Esta Ley funciona de una forma tan exacta que nada nos da ni se nos quita sino nos corresponde por derecho de conciencia. Si nosotros pensamos mal de alguien, estamos sembrando en la mente de ese alguien y en las mentes de muchos, idíénticos pensamientos malíévolos con respecto a nosotros. Por eso suele decirse que la simpatía o antipatía que se genera entre las personas es mutua. Igualmente sucede con la desconfianza, el miedo, etc., y es que la palabra correspondencia significa exactamente eso: co-responder, es decir, tú mandas y te responden. Si mandas negativo, negativo te responden; si manda positivo, en positivo recibes. Si eres inteligente, ya sabes quíé te conviene; piensa bien de todo el mundo, habla bien de todo el mundo, actúa bien con todos y recibirás lo mismo a cambio.
Es en la Ley de Correspondencia que está basada la Ley del Talión que nos entregó Moisíés, el gran legislador del pueblo hebreo, en cuyo decálogo están basados todos los códigos del mundo, aún hoy, en las puertas del siglo XXI.
"El que a hierro mata, a hierro muere", "ojo por ojo, diente por diente", dijo Moisíés. Más tarde, el Maestro Jesús, nos enseñó: "No hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti".
Aquello que haces bien o mal, tarde o temprano se te devolverá, construyamos un mundo feliz para todos.