Por... RACHEL BECK
NUEVA YORK -- Ben Bernanke y Tim Geithner viven diciendo que quieren un dólar fuerte. Ahora que la moneda ha repuntado, podrían tener que comerse sus palabras.
La cotización del dólar frente al euro es la más alta de los últimos nueve meses y la divisa tambiíén gana terreno en relación con otras monedas. Si sigue subiendo, podría perjudicar la frágil recuperación económica de Estados Unidos.
Un dólar fuerte afecta las exportaciones, un pilar de la economía. Los bienes y servicios les resultan más caros a los compradores en el exterior y las importaciones resultan más baratas en Estados Unidos. Esto es bueno para el consumidor, pero malo para la industria y el empresariado.
El presidente Barack Obama dijo en su informe anual de enero que quiere duplicar las exportaciones en los próximos cinco años, lo que ayudaría a crear 2 millones de empleos.
Un dólar fuerte, sin embargo, echaría por tierra con esos planes. Cada vez que el dólar sube un 1% en relación con las otras divisas fuertes, se esfuman 20.000 millones de dólares anuales en exportaciones y desaparecen unos 150.000 empleos, según el Instituto Peterson de Economía Internacional, un grupo investigador independiente de Washintgon.
En otras palabras, el aumento del dólar tiene repercusiones muy negativas para la economía nacional.
"Necesitamos el aporte extranjero (para la recuperación económica), y un dólar fuerte obviamente no ayuda", manifestó David Gilmore, de Foreign Exchange Analytics, organismo de Essex, Connecticut.
Todo esto puede sonar ilógico. Se supone que un dólar fuerte es bueno para la economía de Estados Unidos. Pero esto no es siempre cierto. Especialmente ahora.
Hoy cuesta 1,36 dólares comprar un euro. Hace tres meses costaba 1,51. En otras palabras, el dólar rinde más y si uno planea viajar a Europa, saldrá beneficiado, pues recibirá más euros por menos dólares. Tambiíén se beneficia el consumidor estadounidense, que puede comprar bienes importados por menos dinero. Y a los inversionistas les gusta tener un dólar fuerte porque los bonos y las acciones resultan más atractivos.
Al mismo tiempo, los productos de exportación estadounidenses resultan más caros. Un automóvil de 20.000 dólares costaba 13.243 euros en noviembre y 14.700 ahora.
Es por eso que a los exportadores les conviene un dólar díébil. Por otro lado, las empresas estadounidenses cobran menos que la competencia local en los mercados extranjeros y las importaciones resultan más costosas, lo que favorece a la industria nacional en Estados Unidos.
Pero si los bienes estadounidenses cuestan más afuera y las importaciones son más baratas, las firmas nacionales se las ven en figurillas para competir.
Pese a todo, el gobierno estadounidense sigue impulsando un dólar fuerte.
"Cuando el mundo corría mayor peligro, la gente seguía acumulando dólares y bonos del Tesoro. Queremos que las cosas sigan así", manifestó hace poco el secretario del Tesoro Timothy Geithner.
El presidente de la Reserva Federal Ben Bernanke tambiíén se ha expresado a favor de un dólar fuerte en tiempos recientes.
Ahora tienen lo que querían. Un repunte en la economía estadounidense, que creció un 5,7 en el cuarto trimestre del año pasado, ha impulsado al dólar.
Tambiíén le ha dado fuerza una serie de traspiíés económicos en otros sectores del mundo, particularmente en Europa, donde el euro está en su nivel más bajo desde mayo del año pasado debido al temor de que Grecia no pueda pagar su deuda y de que países como España y Portugal enfrenten tambiíén serios padeceres.
Los inversionistas no quieren tener su dinero en mercados inestables y el dólar es considerada la divisa más segura.
La recuperación de la economía estadounidense, no obstante, depende de las exportaciones, y con un dólar fuerte las exportaciones se resienten.
No solo las exportaciones son más caras, sino que la empresa exportadora cobra menos. Si una firma vende hoy productos por valor de 600 millones de euros en Europa, esa suma se convierte hoy en 882 millones de dólares. Hace tres meses hubiera percibido 906 millones de dólares.