El ser humano es una cíélula funcional dentro del Cosmos y forma parte de un sistema organizado con leyes en una totalidad dinámica y en renovación constante. Justamente, la función del íngel es unir amorosamente en nuestra realidad lo que ya en sí mismo está unido.
Entre todos los reinos de la Creación existen redes invisibles para mantenernos conectados, pero nosotros no lo registramos. El propósito de los íngeles es integrar y permitir, de modo sutil, que no se bloquee la transmisión permanente con la totalidad. Es el modo de no perdernos o alejarnos de los dictados profundos de nuestra naturaleza.
Los íngeles funcionan como fuerzas que cumplen distintas funciones dentro de un todo organizado. Esas fuerzas arquetípicas son los aspectos más profundos y más puros de la naturaleza y la Creación, son manifestaciones de Amor Divino, Sabiduría y Poder Absoluto.
Los íngeles son formas puras, más allá de nuestra personalidad y de nuestra alma, porque están conectados con la esencia del espíritu.
Cada signo posee cualidades y potencialidades, y cada uno cumple ciertas funciones dentro del contexto total del sistema solar. En cada íngel esos dones se destacan como energías con poderes superiores.
En algunos casos las características del íngel ayudan a equilibrar la polaridad negativa del signo que le pertenece, en otros casos refuerzan la positiva. Lo más importante es poder canalizar la energía de luz de los Seres Celestiales y comprender, cuando los invocamos, la magia, la armonía y el poder que vive en nosotros para ayudarnos a cambiar nuestro destino, transformando y creando inmundo parecido al reino de los cielos.
A continuación veremos la correspondencia astrológica de cada íngel, sus cualidades y funciones: