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Autor Tema: Adiós recesión; hola estancamiento  (Leído 413 veces)

Eguzki

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Adiós recesión; hola estancamiento
« en: Diciembre 01, 2009, 07:39:05 am »
Cambio de ciclo en la economí­a española. La recesión deja paso al estancamiento. O dicho de otro modo, el Producto Interior Bruto (PIB) esquivará la contracción en tres o seis meses a más tardar en tíérminos trimestrales (según las diferentes previsiones), pero el camino lejos de estar despejado está sembrado de minas. Los institutos de coyuntura dan por hecho que hasta el año 2012 la economí­a española no recuperará tasas de crecimiento superiores al 2%. Nada nuevo. Lo peor es que  tanto 2010 como 2011 se presentan como años perdidos, aunque con una novedad.

Al contrario de lo que sucedió durante el bienio recesivo de 1993-94, la economí­a no saldrá con fuerza del largo periodo de contracción económica, sino de una forma suave. Tan suave que habrá que esperar hasta el último trimestre de 2010 para encontrar un crecimiento positivo del PIB en tíérminos anuales.

Al menos, eso es lo que opinan los 15 servicios de estudios que participan en el Panel de Funcas, que estiman un aumento del PIB del 0,5% para dentro de un año. ¿Quíé significa esto? Pues que si tras la anterior recesión la economí­a española creció un 0,2% y un 2,2%, respectivamente,  inmediatamente despuíés de cuatro trimestres de decrecimiento del PIB, en esta ocasión la economí­a acumulará ocho trimestres consecutivos de contracción; pero durante al menos durante cuatro trimestres más no estará en condiciones de recuperar una tasa de crecimiento cercana al 2%. Es decir, que el PIB crecerá por debajo de su potencial durante algo más de un trienio.

Lo dicen la Comisión Europea (1% para 2011), la OCDE (0,9%) y tambiíén Analistas Financieros Internacionales (AFI), que en su último informe de perspectivas prevíé un aumento del PIB para dentro de dos años de sólo un 1%, insuficiente para crear empleo salvo que la población activa continúe descendiendo, lo cual amenazarí­a todaví­a más el potencial de crecimiento de la economí­a española. La tasa de empleo de España, de hecho, ya se sitúa a cinco puntos de la media de la UE. Y hay que tener en cuenta que, según AFI, el perfil de crecimiento de la economí­a en tíérminos trimestrales para 2010 se parece mucho al de un encefalograma plano: -0,2% en el primer trimestre; 0,2%, en el segundo; 0,0%, en el tercer y 0,1% en el cuarto. Es decir, sin pulso para favorecer un descenso del desempleo.

No hay que olvidar que en el último periodo expansivo (el más intenso de la reciente historia) la economí­a tardó nada menos que una docena de años en rebajar el desempleo del 24,55% (primer trimestre de 1994) al 7,95% registrado en el segundo trimestre del año 2007, según los datos de la Encuesta de Población Activa. Esto significa que aunque se repitiera la intensidad de crecimiento del último periodo expansivo, la economí­a española estarí­a condenada a tener un paro claramente superior al de la UE hasta cerca del año 2020.

El ‘sexenio negro’

Es más, de cumplirse este guión, esto supone que España no recuperará hasta el año 2014 el nivel de riqueza  logrado en 2008, cuando el Producto Interior Bruto a precios de mercado equivalí­a a 1,088 billones de euros. En 2010, según las previsiones del propio Ministerio de Economí­a, apenas se alcanzarán los 1,051 billones, pero con una diferencia. Entre 2008 y 2014 la población española crecerá en 1,17 millones de personas.
La causa del mal comportamiento del PIB tiene que ver con la falta de pulso del consumo privado, que estará plano durante al menos un trienio pese a los estí­mulos fiscales y a la existencia de unos tipos de interíés extraordinariamente bajos (un 1% hasta mediados de 2011, según el BBVA). Para evaluar la intensidad de las medidas fiscales sólo hay que tener en cuenta que la ratio PIB sobre deuda crecerá, según Analistas Financieros Internacionales, nada menos que 37 puntos, lo que convierte a España en la segunda nación (tras Irlanda) con mayor crecimiento del endeudamiento público. Según AFI, a finales de 2011 la deuda pública en circulación superará el 70% del PIB, el máximo nivel alcanzado por la economí­a española.

La debilidad del consumo no tiene que ver con un problema de carácter coyuntural. Como ponen de relieve los últimos informes de coyuntura de AFI o del Servicio de Estudios del BBVA, el empleo seguirá bajo mí­nimos hasta la segunda mitad de 2011. Pero tambiíén continuará el proceso de ajuste en los ratios de endeudamiento de los hogares, lo que detraerá capacidad de gasto. Y, por último, la tasa de ahorro de los hogares continuará aumentando por el llamado “motivo precaución”. O dicho en otros tíérminos, por el miedo al futuro económico.

El perfil plano de la economí­a española, sin embargo, tambiíén tendrá mucho que ver con una fortí­sima caí­da de la inversión, tanto pública como privada. Entre otras cosas como consecuencia de la infrautilización de la capacidad productiva instalada. Y en este sentido, hay que tener en cuenta que los últimos datos del Ministerio de Economí­a muestran que la utilización de la capacidad productiva se sitúa en el 69,9% (12 puntos menos que en 2007), por lo que antes de volver a invertir, las empresas tenderán a rentabilizar sus propias instalaciones.   

Según las estimaciones de AFI, la tasa de inversión caerá nada menos que nueve puntos del PIB entre 2007 y 2011. Es decir, pasará del 30,7% al 21,7%. Lo cual indica claramente el repliegue de la economí­a española como consecuencia de la recesión. Pues bien, pese a este pronunciado descenso de la inversión, el ahorro nacional no será suficiente para financiar ese gasto, por lo que, según AFI, la capacidad de financiación de la nación se situará todaví­a en el -3,2% del PIB. Un porcentaje que, en cualquier caso, se sitúa muy lejos del histórico -9,7% alcanzado en 2007.

Y es que la inversión es la gran sacrificada del ajuste. En particular la relacionada con el sector inmobiliario. Según las estimaciones de AFI, entre 2009 y 20111 únicamente se construirán 764.000 viviendas, apenas el 70% de las que se comenzaron en 2006, lo que pone de relieve la intensidad del ajuste. Un ajuste que continuará aunque ya no se llame recesión, sino estancamiento. Algo muy parecido a lo que sucedió en Japón en la primera mitad de los 90.