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Autor Tema: El fetichismo del PIB tercera parte...  (Leído 336 veces)

OCIN

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El fetichismo del PIB tercera parte...
« en: Abril 03, 2010, 02:15:46 pm »
Por… David R. Henderson

Para ver porquíé esto es un problema, considere lo que sucederí­a si la productividad de una economí­a se duplicara mágicamente de tal manera que cada persona pudiese producir el doble por cada hora de trabajo. Piense en dos respuestas extremas a este cambio, aunque la respuesta probable se unicarí­a entre los dos extremos. En el primer caso extremo, todos trabajan la mitad y producen la misma cantidad. La producción real sigue siendo la misma y, si el í­ndice de precios del Estado es preciso, el PIB real será constante. Pero de repente el tiempo libre de la gente ha aumentado. Las personas valoran el tiempo libre. Pregúntese si usted estarí­a mejor si pudiese comprar los mismos bienes y servicios trabajando la mitad de lo que trabajaba antes. Aquí­, el PIB real subestima el bienestar. En el segundo caso extremo, las personas trabajan la misma cantidad de horas pero producen el doble que antes. Aquí­, el PIB se duplicarí­a. Pero en el más probable caso entre los dos extremos, aquel en que las personas trabajan un poco menos pero producen más, el PIB real aumentarí­a; pero el aumento, al dejar el tiempo libre fuera, subestimarí­a el incremento en el bienestar.

Los economistas y el historiador de la guerra civil estadounidense Jeffrey Hummel señalan un caso real en el cual el PIB per cápita resultó ser una medida deficiente del bienestar debido a que esta no incluí­a el valor del tiempo libre: la emancipación de los esclavos negros en el sur de EE.UU. El trabajo total provisto por los antiguos esclavos era solamente dos tercios del trabajo que estos habí­an “brindado” como esclavos. No habí­a razón para los dueños de los esclavos tomaran en cuenta el valor del tiempo libre de íéstos así­ como tampoco tení­a sentido medir el valor del tiempo libre de los caballos. Los dueños de esclavos los consideraban como activos. Pero la reciíén adquirida libertad de participar en el mercado laboral y hacer sus propias decisiones condujo a que optaran por trabajar un tercio menos de lo que trabajaban antes. El valor de su producción fue más bajo—y ellos estaban mejor.

Para mí­ se volvió evidente durante dos discusiones a nivel nacional acerca de polí­tica económica a lo largo de los últimos dos años, que enfocarse en el PIB puede llevarnos lejos de un razonamiento económico sólido. La primera discusión fue aquella de la sabidurí­a keynesiana sobre la polí­tica fiscal —que el gobierno federal gaste dinero para agregarlo al PIB. Los partidarios de tal polí­tica muchas veces argumentaron que habí­a un importante “multiplicador” en la polí­tica fiscal. Lo que querí­an decir era que un dólar agregado de gasto por parte del gobierno federal generarí­a dólares adicionales para ser gastados en el sector privado. Muchos buenos economistas han argumentado a favor de este multiplicador y muchos otros en contra. Yo no soy lo suficientemente experto en macroeconomista como para juzgar el tamaño de este multiplicador. Pero si síé lo suficiente de microeconomí­a como para ver lo que está mal con gran parte de la discusión acerca del multiplicador. Ignora completamente los lí­mites del PIB como una medida del bienestar.

Pensemos en un caso extremo: el Estado gasta $10.000 millones para pagarle a las personas para que excaven hoyos y luego los rellenen. Asumamos —para darles a los proponentes de tal programa sus mejores probabilidades de ganar el argumento— que todas las personas empleadas en excavar y rellenar hoyos habrí­an estado desempleadas de otra manera, por lo que emplearlos en el negocio de los hoyos no provoca que otros bienes y servicios no se produzcan. Aún así­, los empleados valoran algo su tiempo libre y están renunciando a íéste para trabajar. Por lo que sí­ hay un costo de oportunidad. Si usted duda de esto, pregúntese si los empleados hubiesen estado dispuestos a trabajar por un centavo al dí­a. Sino, entonces valoran su tiempo libre positivamente. Si son pagados, por ejemplo, $10 por hora en un trabajo público y hubiesen estado dispuestos a realizar el trabajo por, por ejemplo, $6 por hora, entonces el costo de emplearlos es de $6 por hora. Esto significa que si hay una ganancia por parte del programa: los $4 por hora que los excavadores reciben por encima del salario por el cual ellos hubieran estado dispuestos a realizar el trabajo. Asumamos, para mantener la simplicidad, que no hay otros costos más allá de los salarios involucrados en este programa de $10.000 millones.

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