Que no se caiga Wall Street, que la liamos
por Josíé Antonio Fernández Hódar
Se confía, y es probable que así sea, que la economía de los EEUU será la primera en salir de la crisis. Los mensajes pesimistas bombardean a los inversores, que observan con asombro como la bolsa está cotizando al alza datos, que deberían hundirla.
Da la impresión de que una de las consignas de Obama sea: que no se nos caiga la bolsa, que la pringamos. Y en cuanto caen tres gotas, mas gordas de la cuenta, se ponen mano a la obra. Tanto Timothy Geithner - secretario del Tesoro y Lawrence Summers - director del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca, trabajaron juntos durante la díécada de 1990, luchando contra crisis mundiales como la debacle rusa y el contagio financiero asiático. Ambos ampliamente respetados en Wall Street, cuentan con experiencia para llevar la calma a los mercados financieros.
Tras las caídas del viernes de la semana anterior, y con la batería de malas noticias y menos malas, que se han publicado en la que hoy se cierra, podían haber derribado a Wall Street. Pero Geithner dijo la frase oportuna en el momento preciso. Los mercados se calmaron y el dinero regresó a la primera bolsa del mundo.
Sus contactos con la cúpula financiera de Wall Street, con la que se reunía con frecuencia, cuando fue Gobernador de la Fed de Nueva York, han debido de estar al quite. ¡Quíé no se caiga Wall Street! Y Wall Street ha sacado fuerzas de flaqueza, que es la forma elegante para evitar decir, la han apoyado descaradamente.
Para tomar conciencia de cómo están las cosas, vale un botón como muestra. El jueves se supo que la compra de Merrill Lynch fue auspiciada por el Tesoro de Estados Unidos. El entonces secretario de este Departamento, Henry Paulson, presionó al consejo de administración de Bank of America (BoA) para que siguiera adelante con la adquisición, llegando a amenazar al presidente de esta entidad, Kenneth Lewis, con realizar cambios en la cúpula directiva del grupo si paralizaba el proceso.
En esta sección hemos dicho, con cierta frecuencia, que cuando peligraba la cabellera del chico de la película, aparecía el 7º de Caballería y le salvaba en el último minuto.Algo por el estilo estamos viendo en la bolsa norteamericana. En numerosas ocasiones hemos hablado de apoyos descarados, cuando los índices estaban en situaciones más o menos críticas, y volvemos a estar en una situación similar. Y cuando lo menos malo comienza a cotizar como bueno, el sentimiento de mercado ya ha sufrido la metamorfosis y se comienza a ver la botella medio llena, no es el momento de que se caiga el andamio y la bolsa se vaya abajo.
No podemos extrapolar esta situación a España. ¿A quiíén importa este país fuera de nuestras fronteras? Preocupadísimos deben estar en Wall Street por el riesgo de que lleguemos a 5 millones de parados. Y hay que entender que nuestra bolsa suba, cuando lo hace Wall Street, porque los pesos pesados, que suponen el 60% del índice, tienen más negocio fuera del país que dentro de la piel de toro.
Los que comienzan a estar preocupados son los gestores a los que van llamando los clientes para preguntar ¿Pepe, de esta subida hemos cogido algo?. Ya bajará... eso dicen. Pero para quien tiene sus ahorros confiados a la bolsa, imitando a los ingleses, habrá que hacer el himno similar a Dios guarde a la Reyna, que diga:Dios salve a Wall Street.