el histórico diferencial inflacionista con los países del euro, y se abren expectativas de que la economía española gane competitividad.
Puesto que el escenario sobre la evolución de los precios se irá definiendo con el paso de los tiempos, no es sencillo determinar una estrategia clara de actuación con el ahorro y la inversión, según los profesionales. Si el panorama deflacionario se confirma, las opciones se limitan extremadamente: hay que refugiarse en los instrumentos y activos más líquidos, es decir, las cuentas corrientes y los bonos de gobierno, sintetiza Fernández.
Como explica Martínez Campuzano, la deflación supone un aumento real de la deuda, por lo que el dinero es fundamental: “la liquidez, bajo estricto control de riesgo de contrapartida, es claveâ€, dice el estratega de Citi en España.
¿Cómo es esto? Los tipos de interíés no pueden disminuir por debajo de cero, pero los precios están cayendo, lo que aumenta el poder adquisitivo del dinero. Es decir, si una persona pide 100 euros con interíés cero a un año y los precios descienden un 10%, en tíérminos reales la deuda se habrá transformado en 110 euros.
Pero como resume Mónica Vidal, profesora del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB), puesto que la deflación previsiblemente se evitará por las políticas cuantitativas [herramientas no tradicionales de política monetaria] y la emisión de dinero que están acometiendo los bancos centrales, “será el momento de invertir en críédito [bonos corporativos], bolsa, sector inmobiliario y demás activos con riesgoâ€.
En el marco actual, y descartando la deflación, Fernández aconseja entrar en deuda pública europea, hasta que suban los tipos de interíés, “lo cual no esperamos que ocurra prontoâ€.