. IMAGINACIí“N Y FANTASíA
Siempre me ha interesado establecer esa diferencia fundamental que hay entre imaginación y fantasía. La imaginación es el aura que emana de la realidad, o la realidad sólida transformada en estado gaseoso, vista como una consecuencia de lo singular, que es muchas veces terrible. Los monstruos mitológicos son hijos de la imaginación, pero no de la imaginación inocente, sino de la engendrada en la culpa y del pecado. Deben cargar con sus deformidades como un castigo divino, y ser ocultados de los ojos inoportunos de los curiosos que se regodean con el mal ajeno. Por eso fue escondido en las profundidades de un laberinto subterráneo el minotauro, porque era hijo del adulterio, y no un adulterio cualquiera. Recuerden que su nacimiento fue la consecuencia de los rijos de un toro celestial, incitado por los dioses para que se ayuntara con la reina Pasifae, esposa del rey Minos de Creta. Lo que se dice unos cuernos de verdad.
Por el contrario, la fantasía es hija de la inocencia simplona, neutra y color de rosa, sin orígenes terribles ni consecuencias capaces de crear el dolor como estigma, y sus criaturas no amenazan ni avergí¼enzan a nadie, digamos los elefantes voladores de Walt Disney. .