Creo que andamos tan preocupados por el presente que no nos ponemos a reflexionar sobre el futuro, al que vemos un tanto distante y bastante ajeno. Y es que una vez más lo urgente, nos impide pensar en lo importante, lo urgente consume nuestras energías y consume nuestra imaginación.
Quizá sea eso lo que le ha pasado al Gobierno para retrasar la edad de jubilación de los 65 a los 67 años, de manera gradual a partir de 2013.
Y es que a mí me preocupa que no se atiendan los problemas de hoy y se gasten demasiadas energías en intentar solucionar los de 2050. Me parce que no debería haber ninguna incompatibilidad entre intentar solucionar los problemas del actual mercado laboral e intentar anticipar los que tendrá dentro de unos años. Es más, los progresos de hoy tendrían una indudable repercusión positiva aliviando los previsibles males del mañana.
Si se han dado cuenta, tanto Gobierno como oposición en sus tensos debates, se apoyan en argumentos económicos, ideológicos o de justicia social dejando un tanto de lado las variables demográficas que deberían estar en la base de cualquier reflexión.
La demografía no es una ciencia que se sienta cómoda en el corto plazo. Además aunque 2049 nos pueda parecer lejano y distante es un horizonte de supervivencia razonable para la mayoría de personas que viven hoy en el país, voy a citarles algunos datos que por su relevancia afectaran decisivamente en la estructura de nuestra sociedad. Poco más o menos seremos 2 millones de personas más (48 millones) pero, desde 2020 viviremos una situación de crecimiento negativo debido sobre todo a un fuerte aumento de las defunciones propiciado por el envejecimiento. Crecerá la esperanza de vida que rondará los 84 años para los hombres y los 90 para las mujeres, pero lo más importante es que los mayores de 65 años se acercaran a un tercio de la población y que por cada 10 personas en edad de trabajar habrá 9 potencialmente inactivas (menores de 16 y mayores de 65). Este fuerte desajuste es, me parece a mí, un argumento decisivo en el debate abierto sobre el futuro de las pensiones.
En todas las tesis utilizadas hasta el momento podemos encontrar algo de razón. Hay quien sostiene que se debería aumentar el número de ocupados. Y es verdad, la tasa actual de paro está 15 puntos por encima del pleno empleo y esto supondría la incorporación al trabajo de 4,3millones de personas. Caben tambiíén progresos en la tasa de actividad femenina y será imprescindible contar con la inmigración (la proyección estima un flujo anual inmigratorio de 400.000 personas desde 2019).
Pero todas estas acciones resultarán insuficientes para resolver las escaseces del mercado laboral. Y es en este punto donde surge el debate de la modificación de la edad de retiro como formula para mantener más trabajadores activos y a la vez reducir el número de pensionistas. Pero para esto tambiíén hay varias soluciones complementarias. La primera reducir las jubilaciones anticipadas, ya que la edad legal de retiro es ahora de 65 años, pero un 40% de los que salen del mercado, lo hacen antes. No tiene sentido poder prejubilar con 52 años como ahora. La segunda podría ser definir modelos de jubilación flexibles en función de la actividad desempeñada. La tercera es incentivar a empresas y trabajadores, la actividad hasta los 70 años (existe un procedimiento desde 2008). La cuarta es la de favorecer los sistemas de capitalización como complemento al modelo actual de reparto. Y por fin elevar la edad legal de jubilación como han hecho países como EE UU, Alemania, Dinamarca, Noruega o Reino Unido.
Creo que resolver el futuro problema de las pensiones debería tener varias vías complementarias, una de las cuales es la discutida elevación de la actual edad legal de jubilación. Me parece que la propuesta ha sido planteada en un mal momento, con demasiados titubeos y rectificaciones. Sería deseable el mayor consenso posible entre todos para minimizar el impacto social de la medida. Pero nadie debería negar de su conveniencia ante una evolución demográfica tan implacable como irreversible.
Buen fin de semana