Por... Juan David Escobar Valencia
"La naturaleza del hombre es tal que ha nacido con una afición por el lucro. Si se entrega a esta afición, que lo llevará a disputas y contiendas, todo sentido de la cortesía y humildad desaparecerá" : Xun Zi.
Chen Jian, Viceministro de Comercio de China expresó la semana anterior que la tasa de cambio de la moneda china no está infravalorada y que los problemas del mundo son la estructura industrial y la gestión de los desequilibrios monetarios causados por malas políticas económicas aplicadas por "otros países". Su Ning, Vicegobernador del Banco Popular de China, dijo que Estados Unidos debería mirarse hacia sí mismo para aumentar sus exportaciones y no echarles la culpa a otros países, y el premier chino Wen Jiabao, comentó que no entendía cómo EE.UU. intentaba promover sus exportaciones devaluando su moneda y forzaba a China para que revaluara la suya, y que por lo tanto era responsabilidad de EE.UU., y no de China, que se diera una "interrupción grave" en la relación cuasi simbiótica que los une.
¿Será que la actual dirigencia china ya no sigue las enseñanzas de Xun Zi, el más realista discípulo de Confucio?
Estas declaraciones son mecanismos del Estado chino para que los públicos internos, pero especialmente los externos, la perciban como un poder al que nadie manipula, pero otra cosa es la realidad a la que se está viendo sometida la dirigencia china. Así lo nieguen en público, saben que aunque EE.UU. pide lo que muchas veces no da, parte del crecimiento económico chino se ha dado gracias a una tasa de cambio artificialmente baja que le ha dado una ventaja competitiva a sus exportaciones que está provocando el fin de la paciencia de sus socios comerciales y un aumento de la presión que difícilmente podrá seguir esquivando.
Miremos algunos ejemplos. Recientemente Masayuki Naoshima, Ministro de Economía, Comercio e Industria japoníés "acusó" a China de proteccionista y de violar acuerdos establecidos en el ámbito del G-20. Serge Abou, embajador de la Unión Europea en China, la inculpó de lo mismo, refiriíéndose al engorroso sistema de certificación para las exportaciones europeas con destino a China.
La carta dirigida a los Secretarios del Tesoro y de Comercio de EE.UU., firmada por 130 miembros de la Cámara de Representantes en la que se les solicitaba el uso de "todos los recursos disponibles" para presionar a China a liberar su tipo de cambio.
La amenaza del Secretario del Tesoro, Timothy Geithner, de declarar a China como un "manipulador de divisas", decisión que fue aplazada como mecanismo de presión, como ocurrió en 2005 cuando China decidió revaluar su moneda antes de vencerse el plazo establecido.
Todo ello indica que difícilmente China podrá seguir negando que su moneda necesita una corrección entre el 20 y el 40%, así la fecha, el monto y el ritmo de dicha corrección la determinará el gobierno, posiblemente entre julio y septiembre, pero antes de las elecciones novembrinas en EE.UU., dando la sensación que no fue impuesta por otros sino una decisión autónoma, a pesar que ello significaría la quiebra de numerosos exportadores chinos, especialmente fabricantes de aparatos domíésticos, vehículos y telíéfonos celulares que perderían entre el 30 y el 50% de sus ganancias con una revaluación del yuan del 3% frente al dólar.
¿Quíé seguirá? ¿La cercana explosión de la burbuja inmobiliaria? ¿La más tardía pero posible crisis del sistema financiero chino?
El tiempo lo dirá. China no se va a detener, pero nubes negras se avecinan.