JAVIER GALLEGO
2 de septiembre de 2009.- Despuíés de un año hablando de que el Estado ha acudido al rescate de la banca, hoy bien se puede decir lo contrario: la banca es quien está salvando al Estado. Esta afirmación debe tomarse con prudencia, pero no deja de ser llamativo que los ingresos no financieros del Estado sólo hayan aumentado en 2009 en la partida de "tasas, precios públicos y otros ingresos". Bajo este título se encuentra la recaudación procedente de los avales públicos que el Estado ha concedido a las entidades financieras para emitir deuda con garantía del Gobierno, es decir, con garantía "triple A".
Esta partida aumentó en el último año un 148,6%, hasta los 6.433 millones de euros, frente a los 2.588 de 2008. El grueso de estos ingresos proviene de los avales que el Estado ha ido concediendo a los bancos para que emitan deuda de máxima calidad. A finales de este ejercicio el Estado habrá concedido más de 160.000 millones de euros en avales, una cantidad que lejos de suponer un gasto extra, puede (y así está siendo hasta ahora) suponer un balón de oxígeno para las deficitarias cuentas del Estado.
Con sus avales, el Gobierno da la garantía de que pagará las emisiones de una entidad en caso de quiebra. Igual que hace el banco con cualquier cliente, esa garantía de pago en caso de insolvencia tiene un precio. El Tesoro cobra una comisión que oscila entre el 0,50% y el 1,048% anual del valor nominal emitido por las entidades. Teniendo en cuenta que sólo se admiten emisiones superiores a 100 millones, los ingresos por esta vía no son nada despreciables.
En cualquier caso esta partida no logra compensar ni una parte del desplome de los ingresos del Estado, sobre todo por la vía de impuestos directos (-14%) e indirectos (-27,5%). Eso hace que el díéficit público se haya multiplicado por cinco en sólo un año y alcance ya los 50.000 millones. Adivinen ahora quiíén va a pagar todo ese gasto.