En el momento de la muerte, todo es al principio confuso, y el alma necesita algún tiempo para reconocerse, pues está como aturdida y en el mismo estado del hombre que, despertándose de un sueño profundo, procura explicarse su situación. La lucidez de las ideas y la memoria del pasado le vuelven a medida que se extingue la influencia de la materia, de que acabó de separarse, y se disipa la especie de bruma que nubla sus pensamientos.
La duración de la turbación subsiguiente a la muerte es muy variable, puede ser de algunas horas, de muchos meses y hasta de muchos años. Es menos larga en las personas que, desde esta vida, se han identificado con su estado futuro; porque entonces comprenden inmediatamente su posición.
La turbación presenta circunstancias especiales, según el carácter de los individuos, y sobre todo según la clase de muerte. En las violentas, ocasionadas por suicidio, suplicio, accidente, apoplegia, heridas, etc., el espíritu está sorprendido, admirado y no cree estar muerto; lo sostiene con terquedad; ve, sin embargo, su cuerpo, sabe que es el suyo, y no comprende que estíé separado de íél; se acerca a las personas a quienes aprecia, y no comprende por quíé no le oyen. Semejante ilusión dura hasta la completa separación del periespíritu, y hasta entonces no se reconoce el espíritu, ni comprende que ha dejado de pertenecer a los vivos. Este fenómeno se explica fácilmente. Sorprendido de improviso por la muerte, el espíritu queda aturdido con el cambio brusco que en íél se ha veriflcado; para íél la muerte continúa siendo sinónimo de destrucción, de anonadamiento, y como piensa, ve y oye, no se considera muerto. Lo que aumenta su ilusión es el verse con un cuerpo semejante al anterior, en cuanto a la forma, cuya naturaleza etíérea no ha tenido tiempo de estudiar aun; lo cree sólido y compacto como el primero que tenia, y cuando sobre este punto se llama su atención, se sorprende de no poderse palpar. Este fenómeno es semejante al de los sonámbulos novicios que creen que no duermen. Para ellos el sueño es sinónimo de suspensión de facultades, y como piensan libremente y ven, se figuran estar despiertos.