EL AGUA REFLEJA NUESTROS SENTIMIENTOS
El agua encierra un mensaje muy importante. Está hablándonos, diciíéndonos que busquemos mucho más profundamente en nuestro espíritu. Cuando nos miramos a travíés del espejo del agua, el mensaje es sorprendentemente límpido e inteligible. La vida humana está conectada directamente con la calidad de nuestra agua, tanto la que encierra nuestro cuerpo como la de nuestro alrededor.
Si antes teníamos alguna duda de cómo los pensamientos podían afectar nuestro cuerpo y nuestro entorno, ahora esta duda ha quedado despejada.
Sabíamos que nuestro pensamiento crea nuestra realidad, pero ahora poseemos una clara evidencia de cómo se realiza este proceso. Las energías vibracionales humanas: pensamientos, palabras, ideas, acciones, música, afectan la estructura molecular del agua. Esa misma agua que comprende setenta por ciento de nuestro cuerpo y que cubre en la misma proporción la superficie del planeta. La misma agua que es el origen de toda la vida que encierra nuestro planeta y cuya calidad e integridad es vital para todas las formas de existencia. Nuestro cuerpo es como una esponja compuesta por millones de cámaras llenas de líquido llamadas cíélulas. La calidad de cada cíélula está directamente vinculada con la calidad del agua que contiene.
El agua es una sustancia muy maleable. Su forma física se adapta fácilmente al ambiente que la contiene. Pero su apariencia física no es la única cosa que cambia, su estructura molecular tambiíén varía. La energía o las vibraciones del ambiente transforman la estructura molecular del agua. En este sentido el agua tiene no solamente la habilidad de reflejar visualmente el ambiente, sino tambiíén de reflejarlo molecularmente.
El agua pura y cristalina de las montañas presenta maravillosos dibujos geomíétricos, un extraordinario orden mientras que las aguas sucias y contaminadas muestran estructuras distorsionadas y formadas aleatoriamente sin apenas orden alguno. Tambiíén la estructura molecular del agua cambia frente a situaciones de amor o violencia, o las aguas de fuentes medicinales o sagradas presentan estructuras ordenadas, altamente curativas.
Nuestro cuerpo no es otra cosa que un sistema físico ordenado que se mantiene en óptimo funcionamiento a travíés de asimilar partículas de orden de los alimentos que consumimos, del aire que respiramos o de las situaciones en las que vivimos. Nuestros pensamientos y sentimientos transmiten este orden o desorden a nuestro cuerpo modificándolo. Si nuestros pensamientos son optimistas y de paz, estos sentimientos impregnarán el agua de nuestro cuerpo creando orden en nuestras cíélulas y llenando de salud y vitalidad nuestra vida.