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Autor Tema: Divorcios millonarios  (Leído 3987 veces)

Zorro

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Divorcios millonarios
« en: Agosto 22, 2009, 09:50:59 am »
Divorcios millonarios

Hasta que la empresa nos separe: Villalonga, Ortega, Koplowitz...

Publicado por Expansión

Desde 2007, las estadí­sticas de divorcios y separaciones han experimentado un ligero retroceso que, según los expertos, se debe a la crisis. De las algo más de 130.000 rupturas matrimoniales que se producen al año en España, la mayorí­a se resuelve de forma consensuada, lejos de los costosos tribunales.

Sin embargo, estas reglas no se aplican cuando se habla de consejeros delegados, empresarios o la alta dirección en general. El último en anunciar su divorcio ha sido Juan Villalonga, ex presidente de Telefónica, que acaba de iniciar los trámites para separarse de su actual mujer, la actriz mexicana Adriana Abascal.

En esta ocasión, es difí­cil que los intereses económicos de ambos se vean afectados por una larga batalla judicial, ya que los dos poseen un importante patrimonio personal. En el caso de Abascal, su fortuna se debe, en parte, a su relación anterior con el fallecido empresario Emilio Azcárraga, uno de los hombres más ricos de Latinoamíérica y dueño del Grupo Televisa.

Sin embargo, este tipo de separaciones bien avenidas no son la tónica habitual y no es raro que, al final, sea la propia empresa la que termine sentada en el banquillo para explicar la situación real del pago que recibe uno de sus directivos, con varias cuentas en algún paraí­so fiscal, no sólo para pagar menos impuestos, sino tambiíén para que el divorcio le salga un poco más barato.

En otros casos, la separación se vive con atención en el seno del consejo de administración de la empresa, ya que al final la ruptura del matrimonio se salda con la llegada de un nuevo accionista, ya que el pago de la pensión compensatoria se realiza en acciones. El problema llega cuando el cónyuge quiere hacer valer sus derechos de voto e incluso pide un asiento en el consejo, aunque no suele ser lo habitual.

En España, un ejemplo modíélico, desde el punto de vista empresarial, fue la separación de Amancio Ortega y Rosalí­a Mera. Aunque el presidente de Inditex conservó el control de la compañí­a, su ex esposa se mantiene como una de las accionistas principales de la empresa, además de contar con Rosp Corunna, un fondo de inversión a travíés del que administra su patrimonio.

El caso de las hermanas Koplowitz, cuya separación de Alberto Alcocer y Alberto Cortina no perjudicó la proyección de FCC, ni mermó sus fortunas personales, consideradas de las más importantes de España.

Pero no todos han tenido el mismo final feliz. En 1990, Manuel de la Concha, quien fuera responsable de la bolsa de Madrid y vicepresidente de Ibercorp, se separó de Paloma Altolaguirre a la que, según la prensa de entonces, le pagó cerca de 1.200 millones de las antiguas pesetas (7,2 millones de euros). Hace dos díécadas, este divorcio fue considerado uno de los más caros del paí­s, sólo equiparable al de Alicia Koplowitz. Poco despuíés estalló el caso Ibercorp, y De la Concha acabó prácticamente arruinado y en prisión.

Empresarios y famosos
Yates, mansiones, cuentas en paraí­sos fiscales, coches de lujo, acciones o fondos de inversión... Aunque es mucho el patrimonio a repartir, la mayorí­a de los divorcios en las altas esferas empresariales pasan desapercibidos a la opinión pública y se realizan en la más estricta confidencialidad, salvo cuando la batalla en los tribunales se convierte en un circo mediático, generalmente porque uno de los cónyuges ha sido infiel o ha mantenido alguna relación con algún personaje del mundo de la farándula.

Uno de los divorcios más aireados en las televisiones españolas fue el del productor Josíé Frade de Adriana Rothlander, tras su relación con Norma Duval. Pocos son los que se acuerdan de Juana Courel, a pesar de que en 1997 recibió, según prensa de la íépoca, cerca de 12 millones de euros, además de otros activos inmobiliarios por su separación de Fernando Fernández Tapias, uno de los empresarios españoles más influyentes, que dio el salto a las páginas del papel couchíé tras su relación con la modelo Mar Flores.

En otros casos, ni siquiera ha sido necesario pasar por el altar para terminar en los tribunales, como le pasó al empresario taurino Josíé Marí­a González de Caldas, que tuvo que enfrentarse a la ex miss España Sofí­a Mazagatos por la casa en la que residieron cuando eran novios.

El que tambiíén acabó en los tribunales fue el matrimonio de Mónica Pont y Javier Sagrera, en el que incluso hubo una denuncia por supuestos malos tratos y una petición de pensión por parte de la actriz de 6.000 euros mensuales.
Entre los divorcios que han acaparado el interíés de los medios de comunicación se encuentran tambiíén el de la empresaria de moda Sandra Macaya con Fernando Ballvíé, uno de los dueños de Campofrí­o, así­ como el de Isabel Preysler y Fernando Falcó.

Guerra en los tabloides
Independientemente de algunos detalles de las cláusulas de estos divorcios, en España este tipo de acuerdos se mantienen, por lo general, bajo llave en la caja fuerte de algún bufete de abogados, algo que no sucede, por ejemplo, en los paí­ses anglosajones, donde el reparto del patrimonio se hace tanto en los tribunales como en las portadas de los tabloides.

Si en España Villalonga y Abascal llevan su ruptura con la mayor discreción posible, en Estados Unidos, George David, ex consejero delegado de United Technologies, no ha podido evitar que su divorcio sea el centro de atención de todos los medios de comunicación, sobre todo despuíés de que su actual mujer, la condesa sueca Marie Douglas-David, asegura que no puede vivir con los cerca de 40.000 euros semanales que le ofrece como pensión su marido.

Un ejemplo del efecto que un divorcio puede tener en una compañí­a fue el caso de Craig McCaw, empresario del sector de la telefoní­a móvil estadounidense, en el que se vieron involucrados 80 bancos y varias compañí­as, como Microsoft o Boeing, que tuvieron que asistir a los tribunales como testigos para desenmarañar la redes de sociedades y cuentas bancarias que componí­an el patrimonio de los McCaw.

Las peleas en los juzgados por el dinero pueden llegar hasta el punto de reclamar intereses por un pequeño retraso en el pago de una pensión millonaria. La última ha sido la demanda presentada hace unos meses por la ex mujer del consejero delegado de Credit Suisse, Brady Dougan, que exige a su ex marido cerca de un millón de dólares como indemnización por tardar doce dí­as en ingresarle los 7,5 millones de dólares que habí­an acordado como pensión en 2006.

Dos primos para dos hermanas
Alberto Cortina Alcocer y su primo Alberto Alcocer, conocidos como Los Albertos, se casaron con las hermanas Alicia y Esther Koplowitz, respectivamente, y empezaron a trabajar en la empresa Construcciones y Contratas, que habí­a fundado el padre de sus esposas. El grupo crece y se empieza a formar un imperio con participaciones en Portland Valderrivas, Banco Zaragozano, Banco Central, hasta que, a finales de la díécada de los ochenta, se rompen ambos matrimonios de forma casi simultánea. El acuerdo de separación contemplaba que Los Albertos se quedaban con el 30% de Banco Zaragozano, el 10% de Cofir, el 5% de Canal Plus y el 100% de Uniseguros, mientras que la hermanas tomaban las riendas del grupo que más tarde se convertirí­a en FCC.

Discreción entre los más ricos del mundo
La separación de Amancio Ortega y Rosalí­a Mera ha sido todo un ejemplo de discreción. Juntos levantaron Inditex, un imperio de la moda que nació con la enseña Zara. Aunque Mera sigue siendo accionista de la compañí­a, es su ex marido quien preside la firma, mientras que ella controla su propio fondo de inversión, Rosp Corunna, con el que tiene participaciones en varias empresas, como Zeltia, de la que es una de sus principales accionistas. Aunque Mera figura entre las mujeres más ricas de Europa, todaví­a está lejos de alcanzar a Ortega, que ocupa el puesto número 10 del mundo, según la revista Forbes. Su divorcio no influyó en ningún momento en la marcha del grupo, que no se vio involucrado en el proceso.

Por favor, devuíélveme la pensión
El divorcio de Manuel de la Concha y Paloma Altolaguirre fue uno de los más sonados en España y, en su momento, uno de los más caros. El entonces presidente de la Bolsa de Madrid y vicepresidente de Ibercorp pagó a su ex mujer, en 1990, más de siete millones de euros, una cantidad nunca vista hasta ese momento en España, aunque prácticamente coincidió en el tiempo con el de las hermanas Koplowitz. La historia se complicó cuando dos años más tarde estalló el escándalo Ibercorp, por el que De la Concha fue condenado a varios años de cárcel. Prácticamente arruinado, acudió a los tribunales para reclamar que Altolaguirre le devolviera parte de la pensión que, de mutuo acuerdo, le cedió durante el divorcio.

Los �diez divorcios de oro� de consejeros delegados
- El magnate ruso Roman Abramóvich, propietario del Chelsea, se ha gastado cerca de 2.000 millones de dólares en divorciarse de su segunda esposa Irina, es decir, cerca de una cuarta parte de su fortuna. Con ella tení­a cinco hijos y estuvieron juntos más de quince años.

- Aunque la separación de Rupert Murdoch de su esposa Anna se estableció en tíérminos amistosos, el trámite no fue barato, ya que el magnate de los medios de comunicación tuvo que pagar alrededor de 1.700 millones de dólares. Catorce dí­as despuíés, se volvió a casar.

- Craig McCaw vendió su compañí­a de telefoní­a celular por cerca de 12.000 millones de dólares, por lo que no tuvo ningún problema a la hora de poner fin a su matrimonio y pagarle a su mujer 464 millones de dólares en 1993. Actualmente, está casado con Susan Ranski, ex embajadora austriaca.

- Sheila Johnson, presidenta del equipo de baloncesto femenino Washington Mystics, y Robert Johnson, copropietario del equipo de la NBA Charlotte Bobcats, se divorciaron tras haber creado juntos una fortuna valorada en 800 millones de dólares, que dividieron entre los dos.

- El divorcio del ex consejero delegado de United Technologies, George David, de la condesa sueca Marie Douglas-David se ha convertido en una batalla en la que ella alega que no puede vivir con 43 millones de dólares y exige los 329 millones de dólares que establece su contrato prematrimonial.

- Aunque Michael Jordan nunca ha sido consejero delegado de ninguna compañí­a, sí­ es el propietario de una marca valorada en cientos de millones. El segundo divorcio de su esposa Juanita Vanoy, con la que se casó dos veces, le costó cerca de 168 millones de dólares.

- Jack Welch, ex consejero delegado de General Electric, se separó de su segunda esposa en 2003 tras una infidelidad, lo que le costó cerca de 100 millones de dólares, es decir, el equivalente a lo que el ejecutivo ganarí­a tras impartir cerca de 700 conferencias.

- Tras 29 años de matrimonio, el financiero John Charman, propietario de Axis Capital Holdings, con sede en Bermudas, puso fin a su matrimonio con Beverly, a la que conoció cuando ambos estudiaban. El conflicto se saldó con el pago de 76 millones de dólares.

- El consejero delegado del grupo WPP, Sir Martin Sorrell, desembolsó alrededor de 48 millones de dólares para separarse de su esposa. El gurú del márketing, casado en dos ocasiones, ha protagonizado uno de los divorcios más caros de Reino Unido.

- Ted Turner, fundador de la CNN, ya habí­a contraí­do matrimonio en dos ocasiones antes de hacerlo con Jane Fonda, de la que se divorció en 2001 y a la que pagó 40 millones de dólares. La separación no ha mermado la fortuna de Turner, que sigue coleccionando ranchos, de los que ya tiene 15.