Los grandes proyectos a menudo empiezan al intentar solventar dificultades cotidianas. En este caso, una kilomíétrica factura de llamadas a cobro revertido. "O cambio de novia o busco un sistema más barato para hablar con ella", pensó en Los íngeles, donde se encontraba viviendo en 2001, Rodrigo Teijeiro. Optó por lo segundo y meses más tarde, estando íél todavía en EE UU, con dos programadores en Ucrania y soporte informático en Argentina lanzó una empresa de tarjetas de telefonía por Internet. "Aquello era una empresa virtual", recuerda hoy este joven de 29 años mientras observa al casi centenar de trabajadores a sus órdenes en Sonico, la mayor red social en el mundo de habla hispana, con ocho millones de suscriptores y unas perspectivas de 30 millones para final de año.
Sonico surgió en julio de 2007 cuando Teijeiro, secundado por su hermano ílvaro, decidió lanzar una red social en español viendo el potencial mercado que tenían en un mundo dirigido casi siempre al público anglosajón. La venta de tarjetas de telefonía se había ampliado a un sistema de alerta de cumpleaños y felicitaciones en el que tenían ya 22 millones de abonados. "Se trataba de dirigir esa gente a la red social, pero aprendiendo de las cosas que hacen otras redes importantes, como Facebook o MySpace, y que no queríamos incorporar a nuestro proyecto".
Tal vez la principal diferencia de Sonico con otras grandes no sea el idioma, sino el concepto de personalización, la privacidad. "Mucha gente cree que una red social es un lugar donde conocer gente y hacer contactos", explica ílvaro Teijeiro, de 26 años. "Nosotros nos hemos centrado en que la gente se traiga a sus amigos a Sonico. No se trata tanto de crear nuevas relaciones como de facilitar a grupos de personas que ya se conocen una herramienta útil para estar comunicados". Cada cual controla perfectamente quiíén puede tener acceso a la información que coloca en la red y hasta quíé punto se puede acceder según quiíén sea la persona que trata de hacerlo.
"Otra diferencia importante es que aquí todos tienen cara, nombre y apellidos", recalca Rodrigo. "Empezando por la propia Sonico. Yo doy la cara, esto no es una empresa donde la gente no sabe muy bien de quiíén se trata. Aquí hay un responsable". Y esa misma política de "un rostro, un nombre y un apellido" se aplica a la gente. Un equipo se encarga exclusivamente de verificar que no se introduzcan identidades falsas ni contenidos delictivos. "En otras redes sociales, como Facebook, puedes registrar cualquier nombre y subir como foto una lata de Coca-Cola o un zapato. Aquí eso no es posible", explica ílvaro.
Con tres hermanas que viven en el Reino Unido, Washington y Nueva York, Rodrigo y ílvaro Teijeiro son los primeros en comprobar como usuarios cuáles son las ventajas y los defectos de su red social. "Nosotros utilizamos tecnología open source, pero es fundamental tener una arquitectura bien montada porque eso es lo que impide que en el momento en que se produzca un crecimiento acelerado de grandes dimensiones el proyecto se colapse", advierte ílvaro. "Cada día se registran más de 100.000 abonados", revela Rodrigo. "Es muy importante destacar que en el mundo hispanohablante es posible hacer grandes redes sin necesidad de irse a Estados Unidos".
Fuente:elpais.com