El responsable de la prestigiosa institución no cree en los brotes verdes y vaticina que la recuperación tardará al menos un año en llegar a Estados Unidos. Justifica como mal menor las ayudas a los bancos y el aumento de la inversión "si adelanta proyectos"
El Parlamento Europeo surgido ayer de las urnas tendrá que lidiar con la crisis durante un largo periodo. Esa es, al menos, la opinión de Howard Davies, director de la London School of Economics, uno de los principales centros de formación y análisis económico del planeta. La semana pasada participó en el inicio de las obras del futuro centro de la LSE en Majadahonda (Madrid).
Numerosos centros de análisis hablan de brotes verdes para vaticinar una pronta recuperación. ¿Comparte su opinión?
En absoluto. El principal brote verde al que se refieren es la Bolsa, y yo no creo en ella. No compro. Siento ser pesimista, pero no veo síntomas de recuperación para este año. En Estados Unidos, la salida del túnel no se verá hasta dentro de uno o dos años, y en Europa tardará más, así que no creo que la recuperación llegue a este continente antes de 2011.
¿En quíé se diferenciará la economía de la de antes de la crisis?
Tendremos un periodo de crecimiento escaso que durará tiempo. No veremos un rebote ni nada parecido. El fuerte aumento de deuda asumido por gobiernos como el español o el británico, orientados a mitigar la recesión, supondrá un freno cuando llegue la recuperación. Por otra parte, el sector financiero tendrá un papel más modesto al asumido hasta ahora. En Reino Unido, las transacciones financieras representaban el 100% del PIB en 1995, y en 2006 equivalían al 440%. Evidentemente, eso no es sostenible.
¿Espera algún cambio relevante en el sistema regulatorio?
Dependerá de la voluntad política de los países del G-20. En la reunión de Londres de abril hicieron parte del camino, al promover un mayor control sobre los hedge funds, las agencias de calificación o los productos derivados. Lo que queda por ver es cuánto apoyo político ofrecen para pasar de la palabra a los hechos.
¿Es partidario de las ayudas prestadas al sector bancario?
Aunque los rescates bancarios han sido impopulares, debemos tener en cuenta que la alternativa habría sido peor. El colapso de Lehman Brothers supone una prueba evidente. Las autoridades de EE UU y el Reino Unido han hecho lo correcto en tíérminos generales, aunque se puedan discutir los detalles. Si los políticos hubieran permitido la bancarrota de uno de los grandes bancos comerciales, la recesión habría sido mucho más grave.
¿Cree en la intervención fiscal?
En mi país, Reino Unido, se aprobó una rebaja del IVA que ha deteriorado la situación fiscal y no ha sido efectiva. Es una cuestión psicológica: las personas no elevan su gasto porque les recorten un impuesto de forma coyuntural, si saben que antes o despuíés lo tendrán que pagar.
¿Encajaría en esa misma categoría la deducción de 400 euros en el IRPF en España?
En efecto. La ciudadanía sabe que conlleva un deterioro de las cuentas que tendrá que pagar, así que, antes de dedicarla al consumo, la destinan al ahorro o a reducir su deuda. No creo en los incentivos fiscales generalizados; me gustan más las medidas tomadas para garantizar los príéstamos a pymes, o incluso las ayudas directas a industrias como la del automóvil. Si hay que elegir entre entrar en el capital de empresas para rescatar un sector o darle un alivio fiscal que le ayude, prefiero esta última opción.
¿Por quíé ayudar al automóvil y no a otras industrias?
Ello tiene implicaciones políticas. La cuestión es si, por ejemplo, el Gobierno español podría permitirse que cerrara Seat y asumir los disturbios en la calle. Las fábricas de coches se pueden cerrar en una semana, pero llevará díécadas atraer una inversión similar. Por eso, teniendo en cuenta además los costes sociales anejos al cierre, las ayudas pueden ser razonables siempre que la industria sea competitiva y se trate de un problema coyuntural de demanda. En Reino Unido, el Gobierno dejó que Rover quebrara en pleno proceso electoral, y los ciudadanos no le castigaron porque sabían que era una empresa en declive.
¿Quíé le parece la intervención de los Estados vía gasto público?
Soy partidario de la inversión, siempre que se aceleren proyectos que se realizarían de todos modos. Hay que elegir entre gastar rápido y gastar bien, aunque hoy por hoy, lo ideal es hacer ambas cosas.
El fondo de 8.000 millones de inversión local aprobado en España ha sido criticado por destinarse a obra poco productiva...
Es uno de los casos en los que se ha gastado rápido, pero no bien. Al contrario de lo que reza el keynesianismo radical, estoy en contra de construir carreteras hacia ninguna parte o puentes que nadie cruce.
"La política monetaria de la Fed causó la crisis"
El responsable de la London School of Economics tiene claro quíé ha fallado para que el mundo se encuentre en su peor recesión en medio siglo: "La principal causa individual fue el exceso de laxitud de la política monetaria. La Reserva Federal de EE UU optó por una fuerte reducción de tipos para evitar que la crisis tecnológica y los atentados del 11 de septiembre de 2001 dieran paso a una recesión. En ese aspecto, logró un íéxito, pero mantuvo los tipos demasiado bajos durante demasiado tiempo. Eso produjo exceso de liquidez y unas expectativas de elevada rentabilidad que causaron, a su vez, que se disparase el precio de activos de alto riesgo". Davies, que fue el primer presidente de la Autoridad de Servicios Financieros de Gran Bretaña, publicó en 2008 con David Green el libro Regulación Financiera Mundial, que contiene recomendaciones asumidas por el G-20. "La regulación no puede evitar las crisis, pero sí moderar su intensidad", explica. "En esta crisis no ha funcionado, con la posible excepción de España, donde el esquema de provisiones exigido por el banco central ha actuado de forma contracíclica. No fue así en EE UU y Reino Unido".
Como tercer factor explicativo de la crisis, Davies cita la mala gestión de riesgos en los bancos: "Los directivos expusieron a sus empresas a grandes inversiones en activos arriesgados. En el análisis coste-beneficio no fueron realistas, no comprendieron cuánto podían perder de producirse el peor de los escenarios".