Todo empezó hace menos de un año. El desplome de las inmobiliarias en Bolsa fue el primer síntoma de que el festín en el que habían vivido los constructores españoles podía estar acabando. Pese a los mensajes de los empresarios y del Gobierno, que repetían machaconamente que aquí no pasaba nada, que el sector vivía una desaceleración beneficiosa para todos, los datos conocidos esta semana ya no dejan lugar a dudas: se desploman las ventas, las hipotecas concedidas, los permisos de los arquitectos para construir, los inicios de viviendas... Mientras, el Euríbor ha alcanzado su máximo anual.
Por si fuera poco, ante la percepción de que los precios ya están bajando, los promotores protagonizaron el jueves un rocambolesco episodio anticipando una caída del 8% durante este año, para desmentir su pronóstico 24 horas más tarde.
La patronal inmobiliaria insiste en que el Estado ha de implicarse apoyando a un sector básico. Si ellos tienen problemas, íéstos se contagiarán a la economía, argumentan. Los promotores prevíén que el parón restará más de un punto al crecimiento anual e inflará el desempleo este año desde el 8,8% hasta el 9,5%.
Aunque las estadísticas arrojan cifras catastróficas, la realidad puede ser todavía peor. Fuentes del sector señalan que la caída en la compraventa que ha calculado el Instituto Nacional de Estadística (INE) por primera vez ya ha sido desbordada por la realidad. "El desfase de 18 o 20 meses con el que la estadística recoge las operaciones de vivienda nueva puede hacer que en lugar del 27%, las compraventas totales sean ahora un 40% menos que hace un año", dice el experto Josíé Barta.
Reconocida la evidencia, queda cuantificar la duración y gravedad de la crisis. Los expertos consultados consideran que quedan por lo menos dos o tres años negros inmobiliarios. Y esto, considerando que la crisis financiera originada por las hipotecas tóxicas de EE UU no se agrave en los próximos meses.
"La situación actual parece más grave que en la anterior crisis, la de principios de los años noventa. Un factor positivo es que la economía española es ahora más potente y está dentro de la eurozona, pero al observar los datos tan malos de todos los indicadores, nos damos cuenta de que estamos en una depresión más profunda que entonces, más parecida a la que comenzó en 1973", sostiene el profesor Julio Rodríguez.