Juan T. Delgado
26 de junio de 2009.- No es cuestionable que el Real Madrid de Florentino Píérez pague 94 millones por el fichaje de Cristiano Ronaldo y que el astro portuguíés vaya a ganar 9,5 millones de euros netos al año con una tributación fiscal privilegiada en comparación con el resto de los españoles.
No es cuestionable el que el presidente de Caja Castilla-La Mancha, Juan Pedro Hernández Moltó, se subiera el sueldo un 25% y cobrara 340.000 euros en 2008, el año en que la entidad financiera acabó de cavar su tumba gracias a una píésima gestión.
No es cuestionable que sólo siete de las 18 empresas del Ibex que redujeron su beneficio en 2008 aplicaran un recorte de sueldo a sus consejeros.
No es cuestionable que las compañías financieras de Wall Street repartieran entre sus ejecutivos el pasado año, en plena crisis, 18.400 millones de dólares, la sexta cifra más alta de la historia.
No es cuestionable que AIG aprobara primas de 165 millones de dólares para la cúpula directiva tras recibir 180.000 millones en concepto de ayudas estatales para evitar la quiebra más monumental de la historia.
No es cuestionable que un alto ejecutivo estadounidense gane de media 364 veces más que un trabajador de a pie.
No es cuestionable que los paraísos fiscales escondan entre cinco y siete billones de dólares, el 13% del PIB mundial, procedentes de empresas y grandes fortunas.
No es cuestionable que el precio medio de una vivienda en España se duplicara en sólo seis años (de 2002 a 2008) y que registrara subidas de dos dígitos durante 20 trimestres consecutivos.
No es cuestionable que, aprovechando la burbuja de los precios de la vivienda, un puñado de empresarios inmobiliarios compraran grandes participaciones en bancos y compañías energíéticas utilizando las propias acciones como aval.
Lo que sí es cuestionable es el sistema en su conjunto. Mientras que la economía siga rigiíéndose sólo por el equilibrio imperfecto de la oferta y la demanda, por la maximización a toda costa del beneficio a corto plazo, el PIB, el paro y los índices de bienestar pivotarán entre dos extremos: el crecimiento y la depresión. Si uno acepta el modelo como tal y no hace nada para evitarlo, no puede considerar poco íético que Cristiano Ronaldo vaya a ganar el equivalente a 15.224 veces el salario mínimo interprofesional.