Strauss-Kahn propone crear otra línea de intercambio de moneda para limitar la dependencia de EEUU.
El director del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn, volvió ayer a encender la mecha de aquellos que piensan que el dólar tiene los días contados como divisa internacional de reserva. Durante su discurso en la Conferencia Anual de Bretton Woods, el galo propuso la creación de nuevas líneas de intercambio de divisas, similares a las que ya aplica la Reserva Federal e, incluso, de una divisa propia que refuerce el papel del Fondo como "guardián de la estabilidad del sistema".
Sin embargo, no hay que pasar por alto que, en todo momento, el capitán del organismo internacional habló del futuro y, en ningún caso, apuntó que estos planes puedan imponerse a corto plazo. "Algún día, el Fondo podría estar encargado de crear una divisa de reserva, similar a la par que diferente de su actual SDR, (la divisa virtual empleada actualmente por el FMI)", apuntó.
En este sentido, Strauss-Kahn explicó que el nacimiento de una divisa internacional no está cerca de convertirse en realidad, pero dejó muy claro que tener una alternativa al dólar "limitaría la dependencia del sistema monetario internacional de las decisiones de un sólo banco central", es decir de la Fed, y evitaría tener que estar a los pies de "un país dominante", en referencia clara a Estados Unidos.
Petición de los emergentes
De esta forma, Strauss-Kahn volvió a desatar la caja de los truenos que países emergentes, como China, y otras potencias, como Rusia, ya apoyaron en el pasado. Desde hace mucho tiempo, los países en vías de desarrollo, especialmente el gigante asiático, Brasil o la India han exigido a la institución aumentar su cuota de poder en el Fondo. Cabe recordar que el FMI cuenta 186 países miembros; sin embargo, desde su creación en 1944, el peso dominante ha recaído en pacto tácito entre Estados Unidos y Europa.
Eso sí, de un tiempo a esta parte, especialmente tras la última debacle del sistema económico mundial, China, Brasil, Míéxico, la India y Rusia han aunado fuerzas para romper el desequilibrio existente entre la cuota de poder y el peso económico de los miembros en cuestión. En la pasada Cumbre del G-20 en Pittsburgh, la campaña de estos países ya surtió efecto y se acordó un compromiso para ceder "por lo menos" un 5 por ciento de los votos de los países ricos a los emergentes. Es decir, países como Bíélgica, Suiza y, posiblemente, el Reino Unido y Francia tendrán que ceder paso a los anteriormente mencionados.
En medio de este pulso de influencia internacional, tanto China como Rusia apostaron por dar portazo al dólar como moneda de reserva y recomendaron la imposición del SDR. No hay que olvidar que el Gobierno de Pekín es un gran titular de dólares y que le preocupa la exposición de EEUU a la política expansiva actual que deprecia la moneda norteamericana, por eso, apostar por la moneda virtual del FMI podría ser una apuesta más rentable.
Al fin y al cabo, el valor del SDR es establecido diariamente en una canasta de las tasas de intercambio del dólar estadounidense, el euro, el yen y la libra esterlina. La composición es revisada cada cinco años para asegurar que refleja la relativa importancia de las divisas en los sistemas financieros y comerciales mundiales, por lo que no sólo depende de las decisiones monetarias de Ben Bernanke y sus chicos.
En el discurso de ayer, Strauss- Kahn planteó una nueva visión de futuro para la institución que representa que, en cierta forma, debería volver a sus orígenes. Así el objetivo prioritario del Fondo pasaría por conservar la estabilidad del sistema financiero mundial en su conjunto y no tener que vigilar la política económica a nivel individual de cada país.
Líneas de críédito
En este sentido, y a raíz de los acontecimientos desatados en Grecia, por ejemplo, el ex ministro francíés de Economía volvió a publicitar las conocidas como Líneas de Críédito Multipaís, que funcionarían de forma similar a los intercambios de moneda o swap lines llevados a cabo por la Fed durante el momento álgido de la crisis a Míéxico, Brasil, Corea del Sur y Singapur.
De hecho, el Fondo podría abrir una línea de críédito valorada en 850.000 millones de dólares (unos 624.000 millones de euros), a ciertos países con buenas políticas económicas. Así, se evitaría el "estigma" que acarrea llamar a la puerta del FMI en busca de ayuda, declaró a Efe un funcionario que prefirió mantener el anonimato