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Autor Tema: Manejo de bonanzas y... "enfermedad holandesa"  (Leído 403 veces)

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Manejo de bonanzas y... "enfermedad holandesa"
« en: Diciembre 03, 2009, 02:32:37 pm »
Por...  Juan Carlos Jaramillo
 
La última entrega de esta columna se refirió al reto que plantea el auge en la producción de petróleo, gas y carbón. Allí­ se señalaba que convení­a crear un esquema que recuperara la diversificación exportadora, ayudara a evitar la enfermedad holandesa y frenara la corrupción y el despilfarro asociados mundialmente con bonanzas mineras.

Antes de seguir adelante conviene aclarar quíé es la tal 'enfermedad holandesa'. Se trata de lo siguiente: Cada vez que entran divisas al paí­s baja el precio del dólar porque aumenta su oferta. Cuando salen divisas, sube el precio del dólar porque aumenta su demanda. Si hay una bonanza minera, entran más divisas de las que salen. El dólar se queda abajo y los productores nacionales reciben menos pesos por sus ventas externas; es decir, bajan sus ingresos y por tanto se vuelven menos competitivos internacionalmente. El mismo resultado se produce aun si el Banco de la República comprara dólares a una tasa fija porque, al hacerlo, tiene que emitir pesos para comprar los dólares. Eso hace que suban los precios y los salarios en Colombia. Es decir, suben los costos de producción locales y, por tanto, los productores colombianos pierden competitividad internacional. Esta es la llamada 'enfermedad holandesa' y, como se ve, ocurre haya o no intervención del Banco de la República en el mercado cambiario.

Muchos paí­ses, entre ellos Noruega y Rusia, en Europa; varias naciones del Medio Oriente, China y Malasia en Asia, Botswana y Nigeria en ífrica, y dentro de nuestro vecindario Chile, Míéxico, Trinidad y Tobago y Venezuela, han buscado manejar situaciones similares mediante la creación de fondos comúnmente denominados Soberanos. Las experiencias han sido mixtas. En algunos casos, Noruega y Chile se destacan, su operación ha sido exitosa. En otros, no tanto, y en algunos ha sido un fracaso. Aunque las generalizaciones no son fáciles, parecerí­a que el consenso polí­tico sobre la utilización de los recursos provenientes de las bonanzas, y la transparencia de las cuentas fiscales, son claves para el íéxito.

La idea es, en esencia, ir gastando la riqueza minera de manera controlada y gradual. De manera controlada en el sentido de orientar parte sustancial de los nuevos recursos hacia actividades que incrementen la productividad (por ejemplo, mejores carreteras, puertos y aeropuertos, generación y transmisión de energí­a de manera más eficiente, mejores telecomunicaciones, etc.). Ello permitirí­a compensar la apreciación cambiaria (el efecto de la enfermedad holandesa descrito arriba) con reducciones en los costos de producción. Y de manera gradual, para dar tiempo a que los aumentos en productividad se produzcan y se transmitan a los costos de producción. Con ello se lograrí­a, de paso, volver a incentivar la diversificación exportadora.

Para que estas restricciones tíécnicas tengan la oportunidad de operar, hay que armonizarlas con las preferencias polí­ticas de la población. Si no se busca y consigue esta armonización, las presiones para romper el esquema serí­an inmanejables. Cada sector y región presionarí­a para apoderarse de una parte cada vez más grande del pastel de la bonanza, y la orientación del gasto hacia aumentos en la productividad se harí­a imposible.

La creación de un fondo como el descrito, con manejo estrictamente transparente, incrementarí­a la posibilidad de lograr y mantener el consenso tíécnico-polí­tico. Contribuirí­a a la buena asignación de los recursos y disminuirí­a la probabilidad de corrupción asociada con los auges de recursos naturales. Pero la creación de una institución, por bien montada que sea, no sustituye la necesidad de trabajar hacia el consenso que la haga viable. Sin íél, poco o nada se lograrí­a, y la enfermedad holandesa golpearí­a con toda su intensidad.
 


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 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...